«Hay que practicar esto, sin descuidar aquello»
El Concilio Vaticano II con la tradición de la Iglesia reconoce la presencia de «semillas del Verbo» en las culturas antiguas anteriores a Cristo. Son verdades, sobre todo pertenecientes al ámbito de la razón natural, que de alguna manera sirven de preparación al Evangelio. Son semillas del Verbo por ser verdaderas y, en una de las frases preferidas de Santo Tomás, tomada del Ambrosiaster, «la verdad, la diga quién la diga, viene del Espíritu Santo».