9.08.17

29.07.17

María lo pensó primero

Saben? Siempre me ha causado cierto infantil regocijo el relato de las bodas en Caná al ver a la Madre tomando la iniciativa en el anuncio del Reino. 

Es que ella, parece siempre pensarlo todo primero; antes que los demás.

Conmigo, que me haya dado cuenta, lo hizo el día en que –súbitamente- mi madre enfermó y que, no sé quién, puso un rosario en mis manos, el que me acompañó desde ese día hasta el final del duelo.

Dejé el rosario por mucho tiempo y siempre me he preguntado por què.

No sé bien, quizá porque estuve pagada de mi misma; porque –probablemente- todo me iba bien.

Tampoco es que, cuando –de nuevo- empezaron a ir mal las cosas, fue que lo retomé.

No. Todavía mi cabezota no fue capaz de entender lo que se me estaba diciendo aun cuando todo indicaba que era necesario rezar.

Lo tomaba un día y a la tercera Avemaría quedaba dormida. Otro día, y era roncando al tercer misterio. Dos semanas después y, lo mismo.

No se entiende, en realidad, la falta de perseverancia y, antes que eso, esa falta de amor.

Pues, bien, de poco tiempo para acá he mejorado notablemente y no por mérito propio sino porque, quizá debido a la urgencia, la propia Madre se me ha vuelto a adelantar al alcanzarme del cielo aquello que aprovechara a mi alma y a la de aquellos para quienes pido su intercesión.

Me parece que el asunto se aceleró cuando un día le abrí mi corazón para pedirle perdón.

Si, pedí perdón a la Madre en un par de temas pendientes entre nosotras.

Una vez reconciliada, advertí notable mejoría; tras lo que, con gran entusiasmo, en el momento en que me enteré, me uní a la iniciativa del cardenal Burke en el rezo del rosario el primero de cada mes, entre cuyas intenciones se encuentra pedir al Señor que suprima de manera completa y definitiva la reinante confusión en de la Iglesia.

Desde entonces, me ha quedado muy claro que la Madre, ha ido siempre por delante:

- en alcanzarme la gracia para pedirle perdón

- en un mayor amor a Dios y, lo que no deja de maravillarme, un párroco como Dios manda

- en poner en mis manos un librito titulado “José, el esposo de María”

- en acercarme a personas con gran fidelidad a Cristo, devoción a la Madre así como al Sagrado Corazón de Jesús

- en rodearme de soledad, silencio y tiempo suficiente para reflexionar y orar

- en regalarme diversas incomodidades para que fije mi mirada en Quien es todo lo nuestro

- en desear unirme a Cristo en su sufrimiento redentor

- en  darme entender lo que se espera de mi durante un período desfavorable en la vida de la Iglesia

- en moverme a misa, hora santa y sacramentos frecuentes

- en alcanzarme del cielo amor por el papa para que, de esa manera, pueda a orar por él con caridad y, lo que constituye la cereza en el pastel,

- equiparme, a través de María Trinidad (una buena amiga linarense poseedora de un nombre extraordinario), con un rosario bendecido en Fátima para el centenario de las apariciones.

Una preciosidad, dicho sea de paso; tan bello y eficaz como podría ser la mejor espada de Juana de Arco, la más bella y delicada “florecilla” o la mejor epístola de Catalina de Siena.

Como he dicho, la Madre se adelanta en todo, incluso, a nuestra fragilidad; porque no es que haya alcanzado ningún grado de perfección en nada de lo anteriormente dicho. Soy un neófito, apenas.

Observen sus propias vidas; hagan un listado al igual que yo y, verán que es cierto lo que digo.

A la Madre, el Señor le ha dado la Gracia para –incluso- adelantarse al Hijo.

No iba a dársela para que se nos adelante, también?

San Alfonso Ma. de Ligorio, en su libro “Las glorias de María” cita a San Alberto Magno cuando aplica a MARÍA aquellas palabras de la Sabiduría (6, 14): Praeoccupat qui se concupiscunt, ut illis se prior ostendat. (Se anticipa y viene a buscar aun a los que no la buscan. Antes de llamarla ya està ahì.)

28.07.17

"Los cristianos no pueden regresar a las catacumbas" Card. Müller

Sin temor a equivocarme puedo decir que, Papa emérito Benedicto XVI eligió al Card. Müller para sucederle como Prefecto en la Congregación para la Doctrina de la Fe, porque deseaba darnos a quien sabría adelantarse al espíritu de los tiempos; sin embargo, recientemente han prescindido del servicio del cardenal, tras lo que ha ofrecido una entrevista muy clarificadora sobre el papel de un obispo, un cardenal y de quien le suceda como prefecto y, con ello, el papel de todo fiel católico. Dicha entrevista la encontraràn en Infocatólica. De allí cito textualmente:

“Los cristianos no pueden regresar a las catacumbas. La dimensión misionera es fundamental para la Iglesia católica. No podemos evitar las batallas actuales. Cristo dijo que Él no había venido al mundo para obtener una paz superficial, sino para desafiarnos, para que los cristianos obtengan la gracia para vivir siguiendo el camino que Él indicó. Y tenemos que hacerlo cuando las condiciones, como las de hoy, no son favorables”.
Card. Müller, para Il Foglio, julio 2017

Por estas latitudes, antes el invierno era que, hacía sol en la mañana y en la tarde llovía; sin embargo, ahora es que, amanece lloviendo y llega la noche para seguir en lo mismo. 

