¡Los frijoles del milagro!
Como de vez en cuando, algún comentarista varón “del género masculino", literalmente, me manda para la cocina y ya que, de humildad y de sencillez algo tenemos todos que aprender, pues que me voy de consumida para allá.
Aquí les traigo un platillo que preparé para mi blog en Blogger hace ya mucho tiempo del que me aprovecho para narrar uno de esos sucesos inexplicables hasta para una “cocinera de fe".
Buen provecho!
El solo haberme atrevido a titular de esta manera la presente entrada me hace sentir algo avergonzada ya que no soy de las personas que normalmente se atreverían a llamar milagrosos a unos frijoles pero es que, honradamente, no supe qué mejor título ponerle y al final se darán cuenta por qué.
Hace un tiempo mencioné que estaba muy emocionada porque había planeado asistir a misa para comulgar por primera vez de rodillas y en la boca. Pues, llegó el día y con ello tiene relacion este relato.
Resulta que en la dieta de los costarricenses los frijoles son fundamentales, no suelo comerlos pero papá si y una vez por semana los pongo en agua por 24 horas y al día siguiente en la olla de presión por 20 minutos, no más.
Temprano el domingo en que asistiría a la famosa misa, descubrí que había dejado los frijoles desde el viernes en agua y que estaban a punto de germinar, así que me apresuré para, antes de misa, ponerlos en la olla de presión como de costumbre.
Los puse a las 9:55am a fuego medio y me fui a duchar para salir luego corriendo al carro porque se me hacía tarde para la misa.
De regreso, a las 12:30 pm (más de dos horas después) venía de camino y en eso recordé que había dejado los frijoles a fuego medio y que bastaba dejarlos 20 minutos antes de que se deshicieran o se quemaran.
Detuve el carro y llamé a mi hermana que vive al lado para darle aviso por lo que ella muy asustada dijo que iría de inmediato a revisarlos.
Cuando llegué, resignada a tirar los frijoles o, en el peor de los casos, encontrarme con un desastre en mi cocina, no van a creer que me encontré con que ni se quemaron, ni se pegaron, ni les faltó agua.
Pero eso no es todo, han sido -además- los frijoles más tiernos y deliciosos que jamás hemos comido.
Al martes siguiente le conté lo sucedido a la señora que me asiste y se quedó con los ojos cuadrados, exclamó: -“Más de dos horas a fuego medio? ¡Era para que se quemaran!”
-“Así es.", respondí.
- “Y mire", le señalé, “Mire qué ricos quedaron los frijoles del milagro”.
Ahí no le quedó otra más que decir: -“Yo se qué fue lo que pasó, usted se fue para misa y el Señor se quedó aquí cuidándole los frijoles”.
¡Claro que si! ¡Por supuesto que fue así!
Ahora, respondan, han sido o no estos los frijoles del milagro?
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“¡Que no, hijos míos! Que no puede haber una doble vida, que no podemos ser como esquizofrénicos, si queremos ser cristianos: que hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser –en el alma y en el cuerpo– santa y llena de Dios: a ese Dios invisible, lo encontramos en las cosas más visibles y materiales.
No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver –a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares– su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión de nuestro encuentro continuo con Jesucristo". (Conversaciones con Mons. Josemaría Escrivá, n. 114)
13 comentarios
Para un creyente, hasta los frijoles crudos son un milagro.
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Que haya recordado de camino que los había dejado al fuego lo es para mi :)))
Saludos, Gaby. Gracias.
Para un hambriento, Jesús tiene cara de pan (viene en el Evangelio de hoy, Mc 2, 23-28). En un jamón vería a la Santísima Trinidad y ángeles subiendo y bajando del cielo :D
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Claro, y con lo que me gusta el pan todavía mejor si viene con jamón.
Un abrazo,
Santa Missa, te felicito.
Si fuiste a Novus Ordo te recomiendo el libro de las Lamentaciones: "pecaron nuestros padres y ya no existen".
Ne reminiscaris Domine delicta nostra VEL PARENTUM NOSTRORUM neque vindictam summas de peccatis nostris.
Mis comentarios van dirigidos a ella y no, por ejemplo, a usted.
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Siempre lo he sabido. Se que no te importa que te edite, si te importara ya no hubieras regresado.
Será posible que me hayas protegido con este comentario o es solo idea mía?
♥
Yo prefiero la fe sencilla de quien le pide a Dios por los frijoles, que la del "teólogo" que se discute si el Espíritu Santo viene del Padre y el Hijo o del Padre "a través" del Hijo.
Pero date cuenta Maricruz que no hay diferencia alguna entre los ateos y los filos tienen un denominadores comunes, son soberbios, petulantes, envidiosos y se creen mejor que nadie. Además tienen sus propios ídolos a adorar, unos la pseudo-ciencia, los otros la pseudo-tradición. Y ambos grupos como se va viendo en tu blog, unos abusadores cobardes. Que ni saben de Ciencia o de Tradición de la Iglesia respectivamente y por supuesto de Caridad.
Claro que los ateillos podrían tener una excusa, no saben lo que hacen porque no saben. Los otros son los que verdaderamente me preocupan que dicen saber mucho y ver claro pero persisten en ignorancia y no ven un burro a un palmo.
Gracias Maricruz. Mi consejo: No les deje entrar; no se lo merecen
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También me preocupan, Juan, tanto como me preocupan los ateos o me preocupo por mi misma cuando cambio a Dios por mis ideas.
Creo que las circunstancias nos exigen ir más allá de echarlos de un sitio o ignorarlos.
Me parece que deberíamos permitirles llegar hasta el fondo para que nos conozcan y tengan así posibilidad de llegar a apreciar lo que hemos visto y oído; algo tan sencillo como son los frijoles del milagro.
Quiero probar por esa vía aunque por ella me muelan a palos.
Luego te cuento como me fue. Muchas gracias, leerte ha sido un gran consuelo.
Dios te bendiga.
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Es cierto, en la discusión lo perdimos de vista. Mil gracias.
Estupenda la historia de los frijoles. Hay que ser sencillos como niños y admirarse por todo lo que hace el Señor.
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La sencillez es una virtud humana que se acompaña muy bien con la humildad,Bruno. Gracias por tu comentario.
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