29.09.23

"Solo Dios", diría Gracia

Tardo y tardo en decidirme a escribir sobre asuntos “sinodales” pero, pensándolo bien, antes que dejarme llevar por el ambiente, lo mejor es dedicar tiempo a gozar, reflexionar y agradecer las circunstancias.

-O-

Tengo mi peluquera de hace más de diez años. La llamo de ese modo porque solo pido sus servicios para cortarme el pelo. No hago uso de sus otros conocimientos, a eso me refiero.
La explicación va porque, en realidad, no paso mucho tiempo con ella tanto como si recurriera a otros servicios. Y nada más que una vez por mes, a lo sumo. De tal forma que, siendo que la veo poco podría pensarse que poco la conozco pero no tanto ya que también es la peluquera de mi hermana y parte del grupo de sus amigos de juventud. Además, vive con su familia cerca de mi casa y fuimos condiscipulos en la universidad. No está de más mencionar que empezó trabajando al lado de su mamá a quien también logro saludar una vez por mes. Su mamá, así como ella es, se alegra tanto de verme y yo, así como soy, se lo agradezco.

A qué voy con todo esto? Con esto quiero llegar a que, como puede verse, la descripción de algo tan simple como el asunto de la peluquera, requirió de observación pero también de profundidad y reflexión, como ya verán.

El otro día, con mi cabeza en sus manos, al preguntarle sobre sus hijos –como cada mes- me di cuenta que todos están casados, “Solo falta el chiquitillo”, ella dijo. Fue cuando se me llenó de luz el alma así como el entendimiento y el corazón de gratitud a Dios por Gracia y su esposo, así como por sus preciosos hijos ya casados a los que conocí desde chiquititos.

Emocionada le dije: -“Te parecerá un poco una de mis chifladuras lo que te voy a decir, pero… qué cosa tan grande ha sido lo que Dios te ha dado en tu matrimonio y las cosas buenas que te ha permitido dejar en esta vida! Sin contar con que te puso en el Camino a crecer en la fe con tu esposo junto a tantas otras personas. Qué obra grande es la obra de Dios en cada uno. Te das cuenta?”.

- “Solo Dios”, dijo ella. 

El padre Olivera Ravassi, recién escribió en el articulito titulado “Nuestra superficialidad” .A qué se refiere? Se refiere “a ese vicio contrario a la humildad que, en vez de poner sus raíces en el humus del espíritu, se vuelve hacia lo insignificante de la planicie”

Menciona que la persona superficial se queda en la apariencia, es incapaz de aprender de las lecciones y es inconstante. Dice que la superficialidad tiene raíz en una vida demasiado fácil, en el miedo al compromiso y en el temor al qué dirán y/o vanidad. Ofrece tres remedios: conservar memoria del pasado, la docilidad y la circunspección, es decir, estar atento a las circunstancias.

Hay cosas que “solo Dios” da, como haber sido agraciado con la suficiente humildad como para hacer frente a las dificultades, haber perdido el miedo al compromiso y al qué dirán.

Hay cosas que solo Dios da y, aunque muchos lo reciben, apenas si se dan cuenta y lo bonito es que viven de su Gracia dando al mundo tanto de lo que reciben. Doy el ejemplo de Gracia, pero también de Alfredo y Samuel; por mencionar algunos que tengo en mente.

Solo Dios y solo El, da a los hombres la fuerte convicción de hacer frente a la guerra que el mundo ha declarado hacia la virilidad, la paternidad y la familia; por eso es de agradecer la existencia de padres como Samuel, y esposos como Alfredo.

A Samuel lo he visto madurar al contraer matrimonio y aún más al llegar a ser padre; lo veo regocijarse por su trabajo de profesor de escuela católica en la que dice puede enseñar a los niños a pensar. Tiene también un grupo de personas con las que se reúne para crecer en la fe y hacen lo necesario para crear una comunidad sólida en lo que –de siempre- ha sido importante.

Por otro lado, Alfredo con su esposa, los veo tan bien instalados en la fe, haciendo y diciendo lo que corresponde, con humildad, sencillez y caridad.

