29.07.22

Romería 2022 | "Háblales al estilo de Dios"

“Al comprobar que tu sentir está de acuerdo con Dios y asentado como sobre roca inconmovible, yo glorifico en gran manera al Señor por haberme hecho la gracia de ver tu rostro intachable, del que ojalá me fuese dado gozar siempre en Dios”. San Ignacio a san Policarpo

 

De una, bien temprano y después de haber leído a san Ignacio, me decidí a no dejar pasar la peregrinación anual de los ticos a la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles por lo que me dirigí a Monseñor Garita, ya que tan gentilmente siempre me responde, para que me dijera qué aspectos quisiera que yo resaltara al escribir sobre el tema. 

Han de saber que Nuestra Señora de los Angeles, patrona de Costa Rica, tiene su celebración el 2 de agosto durante la que, por días y semanas, llegan los peregrinos de todas partes del país y hasta del extranjero.

Quienes no sean de romerías les parecerá exagerado que se tome un avión o se caminen doscientos o más kilómetros para cumplir una promesa a la Madre de Dios pero quienes han caminado corto o largo trecho saben lo que aquello implica tanto en lo externo como interno del alma.

La fuerza y convicción que, por gracia, nacen en un hijo que decide cumplir una promesa a su Madre, no es cosa para subestimar; así es como caminan cada año más de un millón de ticos por las calles del país, con el alma henchida de gratitud y el espíritu colmado de esperanza.

No habrá sido fácil para los romeros este año ya que la estación lluviosa ha estado más severa de lo habitual.

Es de dar gracias a Dios, sin quien “nada es fuerte ni santo”, que haya sido tan generoso con su gracia como para que tantos ardan en deseos de honrar a su Madre.

Es un gesto decididamente bello de parte de Nuestro Señor, derramar sus dones para que familias enteras, grupos de vecinos, asociaciones, movimientos, apostolados, etc. caminen uno sola hacia Cartago ya sea por su cuenta o junto a su obispo ya que de todas las diócesis se han dejado venir acompañados.

Por eso he citado a san Ignacio y lo cito de nuevo ya que, de un obispo a otro, de un santo a otro, podemos conocer lo que importa y que se aplica no solo a los obispos sino a cualquiera que tenga responsabilidad sobre sus semejantes:

“Yo te exhorto, por la gracia de que estás revestido, a que aceleres el paso en tu carrera, y a que exhortes a todos para que se salven. Desempeña el cargo que ocupas con toda diligencia corporal y espiritual. Preocúpate de que se conserve la concordia, que es lo me­jor que puede existir. Llévalos a todos sobre ti, como a ti te lleva el Señor. Sopórtalos a todos con espíritu de cari­dad, como siempre lo haces. Dedícate continuamente a la oración. Pide mayor sabiduría de la que tienes. Mantén alerta tu espíritu, pues el espíritu desconoce el sueño. Háblales a todos al estilo de Dios. Carga sobre ti, como perfecto atleta, las enfermedades de todos, Donde mayor es el trabajo, allí hay rica ganancia”.

Bendigamos a Dios ya que, vernos privados de la romería debido a la emergencia sanitaria, ha significado comprender lo que se puede perder y que vale más que la propia vida.

Bendigamos a la Madre por reservar un lugar en su corazón para cada uno y por no desfallecer en conducirnos al cielo y digamos “Bajo tu amparo nos acogemos, santa madre de Dios…”

Los invito a dar un paseo por las páginas de la Basilica de Los Angeles Oficial en Facebook para que, de forma gráfica, conozcan el actuar de Dios en las almas y juntos, demos gloria y alabanza a nuestro Dios “constatando la fe sencilla, espontánea, fuerte y manifiesta del pueblo católico costarricense, sobre todo al retomar esta bendita y hermosa tradición, luego de dos años de pandemia. Y el amor filial, confiado e incondicional a la Santísima Virgen María” (1)

Simultáneamente a la romería, se está realizando un Congreso Teológico Pastoral que ha sido llamado “Nationis Benigna Patrona” tratando el tema de la compañía de la Madre de Dios en nuestro particular camino eclesial y del que podrán obtener mayor información accediendo al enlace anterior. 

