7.05.20

¡He comulgado!

El padre Iraburu sabe cuánto he buscado un confesor y/o director espiritual. Llevo años en eso, lecturas, oración, discernimiento y decenas de intentos por aquí y allá.
Hace unos cuatro meses conocí al padre E, religioso y maestro en el seminario que construyó su congregación hace cuatro décadas cerca de mi casa.
Una sola misa bastó para que comprendiera que Dios había escuchado mis oraciones. Una sola.
Cuando, terminada la misa, estaba subiendo al carro, el padre pasaba por ahí y se puso a conversar con mi hermano. Aproveché para presentarme y a la vez agradecerle por su misa tan bella.
El caso es que, poco he podido encontrarme con él, solo dos veces: una, para confesarme (fue la mejor y más larga confesión que he tenido, tal vez una hora) y, otra para sacar cita para confesión antes de la pandemia, cosa que –obviamente- nunca sucedió.
No fue hasta esta semana que decidí que ya era tiempo de indagar si podría confesarme “aunque fuera en los jardines” –le dije- “así, no más, a grito pelado; no importa si alguno escuchara por accidente”–pensé- “ya que mis pecados son los mismos de todo el mundo”, me dije, un poco riendo de misma.  
Me he confesado y fue espectacular ya que, como había hecho concienzudo examen de mis pecados durante Cuaresma, los llevaba anotados por lo que fue muy sencillo decir nombres, pecados, actos de reparación que tenía pensados o había realizado, etc.
Recibí la absolución tan agradecida que no saben cuánto!; pero, lo mejor estaba por venir: así, como quien no quiere la cosa, se vuelve el padre y me dice en un tono de voz sin adorno de nada, como lo más lógico y normal: - “Espere para traerle la comunión!”
No podía creerlo!
Así, de rodillas, (no voy a mentir, tenía lágrimas en los ojos) esperé a que el padre regresara y, para cuando tuve a Nuestro Señor delante, no podía apartar la mirada y hasta me descubrí perturbada, siendo yo tan pecadora como soy, tan frágil e impotente para todo.
Pero, “no importa”, pensé en el instante, “Él se ha dado todo a mí y ahora, y siendo que toda me doy, esto no es más que la realización de nuestro ansiado encuentro”; así que, comulgué.
Personas del orbe entero: He comulgado!
De repente, tuve conmigo a todos esos santos que solo podían comulgar pocas veces al año. Los comprendí perfectamente y supe que mi gozo era el suyo y, además, de que estaban contentos de que hubiese aprendido la lección. Los ángeles, lo mismo. Y, María; Ella, por ahí estuvo, sonriendo en complicidad con Nuestro Señor. Sin duda.
Hoy leí sobre ese joven catalán de nombre Ricardo al que, con 21 años, le diagnosticaron cáncer en el pulmón durante la pandemia, quien dijo: - “Bien vale un tumor maligno para la hermosura de lo que estoy viviendo”; pues yo, aunque sin cáncer pero dependiente de Dios en todo sentido, digo también que “bien vale lo que estoy pasando por la hermosura de lo que estoy viviendo

Tengo muy claro que la obediencia a los obispos es obediencia a Cristo, así como tengo claro que necesito de la Eucaristía y los sacramentos; sin embargo, de no haberme visto en el deber de obedecer y privada de los sacramentos, no habría comprendido que Dios, en su Divina Providencia, nos da todo a su tiempo.

Recibir “gracia sobre gracia” significa haberlo comprendido.

Ya llegará el día, en que –dado el caso- conozca que es la hora de defender ante el Estado mi derecho a la libertad de culto y de conciencia; pero, ese será tema para otro momento.

1.05.20

Ideas sueltas para mis vecinos y un par de mis queridos obispos

Mi distrito es muy pequeño, quizá cinco mil habitantes pero, además, es de los más pobres del país. La pobreza no se palpa tan facilmente porque es el campo y aquí, parece todo marchar bien, pero no es así; ya desde antes del virus, habría gente pasando necesidad. El virus nada más ha complicado las cosas y obligado a muchos a esperar ayuda del gobierno. Mucho me temo que si no hacemos un esfuerzo para que estas personas no dependan del Estado, la situación será mas grave. 

La intervención de Mons. Luis Arguello, vocero de la CEE, viene muy al pelo a la situación presente y oportunísima para el Día del Trabajo. 

A continuación algunas de las ideas que vengo dando a mis vecinos y a un par de obispos que, por gracia de Dios, me escuchan. 