De Alfredo, puedo decir además que fue uno de los primeros en organizar y divulgar el Rosario de Hombres en Costa Rica el que al día de hoy cuenta con cuatro ciudades que el 7 de octubre del 2013, en convocatoria mundial, tendrán la belleza de ver a los varones de rodillas con rosario en mano.  

Un gesto público con el que “buscan recuperar el lugar del hombre en un mundo que ataca la masculinidad” y, con el mismo declarar que “el lugar del hombre está en ser protector de la familia y ser testimonio en una vida “ora et labora” en un mundo adverso a los valores de la fe

La vida de Gracia, Samuel, Alfredo y sus queridas familias, cuando elegimos mirar lo esencial, no es nada común, lo que me hace pensar que las suyas son del tipo de existencia de la que Dios se valdría para regenerar la humanidad, en caso necesario; pero, sobre todo, para conservar a la Iglesia tal como la concibió. 

Hace bien el padre Olivera puntualizando sobre la superficialidad ya que, por contraste, nos permite darnos cuenta de la utilidad tan grande que saca Dios de la humildad de quien le toma el gusto a ser profundo y reflexivo.

“Sólo Dios”, diría Gracia.

26.08.23

Todas las flores del mundo

“Jesús es el Camino de la oración; sin oración desconoceremos el Camino”

En lo que he visto se confirma el hecho de que ser intercesor es un don es que, al hacerme enfermo misionero, he querido motivar a otros pero la mayoría no le haya sentido; por más que se les explica, nada. Entonces, siguen enfermitos, sufriendo y con dolor, y llenando la vida de amargura. Es una pena grandísima, la verdad. Son enfermitos por los que también habría que orar.

De la oración es que nace el sentido de la misión y de ahí es que, como enfermos misioneros, podemos ser de gran bien para otras almas para la gloria de Dios. De tal forma que, si alguna vez considera que su enfermedad, sea breve, o prolongada, crónica o no,  podría ser ofrenda, le sugiero hacerlo ya que todo es recibido con suma gratitud y, aunque no lo veamos, son oraciones magníficas ya que saldrán del mismo costado de Cristo, a quien usted se ofrece como reparación por sus pecados y del mundo entero.

Saber que el sufrimiento y dolor tienen sentido lo aprendí de san Juan Pablo II de “Salvifici doloris” o sea, “El valor salvífico del sufrimiento”. Es un documento magistral por lo que ilumina el alma con ideas que tal vez rondaban en la mente pero no se sabe expresar y que, al escucharlas, dan sentido a todo. Y, créanme, aparte del imperativo que es hallar sentido a la existencia, lo siguiente es hallar sentido al dolor y sufrimiento.

Jesús y María con san José se encargan de toda la ayuda necesaria a las almas en las el Espíritu de Dios le inspira el deseo de hacerse ofrenda.

Pues bien, mis enfermedades no son graves pero son crónicas y, si alguna vez se agudizan, pueden mandarme al hospital por algunos días u horas. Eso significa que poseo, por gracia de Dios, un regalo que contiene un don infinito que no pienso desaprovechar.

De ahí que, se reza y no sabe uno bien de dónde sale el deseo y la fuerza del compromiso y el tiempo y las reflexiones y todo lo que surge a partir de la oración. No lo sabe uno bien al principio pero, conforme avanza –cosa que podría tardar años- como en mi caso, se va uno enterando que todo, todo, es cosa de Dios. Lo que llena el alma de gratitud y deseo de seguirlo haciendo. No por otra que cosa que por permanecer en la compañía santa de Jesús y sus seres queridos.

El catecismo nos explica que hay tres formas de oración: vocal, meditativa y contemplativa. Eso lo pueden estudiar en los numerales 2700 y s.s.

Después de que lo estudien y mediten un poco, consérvenlo en su corazón para que –conforme avancen- irán notando que gracias preciosas nos da Dios y nada más porque quiere, no porque nos lo merezcamos. Dichas gracias le harán comprender que el camino de la oración es el camino de Jesús, por el que han transitado María, José y todos los santos. 

Ahora bien, teniendo en cuenta lo anterior, les cuento que, ayer -mientras rezaba el rosario- pensaba (quizá de forma distraída) en qué hará la señora María con tantas Avemaría que se rezan durante el día alrededor del mundo. Me preguntaba si tendrá un equipo de ángeles y Santos que procesaran los envíos hacia las manos del Hijo, o si tendría un lugar donde almacenarlas y utilizarlas conforme las necesitan las almas. Ella es administrador, por tanto, debe tener un sistema, me figuro.