“Los tiempos requieren a que aspires a alcanzar a Dios, juntamente con los que tienes encomendados…” (2)

 

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(1)    Respuesta que me ofreció Monseñor José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada y presidente de la Conferencia Episcopal.   

(2)    San Ignacio de Antioquía, Carta a San Policarpo de Esmirna 1,1 -4, 3

23.07.22

Correspondencia (II)

Querido padre:

Hoy es viernes y hace una tarde lluviosa de encanto. Le escribo desde mi escritorio desde donde veo la lluvia y la escucho caer. 

Del libro sobre la humildad [1] que estoy leyendo llamó mi atención que tenemos pecados de soberbia que desconocemos y que, por su causa, no estamos en condición de recibir las gracias que Dios nos daría si no los tuviéramos; de tal forma que, el autor presenta con urgencia el asunto de suplicar a Dios para que nos descubra dichos pecados.

¡Dios mío, Dios mío, que no me domine la injusticia (Sal 118)!
No permitas que me domine la soberbia, que es la suma de todas las injusticias.
Límpiame de lo que se me oculta (Sal 18).
Purifícame de los pecados de soberbia que yo mismo no conozco y así no tendré mancha (Sal 18)

Supongo que una gracia relacionada con la humildad es el deseo de ser corregido al ser hallado en pecado que uno mismo desconoce. No se si el autor lo menciona pero lo menciono yo ya que, siempre he tenido ese deseo. No hace falta que mencione la gran ventaja que es para la salud de cuerpo y alma no solo desear sino, no temer la corrección.

Corrección fraterna, la única verdadera, la que se hace por amor pero, igual, si quien corrige lo hace movido por sus propios pecados, se recibe también ya que ser corregido de esa forma también es una gracia que contribuye a la humildad.

Ahora bien, vengo a tocar el asunto de los pecados ocultos porque, si bien reconozco sin problema que debo tener un montón, no se muy bien qué hacer cuando los veo en otros, sobre todo cuando esa persona tiene responsabilidad de transmitir asuntos de fe y la moral.

Es sumamente difícil saber qué hacer y por eso, lo que -en principio- prefiero es orar por la persona aunque, la “espinita no me deja” y de ahí sospecho que, la dichosa espinita podría ser “ese pecadito de soberbia” que no quiero ver.

En fin, que si fuera así, el Señor me lo descubra y que, si no, me ayude a actuar conforme a su Voluntad. Sobre todo si ello implica nada más guardar silencio, hacer penitencia y orar.

En ese sentido, el otro día en el autobús, la querida Yaya, la tia-abuela de mi sobrino mayor me dejó muy bien aleccionada. Deo omnis gloria!

Cada vez que recuerdo lo que me dijo, que no lo recuerdo todo ni podré transmitirlo tal cual, quedo asombrada ante la forma poco habitual en que el Señor nos dice lo que necesitamos escuchar.

Infinidad de razones tengo para el afecto entrañable que guardo hacia Yaya y su querida familia pero en esta ocasión en que -entre otros- íbamos recordando su aparatosa caída en un tremendo agujero que había en la calle, la subsecuente cirugía y rehabilitación, lo prolongado y difícil que fue cuidar a su mamá durante tantos años, la vida dura que tuvieron de pequeños, lo impenetrablemente doloroso que es tener a su cuñada en gravísimo estado de salud. En fin, Yaya conmigo, recapitulábamos sobre el sufrimiento y el dolor que se supera solo con ayuda de Dios pero, sobre todo, reconocíamos una en la otra y cada una respectivamente, las gracias recibidas. Así nos despedimos ese día. Fueron las últimas palabras.