Aquí donde vivo llevamos cerca de dos meses a ese ritmo y, parece mentira, pero ya el cuerpo sufre las consecuencias de la poca luz, el frío y la humedad. 

El clima marca como una especie de ausencia de vida que va minando el ánimo hasta la próxima vez que el sol se deja ver. Quienes salen a trabajar no lo notan tanto como los que trabajamos aquí mismo.

Este invierno atípico mucho me dice sobre el actual clima eclesial. 

Cuando no hay suficiente luz solar, como ahora, quienes estamos atentos a los cambios en la naturaleza notamos que las plantas crecen muy altas y rápidamente. Hay que ver lo rápido y alto que crecen!

A nosotros la gracia nos desafía a que, cuando no hay suficiente luz, crezcamos alto y rápidamente hasta encontrarLa.

Nosotros, como las plantas, la luz que buscamos está en lo alto, en el cielo, en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. No hay otra luz fuera de Él.

Unos, consideràndose luz, dicen que debemos seguirlos porque la luz está en lo que piensan y, otros, en lo que hacen, pero no, la Luz está de lo alto. Es allí donde hemos de volvernos para, como las plantas, crecer alto y rápido.

En todo caso, si siguiéramos a algunos, sigamos a quienes no muestren signos de luz artificial sino que, señalándonos la luz, nos hagan volvernos hacia ella; para lo cual hace falta la gracia del girasol. 

Pidamos ser como girasol que sabe de Quièn recibe la luz, la verdadera vida. Pidamos esa gracia. 

Somos como las plantas que necesitan la luz del sol. No luz artificial como la de que somos capaces sino la de Quien es el Sol por antonomasia.

A todo esto… y, si la Parusía fuera mañana? Podríamos decir como Simeón: - Señor, según tu promesa, ahora puedes dejar a tu siervo ir en paz porque mis ojos han visto a tu Salvador: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel?

“Los cristianos no deben regresar a las catacumbas” ha cicho el Card. Müller. Yo digo que no debemos hacerlo porque hasta allí no llega la luz del Sol. 

Hemos de salir a dar la batalla así la tierra se encuentre en penumbras.

Así, por gracia, creceremos alto y rápidamente. 

 

16.07.17

Ay! Si papa emérito hablara!

Me sucede como a papa Francisco que tengo una familia de zarigüeyas viviendo en el cielo raso.

Me pasa como al papa en el sentido de que no solo las he permitido sino que, siendo la administradora, no he sido lo eficiente que he podido ser para exterminarlas y, no es que las mataré porque –para empezar- en mi país es prohibido, pero, al menos me declaro culpable de no haber puesto mayor empeño en expulsarlas.

Tengo la ventaja sobre el papa Francisco de que al menos me doy cuenta de mi error ya que, si estuviera como el papa, verdaderamente convencida, acerca de que convivir con zarigüeyas que se mean sobre mis inquilinos es un desafío necesario a nuestra excesivamente acomodada forma de vivir, estaría en verdaderos problemas; tal como estamos. 

Como les digo, la única ventaja que tengo sobre el papa, es que mi amor por mi casa y el respeto que debo a mis inquilinos, pueden más que yo. 

Es la razón por la que prometo poner fin al asunto de las zarigüeyas.

Hablando de poner fin, se me antoja contar que anoche dormí muy mal por noticias relacionadas con el cardenal Schönborn y el papa emérito Benedicto, por lo que tomé el rosario para rogar, como es habitual, por el papa Francisco así como por las intenciones del cardenal Burke en su iniciativa Tormenta celestial, una de las cuales consiste en suplicar al Señor arroje la confusión fuera de la Iglesia.

Al despertar vino a mi memoria que algún exorcista dijo de Benedicto que el demonio le teme u odia como a nadie.

Por qué habría el demonio de hacerlo si ahora que, por convicción papa emérito, se mantiene al margen del inminente hundimiento de la barca de Pedro, poca cosa podría hacer en su contra?

Pues, justo por eso, porque viéndose el demonio, como las zarigüeyas, comiendo y meando cómodamente, papa emérito vendría a ser el hombre con autoridad para expulsarlas.

Pero, por qué lo haría si –convencido como está- sobre mantenerse al margen, podría ser que nunca hablara?

Lo haría porque su amor por Cristo supera el amor a sus convicciones (a menos que el derecho canónico, o cosa parecida, se lo impidiera)

- Ay! Si papa emérito hablara!

- Sí, pero, qué diría?

- Diría lo mismo que yo: - “Fuera de aquí, zarigüeyas del demonio!”