Algunos pensarán que estos pensamientos son mera distracción que solo sirven para distraerme de la oración pero, me parece que pensarán diferente (no solo después que lean lo que dice el catecismo) sino cuando les cuente que -al final de dichas divagaciones- concluyo que las Avemaría, cuando son dichas con toda la fuerza de la mente y el poder del corazón, María las recibe como flores y con ellas pinta de colores, de esperanza y alegría este mundo.

Reservándolas aquí, queda engalanado el mundo y también el cielo. Y nuestra alma también al verse tan dichosa de colaborar con Ella en la administración de tanta belleza, bien y verdad.

Me figuro que, entre más amor pongamos en cada Avemaría, más hermosa será la flor y, cuando las decimos un poco distraídos –aunque serán flores pequeñitas y hasta insignificantes- serán flores al fin ya que la Madre sabe que un hijo -aunque esté distraído- cuando quiere estar a su lado, se le ha de prestar atención con todo amor.

Ella no se permitirá dejar nuestros balbuceos infructuosos.

Bendito sea Dios.

5.08.23

De cuando rezo el rosario (VI) | Las cinco cuentas

Siempre me han llamado la atención las cinco cuentas del rosario que se rezan de diferentes maneras. 

Me refiero a las tres cuentas unidas a cierta distancia y otras dos, antes y después de ellas ubicadas después del crucifijo y antes de la pieza triangular que ata las cinco decenas. 

La primera cuenta es un Padrenuestro,  tres Avemarías y por último, un Gloria. Algunos rezan las cinco cuentas al final y, otros, antes del primer misterio.

Algunos rezan las Avemarías sin añadir nada y, otros, con pocas palabras, las transforman en bellos saludos o salutaciones, como también se les conoce.

Supongo que transformarlas en “saludos” es resultado de antiquísima costumbre como fue la de rezar 150 salutaciones a María mucho antes de que se conformara el rosario propiamente dicho.

Desde que las congregaciones religiosas de los primeros siglos se dedicaron a cantar 150 salmos, se dejaron para aquellos miembros de la comunidad que no formaban parte del coro, el rezo de 150 salutaciones.

De dicha costumbre, supongo, ya que no he leído nada contrario, provienen esas pocas palabras que añadimos en cada Avemaría después de la salutación del Ángel:

“Dios te salve, María!” Hija de Dios Padre. Llena eres de gracia…

“Dios te salve, María!” Madre de Dios Hijo. Llena eres de gracia…

“Dios te salve, María!” Esposa del Espíritu Santo. Llena eres de gracia…

Es probable que esta construcción del quinteto tenga relación con la Devoción de las Tres Avemarías que se reza diciendo:

Por el Poder que te concedió el Padre Eterno. Dios te salve, María! Llena eres de gracia…

Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. Dios te salve, María! Llena eres de gracia…

Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. Dios te salve, María! Llena eres de gracia…

Podría ser también que tenga relación con las Letanías y que el quinteto se haya compuesto como Introducción que sirviera de marco solemne para saludar a Nuestra Señora antes de entregarnos al rezo del Rosario.  Las Letanías, por otro lado, vendrían a ser el cierre perfecto al hermoso saludo de las cincuenta oraciones. 

Otros investigadores mencionan que las cinco cuentas representan las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo pero no he hallado nada que confirme este origen.

El caso es que, tras pequeña investigación, no di con el origen de la composición de la cinco cuentas ni regla alguna que diga que se rezan al principio o al final.

En mi caso, las rezo antes de empezar, como Introducción ya que me sirven como magnífico saludo que, de paso, ayuda a mi mente a prestar atención a lo que digo; es decir, como Introducción, la mente y corazón entran en la devoción del rosario manifestando el hecho de que María goza de plenitud de la gracia de la Trinidad, como Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Santo Espíritu.

En cualquier modalidad que presentemos este saludo, repercutirá en nuestra mente de manera que -desde la LLena de Gracia- se nos familiariza con el hecho de que somos consideradas hijas, madres y esposas del Dios Uno y Trino en quien confiamos. De manera semejante los varones. 