Ahora bien, volviendo a la gracia que no se recibe por los pecados ocultos, me pregunto cómo será que Yaya, el día que le toque, se tomará lo de la “sinodalidad”; esa vez o alguna en que alguno consiguiera comprenderlo y se atreviera a mostrarle la finalidad y lo que de ella se espera?

Supongo que habrá alguno a quien le tocará hacerlo.

Aunque, a decir verdad, me parece que como Mireya, nuestra Yaya, es de la periferia ha de estar más que entrenada por el Espíritu Santo en asuntos sinodales y todo tipo de cuestiones y que, por eso, para cualquier otra cosa de la fe le basta el trabajo diario, su misa y sus oraciones.

El Señor tenga piedad y nos deje tan claro como el agua lo que pasa por nuestra cabeza nos enturbia el alma ya que, solo así, sabremos que estamos tras sus pasos y no solo, caminando en círculos, tras de nuestro rabo.

Amen

-o-

Padrecito, por favor, pónganos a Yaya y a mi, en sus oraciones.
Recibo su bendición. 

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[1] La humildad del corazón, FRAY CAYETANO MARÍA DE BÉRGAMO, Editorial Vita Brevis, 2022

16.07.22

Correspondencia (I)

Hola, padre!

Espero se encuentre bien.

El otro día llegué a la conclusión de que, siempre que Dios me ha quitado algo que me gusta o con lo que suponía le estaba sirviendo, ha sido porque el ser humano que tuvo pensado para mí no se me revelaría en ese gusto o servicio sino en, precisamente, al carecer del mismo.  

En Job se aprecia perfectamente lo que estoy diciendo ya que fue hombre justo antes de la desgracia pero fue mucho mejor, después.

Durante sus padecimientos tuvo mucho tiempo para buscarles sentido, volcándose a lo interno.

Del resultado, me parece que Dios no prefiere tanto a la persona satisfecha si no la sufrida que encuentra su plenitud en el.

Esa es la persona que quisiera ser.

Y es que, el vacío que queda cuando Dios nos quita algo que nos gusta y en lo que pensábamos estarlo honrando, tarde o temprano tenemos que entender que es un vacío que solo El puede llenar. Ese espacio está hecho a su medida. Somos ese espacio.

Mientras haya algo propio, por mínimo que sea, ocupándonos, no nos podrá colmar.

A quien Dios ama le pide el desasimiento total que podría llegar a ser de muy intensos sufrimiento y dolor a los que, naturalmente tememos. El desasimiento pasa por la humillación.  

“Existen algunos que son humillados por las burlas humanas y, sin embargo, no son escuchados por el cielo. Pues cuando la burla es motivada por una falta, no se deriva ningún mérito por la burla” [1]

Nos escuche el cielo para que, cuando seamos humillados sea por la sencillez antes que por una falta.

Y que, de ser por una falta, se compadezca el Señor y nos la haga ver. 

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[1] De los Comentarios morales sobre Job, de San Gregorio Magno, papa. Testigo interior

11.07.22

El recuerdo de los dones recibidos | El Tornillal

Si fuera que, como a Job, Dios le permitió a Satanás tocarlo; si fuera que Dios también le ha dado autoridad para hacernos sufrir por el actual nivel de confusión en todas partes. Digo, si fuera que estamos siendo probados, sería momento para aprovecharlo en grande.

Me digo, “si fuera un castigo, lo sería para la soberbia de todos. Por un lado, para la soberbia de los que se bastan a sí mismos; y, por otro lado, un castigo a la soberbia de quienes sufrimos la confusión”.

De nuestro sufrimiento se espera que aumente la Esperanza y la Caridad pues, según parece, se nos ha dado firmeza en la fe.

Nuestra batalla contra la soberbia arrancaría con reconocer ante Dios la necesidad de un “corazón contrito y humillado” y así recibir la gracia de un “corazón manso y humilde” deseoso de ofrendarse como culto de expiación en el altar de Dios durante la Santa Misa como sacrificio por los propios pecados y del mundo entero.

