Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, realmente creer, en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo?
A la hora en que estoy escribiendo esto estarán durmiendo. Aprovecho la tranquilidad que eso me ofrece para dejarles esta nota.

El otro día una señora católica con la que crucé algunos correos me dijo (supongo que haciendo alarde del mejor de sus insultos) que ella no hablaba con miembros de “sectas católicas", refiriéndose al intercambio que manteníamos y a mi participación en el Movimiento Comunión y Liberación.