Contemplar este don inabarcable es de lo más precioso que se nos da al rezar el rosario.

21.07.23

Para que el alma se vaya pareciendo cada vez más al cielo

De haber leído a Bruno fue que vine a platicar la vez pasada y ahora, también.
En esta ocasión escribió para responder la pregunta: “Qué podemos hacer los laicos en concreto?” Se refiere a todo lo que viene pasando durante la última década.

Bruno responde con varias “estrategias” y la primera es mi favorita y me parece la principal, como “el primer mandamiento” del que deriva todo. Bruno la llamó “La estrategia de María, la hermana de Lázaro” o sea, “contemplación”.

Dice así: “La contemplación es superior a la acción [ ] Necesitamos oración, sacrificios, liturgia de las horas, leer la Escritura y la vida de los santos, rezar el rosario y asistir a Misa para poner la vista en Dios, en su sabiduría y en la belleza de todo lo que hace. [ ] La amargura y la desesperanza que se perciben [ ] vienen de que nos falta poner más que nunca la mirada en Dios

Recuerdo que este blog siempre sirvió para cantar las maravillas de Dios, por lo que –si el tiempo es recio- con mayor razón mostrar lealtad a la fidelidad de Dios poniendo en El nuestra mirada.

Dije la última vez que el padre Iraburu recomienda habituarse a la compañía “del dulce huésped del alma”. El padre no lo dice pero lo digo yo: de qué sirve que haya todavía bastantes presbíteros, teólogos y predicadores a quienes les importa la Verdad si nosotros preferimos perder el tiempo en desesperanzas y amarguras? Digo, qué tiene que pasar para que prestemos atención a Dios que nos ofrece mil maneras para despertarnos deseo de santidad?

Es como eso del “amor al prójimo", algunos desisten de amar al prójimo porque le resulta berrinchudo y sin muestras o deseo de cambiar. Pero, quién dijo que había que amarlo por ser agradable, si lo verdaderamente valioso es amarlo por esa dificultad que tiene para cambiar? Es dificilísimo, si no es por el auxilio de la gracia, amar a quien nos lastima. No estoy diciendo que se debe permitir el maltrato sino que, dejándolo al margen, el desafío que tenemos con el berrinchudo es el mismo que tiene Dios con cada uno, y que consiste en amarnos a pesar del maltrato que de nuestra parte sufre su persona. Un gran acto de humildad y, de seguro, muy querido de Dios, es pedir la gracia para imitar a Cristo en su amor al berrichonso, solo la petición es haber hecho gran avance en el camino al cielo.

Pues, si amar al prójimo es imposible también lo es dejar -sin ayuda de Dios- la acción por la contemplación. En muchos casos,según haya sido la formación, la acción podría haberse vuelto adicción (atención con eso); pero, por algo se empieza, se hace pidiendo humildad (una pequeña y que vaya siendo cada vez mayor) para dar pequeños pasos, como -cuando al ver o recordar algo doloroso o bello- trasladar el pensamiento a Jesús, a María o José, a Dios Padre, al Espíritu Santo o la Divina Providencia. Empezar con pocas palabras, jaculatorias, oraciones. Habituarse a la presencia de Dios es camino de contemplación que transforma el alma. No desanimarse ya que no será cosa tuya sino del Espíritu Santo que te dará el deseo y también el actuar. Mantente despierto con deseos de aprender. Verás milagros!

Yo sé, yo sé que cada vez menos consagrados que nos muestran cómo ser santos, seguramente les parecerá obsoleto. Yo lo que me digo es cómo habrán llegado a esa conclusión? No les parece raro eludir el tema de la santidad? Yo lo que me digo es, cuál católico no querría que le mostraran cómo ser santo? Si es la impronta divina y a lo que aspira el alma!

Es verdaderamente raro que actúen así, parece que desconocen la cantidad de católicos que se dejan llegar hasta donde están los predicadores que les hablan del tema. Se les llenan los auditorios y también los templos. Eso sucede ante sus narices pero insisten en que la santidad no es tema del agrado de todos. En fin…, así son, ya Dios sabrá.