De la realidad nos nutrimos aunque sería mejor decir, de la contemplación de los pequeños adelantos de gracia que continuamente Dios nos da a lo largo del día; de la oración que nos inspira.

Así fue como ayer, por ejemplo, me fui a misa a la filial del El Carmen, en el Barrio Tornillal de San Jerónimo en Moravia, San José, Costa Rica (esto es para que lo encuentren en Google Mapas)  ya que anunciaron ricas comidas y misa de 11am. Yujuuu!

A las fiestas patronales los ticos las llamamos “turno” así que me fui de turno y de lo primero que hice fue saludar a los cocineros que estaban arremangados atizando el fuego y dando vuelta a la comida dentro de las enormes ollas.

Quienes me conocen me saludaron muy contentos. Saludé a quienes no conocía, toda gente muy linda. Fue un muy bonito encuentro y, de verdad, que lo hacen sentir a uno querido. Aquí, por medio de este articulito, se los agradezco.

Y, es que yo, mientras tomaba las fotos de la comida dentro de las ollas y olía aquellos aromas, me percataba de que tienen una comunidad catoliquísima, como esas que ya poco se ven, a la que Dios ha dado la gracia de la hospitalidad.

No me extraña ya que muchos en El Carmen han sido criados por padres y madres que estuvieron en el camino neocatecumenal. Aparte de eso, muchos son parientes que viven cerca unos de otros desde que nacieron y que, habiendo salvado sus diferencias (si es que las tuvieron o tienen) las hacen a un lado para dejar espacio al don de Dios. Y, como tienen tanta práctica, saben dar de lo que reciben.

Entonces, uno ahí, en medio de gente linda y de los peroles, ve toda esa belleza que hace Dios con las personas y encuentra que no tiene espacio en el pecho para tanta emoción y gratitud. Ni tampoco en la panza para llenarla con toda aquella comida deliciosa.

Bendito Dios, digo yo, que me permite ver su obra y recibe con amor mi sincera gratitud y afecto.

En la Liturgia de las Horas decía hoy San Gregorio Magno “cuando cualquier cosa, creada buena en sí misma, se nos convierte en causa de sufrimiento, ello nos sirve de corrección, para que volvamos humildemente al autor de la paz”.

Si, en efecto, mucha cosa buena creada buena nos hace sufrir; por eso, continúa diciendo san Gregorio “cuando llega la adversidad, el recuerdo reconfortante de los dones divinos, no nos dejará doblegarnos por el dolor

Si, suframos por amor pero también recordemos. Recordemos que, aparte de la fe, existen otras virtudes teologales que deben ser nutridas.

Claro! Ahora recuerdo para qué escribo en este blog y es para mostrar cómo recordar aquello que nos sostiene en la Esperanza y la Caridad.

 

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NOTA: Los festejos patronales en El Tornillal continuarán durante toda la semana y para el próximo el fin de semana prometen ricas comidas. Obviamente, también misa, procesión y bingo pesetero. 

 

9.07.22

Hermana Agnecita

No sé si para todos será igual pero, para mí, las Hermanas de la Caridad nos adelantan en el cielo aquí en la tierra debido a su masedumbre y humildad.

Estoy segura que en otros consagrados se puede hallar el mismo abandono a la Divina Providencia pero, por alguna razón, en ellas esta a flor de piel.

Por eso es que con mirarlas nos quedamos sin palabras ya que es como ver un poquito de Jesús aquí en la tierra.

Por eso es que, lo que tienen, nuestro corazón lo anhela y agradece.

Ella dice que se sienten dichosas, pues, me hacen sentir dichosa con solo existir.

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Por cierto, en relación al tema este es un título que me recomendara el padre José María Iraburu y que me ha hecho mucho bien. 

Jean Pierre de Caussade SJ

El abandono en la Divina Providencia