Remitíos a los frutos y mordeos la lengua
Pienso que no es casualidad que el domingo pasado, como mencioné en la entrada anterior, una madre del Camino neo-catecumenal de convivencia en casa compartiera conmigo su preocupación por la mayor de sus hijas, una mujer misionera del Camino y no mucho mayor de 30 años, embarazada de su sexto hijo.
La madre, mi amiga, evidentemente preocupada por la salud de su hija y el bienestar de sus nietos, pudo haber utilizado respecto a su descendencia expresiones como la utilizada por el papa el día de ayer ante la prensa, la que -no solo se me habría clavado en el alma como un puñal- sino que habría sido un puñal en su corazón de madre de familia numerosa y abuela; pero el caso es que mi amiga no dijo una sola palabra que expresara su preocupación a la manera del papa.
Es claro que cuando la prensa o cualquier otra persona lo ponen a uno entre la espada y la pared respecto a lo numeroso de las familias católicas se responda desde las emociones; es natural, pero no lo conveniente ya que las emociones no expresan lo que uno verdaderamente piensa por lo que, viniendo del papa, una frase suelta hace más daño que bien a las familias católicas de las que -de paso- se mofaran en sus barrios y en sus trabajos, pero también a la Iglesia.
Ninguno de nosotros, ni siquiera el papa, debería permitirse frases que maltratasen a nadie. Es mero ejercicio de virtud que se nos exige a todo hijo de vecino. Por qué no vendría bien que el papa se ejercitara?
A todo católico sobre esta tierra le será necesario reconocer que dichas expresiones responden no a la realidad sino a nuestra preocupación ya que la realidad es que las familias católicas numerosos y, particularmente las familias del Camino neo-catecumenal, son sobrenaturalmente responsables y que no hay quien los supere en gracia recibida para aprender a fiarse de la Divina Providencia.
Es que acaso para demostrar lo eficaz de la gracia no basta el que sus hijos lleguen a ser de adultos magníficos seres humanos?
“Por sus frutos los conoceréis” Mt 7, 20
¡Remitíos a los frutos y mordeos la lengua!

Cuando se ha sido un alejado y, por gracia, se regresa buscando el contenido que el mundo no ofrece a la existencia, la manera con que los del Camino viven su fe y celebran la liturgia, despierta el interés por celebrar y vivir el Misterio a profundidad.
Desde el primer día supe que el camino seguro pasaba por la obediencia al Obispo a la que me he mantenido fiel junto a los amigos que asistieron el domingo 18 de enero del 2015 a la misa tridentina que celebró el padre Agustín Pelayo Corona (instituto de los Consagrados del Santísimo Salvador) en la parroquia a cargo del padre Sixto Varela situada en san Joaquín de Flores en la Diócesis de la Alajuela cuyo obispo es Mons. Ángel Sancasimiro.
Al día de hoy, ya está andado gran parte del camino que emprendí junto a Andrés primero y luego al lado de José Pablo; ahora puedo morir en paz ya que existe un obispo, un párroco, un sacerdote en toda regla para celebrarla y un grupo de fieles que se perfila cada día más cohesionado ya que tiene acólitos preparados y ¡hasta un coro que canta como los ángeles!.
Han notado que un solo día de sol tras un temporal provoca que olvidemos las sensaciones de soledad, tristeza y opresión provocadas por el mal tiempo? Completamente se olvidan! Es impresionante!
Quienes generan políticas públicas deben estar bien enterados de la teoría política llamada “la ventana de Overtorn” la cual consiste en un mecanismo de categorización que sirve al político para determinar la estrategia a seguir para imponer el ideario que dará satisfacción a su sed de poder y a los intereses económicos a los que sirve.