Pues, bien, tú –por el momento- mantente sin pecado mortal, frecuenta el rosario, la Liturgia de las Horas, la misa y todo lo demás que indicó Bruno. Sugiero, además, pedir la intercesión de san Josemaría Escrivá (de mis santos preferiros) para que nos alcance la gracia para santificarnos en el “cumplimiento de nuestro deber de estado”. No  es poca cosa decirlo ni sin importancia obtenerlo. Será confirmación de estar haciendo “algo en concreto” por la situación eclesial.

Cielo bendito! Pongamos de nuestra parte para que el alma se vaya pareciendo cada vez más al cielo, no solo para estar más a gusto, sino y sobre todo, para que a Jesús le parezca el mismo cielo, para que nunca se vaya de ahí.

Amén

16.07.23

Nada puede contra el don de Dios

Recién leí el artículo de Bruno Moreno en el que pregunta “Qué vamos a hacer con el sínodo?”

Me ha servido de mucho, en primer lugar, para refrescar la memoria. Muchas malas acciones se vienen realizando hace mucho.

Cuando el volumen y extensión de malas acciones llega a límites impensados la fe podría tambalearse y hasta perderse, la desesperanza sacar de su sitio al amor.

Qué desgracia enorme para cualquiera!

Pero entonces, es cuando hay que mirar atrás, allá por el libro del Génesis y seguir mirando con atención cada pequeña o gran acción de Dios en la Historia, pasando por los Santos Padres y hasta el día de hoy. 

Ha existido algún espacio de tiempo o circunstancia que escapara al poder de Dios?

Así, como en la Historia, la gracia nos capacita para mirar las pequeñas y grandes acciones de Dios en la propia vida: no ha caido ni un solo cabello …

Nuestra perspectiva es limitada, por eso, caer en cuenta de tanta maldad como la descrita por Bruno que, por extensa y profunda podría destrozar lo más preciado, nos llena de miedo, quedamos ciegos, paralizados por el cortisol. La mente obnubilada, no razona, como consecuencia, el don de Dios deja de parecernos espectacular.   

Dicen los que saben que, para aniquilar al cortisol que por semanas y meses nos dejará con miedo, iracundos, frustrados, resentidos, amargados, conspiranoicos, etc. es necesario entrar en contacto con el agua, o sea, escuchar las gotas en una fuente, la lluvia y el sonido de las olas. O, sencillamente, nadar bajo el agua un buen rato. 

Qué remedio maravilloso que solo Dios pudo dar y la gracia, ayudar a descubrir.

El regalo del asombro ante el don de Dios es lo que llamo la “maravilla”; se vislumbra en el deseo de entrar en familiaridad con la Divina Providencia y surge de la gratitud ante su fabuloso gobierno.

De habituarse a tan dichosa presencia, tal como la flor de mejor aroma y más grata a Dios, florece la humildad que nos embellece con la pureza de su mirada; la que sirve para mirar de nuevo y maravillarse, otra vez.

Qué grandioso estado del alma que haya adquirido el gusto por mirar cómo “todo es visto y gobernado” por la Divina Providencia! 

Divina Providencia, Alegres en la Esperanza, como el título del pater Iraburu. 

Recomiendo a quien desee mantener la fe viva, viva la esperanza y el amor, lo que dice el padre, miren nada más:

“Dios quiere que seamos habitualmente conscientes de su presencia en nosotros. No ha venido a nosotros como «dulce Huésped del alma» para que vivamos habitualmente en la ignorancia o el olvido de su amorosa presencia. Por el contrario, nosotros hemos «recibido el Espíritu de Dios, para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido» (1Cor 2,12). Y el don mayor recibido en la vida de la gracia es la donación personal que la Trinidad divina ha hecho de sí misma a la persona humana, consagrándola así como un templo vivo suyo”. José María Iraburu, de su libro “Por Obra del Espíritu Santo

Entonces, a qué temer si la Gracia delicadamente conduce a los suyos (alguno de los que podría ser uno de esos malos que, como todos, necesita conversión)?.

Pidamos la gracia de habituarnos a la “maravilla” y, con mirada pura, descubramos lo que nos corresponde hacer dentro de las circunstancias.

No habrá nada que pueda contra el don de Dios.