Sí, pero no se hagan ilusiones, si hablara no significaría que la vida nos sería más fácil, al contrario, podría ser que entráramos en un período de mayor inestabilidad en el que sufriríamos mucho pero lo haríamos con alegría ya que, con la intervención de papa emérito, habría quedado demostrado que el Señor ha estado siempre de nuestro lado y nosotros del suyo. Y no es que, por no hablar, no lo esté. De acuerdo?

- Ay! Si papa emérito hablara!

- Y, qué, si no lo hiciera?

- Pues, lo que queda: seguir pescando, remando y achicando hasta que el Señor despierte ya que somos personas de fe.

- Bien, Maricruz! Así se hace! Duro con las zarigüeyas!

 

Sea esta entrada una que los divierta y, aunque un poco sea producto de mis deseos y gran imaginación, renocozcamos que no es que carezca de reales probabilidades.

Ya Dios dirá. Nos baste su gracia.

21.06.17

Obispos: una inaudita e informe división de pareceres

Sobre la historia de la mujer que siguió a su marido hasta el Polo Norte, quisiera mencionar lo que me pareció el más brutal suceso en su aventura que está relacionado con la mujer esquimal que tomó la decisión de acompañarla durante la noche invernal.

La noche en el Artico consiste en que se pierde todo rastro del sol durante cuatro meses. Hasta entonces, de ella, no existía registro de sobrevivientes. Poseyendo este conocimiento, la mujer esquimal quien, además, estaba esperando un hijo del marido de la protagonista, no tuvo reparo en exponer la vida quedándose a su lado.

Ambas sufrieron lo indecible hasta el día en que, para socorrerla, llegó un trineo lo suficientemente pequeño como para trasladar al conductor y tan solo un pasajero; lo cual fue excusa suficiente como para abandonar a la mujer esquimal a sabiendas de que, por permanecer a su lado, había perdido al hijo de sus entrañas.  

La mujer de la historia, bien pudo sacrificarse pero prefirió alejarse, tal como si al hacerlo se borrara el espanto que provocó su egoísmo.  

Bien sabemos que sin Dios nos volvemos seres irracionales, tal como sucedió con la mujer de la historia. Sin tan siquiera un poco de colaboración con la gracia, damos al traste con cualquier mínimo bien que nuestro Creador espera de nuestra libertad. Nos volvemos malos, definitivamente, malos. Irrecuperables, de no ser por intervención divina.

Siendo así, es fácil notar la ausencia o la presencia de Dios en las acciones que las personas realizan.

Claro ejemplo de ello es el nivel de discordancia o armonía en las acciones de muchos obispos, tal como los de Estados Unidos quienes, en conferencia de prensa, no quisieron o no pudieron responder a la pregunta sobre si los divorciados en nueva unión pueden o no recibir la Santa Comunión.

Estoy segura que, de hacérsele la pregunta a muchas otras conferencias episcopales, la falta de respuesta sería la misma: una inaudita e informe división de pareceres. 

A todo esto, me figuro que algo así debe ser el infierno, en donde -por no existir la verdad- no existe forma de ser convocados alrededor suyo.  

Pues, bien, sin poner en duda que entre ellos existen muy buenos obispos, sin embargo, en conjunto se me figuran a Adán y Eva ante el Creador cuando les preguntó sobre si habían comido o no del árbol prohibido.

Respuestas a medias o ninguna respuesta añadió méritos para su salida de Edén.

Sin embargo, elijo pensar que los obispos del mundo no son tan ajenos a la realidad, ni tan ingenuos o interesados como para no reconocer que el resto de los miembros del Cuerpo de Cristo los observa mudo de asombro y padece el resultado de sus acciones.

Prefiero pensar que detectan la gravedad de la situación y que, como nosotros, se debaten tratando de resolver la cuestión dentro del ámbito personal, primero y, segundo, en llegar a una conclusión que no debería tardar en ser expresada dentro del ámbito de la Conferencia Episcopal ante la cual esperaría se enfrentaran sin temor a sufrir censura de ningún tipo.

Aunque, me parece que estoy esperando demasiado ya que, al punto en que el secularismo ha invadido al Cuerpo de Cristo, no deben existir tantos obispos que funden sus decisiones recurriendo a los Padres de la Iglesia, al Magisterio, la Doctrina o la Tradición en general; de tal forma que, una clara y determinante respuesta de las conferencias episcopales, podría hacerse esperar.

Cuyas acciones vendrían a ser semejantes a las de la mujer de la historia cuando al subirse al trineo decretó la muerte de la mujer esquimal.  

Es por eso que he llegado a la conclusión de que no vale la pena aferrarse a los pocos que podrían, con auxilio divino, erradicar el error y restablecer el orden si, para -dentro de unos años, quienes ocupen los mismos puestos, actuarán al modo de la protagonista.

Aferrarse al Señor para que sea todo lo nuestro es lo que vale la pena para que -por Gracia- nos capacite para continuar obrando el bien ya que será el único equipaje necesario.   

Contemos con que, desde ahora, necesitamos ir conformando sólidas comunidades con sacerdote incluido, que nos acompañe a pasar por la cruda noche invernal en la que, ni en sueños, se dejara a ninguno abandonado.