“El alma que a Dios está toda rendida,
y muy de veras del mundo desasida,
la cruz le es “árbol de vida”y de consuelo,
y un camino deleitoso para el cielo”
San Teresa
Los obispos de Costa Rica han hecho un esfuerzo por dar respuesta a los fieles y a la opinión pública sobre las recientes denuncias sobre abuso sexual de parte del clero en su Mensaje Final de CXVIII Asamblea Ordinaria.
No obstante el esfuerzo, de lo que se observa en redes sociales y en el intercambio personal con los fieles, no consiguen restaurar su credibilidad ni obtener el apoyo que se hubiese esperado.
Los mismos neo-paganos, con enardecidos comentarios nos dan a conocer su indignación ante lo que ha sido muestra de suma indiferencia hacia nuestro propio pecado. Estas mismas personas, aunque no lo manifiesten de manera asertiva o correcta, esperan del clero que vivan en estado de gracia; es decir, que vivan en santidad, que den muestras de haber hallado aquello por lo que, muchas veces sin reconocerlo, constituye el más profundo anhelo del corazón humano.
Se presenta muy claro que hasta las hordas anti-clericales les reclaman haber perdido el camino al cielo (y, en ellos, al resto de nosotros)
De dicho discurso, el cual solo se puede ver en la página Comunicación Conferencia Episcopal de Costa Rica en Facebook, es posible obtener, por los términos que utilizaron, una clara idea de cuál es para ellos el verdadero desafío.
Me refiero a que, para referirse al abuso sexual utilizaron términos como “gravísimo problema”, “delito”, “fenómeno”, “conducta delictiva”, “crimen”, pero nunca mencionaron la raíz de todo el problema que es el pecado y, por ende, la pérdida de la vida de la gracia y el haberse arrojado de cuerpo entero al juicio errado de la propia subjetividad ante la Palabra de Dios que nos comunica claramente cuál es nuestro origen y destino y los medios dispuestos por Dios para alcanzarlo.
Como nunca mencionaron el pecado como origen de todos los males entonces no se sabe si todavía creen en el poder de la gracia. Sospecho que creen pero nadie podría estar seguro dado su discurso.
Más dan a entender que serán las acciones que tomarán lo que salvará al ministerio sacerdotal del pecado, no la gracia; lo que salvará a la víctima del daño infringido por el victimario, no el reconocimiento de la culpa en el pecador o la enmienda.
Dónde está claramente expresado en ese documento que ni el hombre, ni la Iglesia, se pueden salvar a sí mismos?
Habrá sido ese “profundo análisis” que mencionan tan profundo como pudo haber sido si se tuviese clara la relación entre pecado y gracia?
Lo habrá sido cuando, para empezar, se refirieron al “abuso de menores” cuando el mayor problema son la homosexualidad en los miembros del clero?
Por ahí deberían empezar todos y cada uno de los discursos cuando los obispos traten de clarificar el camino trazado por el Señor; mientras no se haga, mientras no se llame al pecado por su nombre y se admita el poder de la gracia, será perder el tiempo y los recursos que Ella ofreciere en cuanto la tuviéramos por más valiosa que la propia vida.
Urge re-encauzar al ser humano en los caminos de Dios. Cierto.
Acaso no se trata de eso la Evangelización? No apunta a ello cada proyecto o plan pastoral?
O será que, acaso –tal como tengo la impresión según los resultados- todos esos planes y proyectos tan solo apuntan a transformar cada parroquia en un club de lujo para miembros selectos de una agrupación que ha perdido por completo su vocación a la santidad?
Es eso lo que están planteando o es solo que recibimos una impresión equivocada? Cosa que sería imposible si existiese claridad en el discurso. Cierto?
En lo personal, lo que me digo es ¡Diantre!. ¡Cuanto aborrezco la atención que dan a los benditos planes pastorales mientras descuidan todos y cada uno de los sacramentos. Cuanto aborrezco que haya más tiempo para reuniones vicariales y para producir dinero para un nuevo juego de micrófonos que para confesar o formar en la fe a grandes y pequeños u orar en comunidad o visitar enfermos! Lo aborrezco tanto como al pecado porque, quizá, todo lo anterior viene a serlo cuando no es movido por amor a Dios sino por el propio subjetivismo.
Por eso, amados obispos y presbíteros por quienes ofrezco diariamente mí vida, es imperativo que dentro de esas medidas que esperan tomar y desde el seminario nadie avance cuando no haya demostrado comprender que su único llamado es a la santidad y no a obtener una carrera, ni la aprobación de las autoridades, ni del pueblo de Dios ni, mucho menos, del mundo.
Cabe aquí también mencionar que sería injusto no reconocer el esfuerzo individual de algunos pero, como conferencia de obispos, es claro que en su discurso no se escucha la voz de todos por lo que, en ese aspecto es imperativo mejorar así como en;escuchar a los fieles que alrededor del mundo que con amor, al igual que yo, suplican y esperan del Pastor Eterno muchos y santos sacerdotes.
Que las palabras y acciones de los obispos sean más la hoja de ruta trazada por el Señor que un discurso de auto-gestión, conmiseración y condescendencia dirigido a una sociedad funesta de la que ninguna aprobación nunca obtendrán.
Pedimos al Señor que los obispos se expresen como si, realmente, conocieran el camino al cielo. Amen
María, tu que sabes lo que hay en mi corazón respecto a los consagrados, mantén mi corazón unido al tuyo para que nunca me equivoque en el amor.