  • No sé cómo será que terminarán distribuyendo los alimentos y, aunque asumo que lo harán bien, ninguno debería quedarse esperando ya que, como lo he venido diciendo, las cosas no mejorarán pronto por lo que, es necesario que se comprenda que la vida debe continuar y que el esfuerzo debe duplicarse para no caer en un punto de pobreza del que no podamos salir por nuestros medios. Analicen con cuidado quienes siguen trabajando para que observen que si es posible continuar generando ingresos.
  • Un ejemplo de superación lo he conocido de manera muy cercana y es el de cinco hermanas que quedaron embarazadas muy jóvenes pero que se ayudaban una a la otra para seguir estudiando o ir a trabajar.
    Este mismo ejemplo lo pueden seguir no sólo hermanas sino mujeres de una misma familia, primas, sobrinas, etc. o las mujeres de un mismo vecindario.
    Que todos estemos bajo tanta presión hay que entenderlo como el camino que hemos de seguir para cambiar radicalmente la mentalidad que nos trajo al deplorable estado en el que estamos.
  • En el tiempo de mi abuelita y de mi mamá la gente era mucho más pobre  pero se ayudaban entre ellos según la posibilidad de cada uno; por ejemplo, las señoras con mayores recursos recogían chiquitas de sus parientes o de sus vecinos y las criaban.
    Llegaban señoras a vender tortillas a la casa, los panaderos vendían casa por casa sus productos, las personas intercambiaban trabajo por plato de comida. La gente no tenía para desperdiciar y entonces les alcanzaba más lo que tenían. Muchos no temían trabajar en el campo o haciendo pequeñas labores de todo tipo.
    En ese tiempo no había tanta ayuda del gobierno y por eso las personas eran más independientes y, aunque tuvieran pocos recursos, vivían con mucha dignidad porque debían esforzarse para obtener lo necesario.
    Esa es la dignidad que debemos recuperar porque, aparentemente, la hemos perdido
  • Y es que, póngase a ver; qué de bueno puede tener lo que se obtenga si no es por el trabajo?La ayuda del gobierno no es la tabla de salvación sino el trabajo.
    Si el gobierno o la municipalidad no aprovechan esta situación para ayudar a los pobres a vivir de forma independiente, lo que están generando es una carga extra para el Estado que a ninguno beneficia.Nosotros mismos hemos de exigir que se administre el país de manera que podamos vivir del trabajo en lugar de la ayuda del gobierno.
  • Conozco familias que no son pobres pero que ya cambiaron su estilo de vida, por ejemplo, cancelaron el cable y el internet, contrataron al ICE teléfono fijo y solo el papa y la mamá conservan celular; además, se propusieron distruirse las labores del hogar, Empezaron a comprar en otros establecimientos y a los productores o emprendedores.
    Sin TV ni celulares les queda mucho tiempo para estar en familia y conversar, para rezar los que rezan y para generar ideas para producir, entretenerse y divertirse.
    Ese tipo de cambios son los que esta nueva situación exige.
    Quien pretenda seguir dando prioridad al consumismo, al egoísmo o al ocio, está cavando su propia fosa.
  • Monseñor, buenos días:
    Mi distrito es de los más pobres del país pero existen muchos emprendedores
    Tengo como tres párrocos de estar sugiriendo que utilicen un local comercial que nunca alquilan para crear ahí un mercado para esos ellos.
    Lo he pensado por tanto tiempo que ya tengo bastante clara la idea de lo que se puede o no se puede hacer ahí.
    Yo se que muchas parroquias podrían tener ese tipo de locales por lo que, vendrían bien, ir pensando poner en práctica la doctrina social de la iglesia desde ahí.

—————————-

El realismo que aprendí de Mons. Luigi Giussani rinde frutos y es que, sin realismo no es posible la razonabilidad ¿o, será más bien al contrario?. Ser razonable y ser realista es de de lo que encuentro más apegado a vida cristiana que conozco ya que es el ejemplo dejado por los discípulos y aprendido de mano de Nuestro Señor Jesucristo. De parte nuestra no deberá faltar la oración ya que no faltará la intervención directa del Espíritu Santo. Esa fue la promesa. Lo recuerdan?


 

17.04.20

Tenemos que rezar mucho, mucho!

Mencioné el otro día que, para llegar a este momento, he sido preparada y lo compruebo día a día en medio de sentimientos encontrados porque, aquellas pruebas del pasado, si bien me han capacitado para el día de hoy, no me hicieron invulnerable al dolor y sufrimiento humano que estamos viviendo en el mundo entero y en nuestro país, todavía en pequeña escala y, solo debido a que las autoridades han sido más eficientes y efectivas de lo esperado.

No sabemos cómo será todo en las próximas semanas pero supongo que no será muy diferente a cómo ha venido siendo en otras partes del mundo. La incertidumbre es infinita y, de temer, tanta necesidad que se viene acumulando la que, no sabemos hasta dónde podrá llegar ni si, con nuestras solas fuerzas, podremos darle satisfacción.

No, no, no soy ningún santo, estoy llena de imperfecciones (pido a Dios perdón a diario por mis pecados) pero, aunque pecadora, no me cabe duda de que Cristo está vivo entre nosotros hoy, más que nunca.

Les confieso una cosa relacionada con ésto y es que, me pasó algo raro durante la semana santa y fue que tuve un desgano enorme por rezar el rosario. Como poco tiempo antes había leído que mejor no mortificarse con eso, no lo hice y por lo mismo, platiqué con mi Señora haciéndole ver (como si no lo supiera, jaja) cómo venía siendo la cosa dentro de mí. 

La cosa es que ayer me dije: - “Ni un día más sin sacar el rato para el rosario!”.

Y saben por qué lo hice? Porque tenía ya dos días de haberme ofrecido a ayudar a la Comisión Nacional de Emergencias de mi distrito a levantar una lista, vía redes sociales, de las personas con mayores necesidades.

Anuncié la iniciativa en mi grupito de Facebook y me llovieron solicitudes, al punto que quedé abrumada ya que, no veía cómo, sin doblar rodillas y sin dedicarle tiempo a mi Señor, a nuestra Madre y a san José, iba yo sola, a poder hacer la mínima cosa por ellos.

Viéndome tan inútil ante tanta necesidad muy real y verdadera tuve que recurrir a la fuente de mi alegría, fortaleza y consuelo: mi rosario; que es, en último término, el regazo de mi Señora desde el que le agradezco y suplico por las gracias que necesitamos y la comida que nos hace falta.

Fue bello ayer en la tarde, ¡exultaba de gozo!.

Fíjense que iba por el tercer misterio cuando, en eso, sonó el teléfono (por lo general lo pongo en silencio pero ayer lo olvidé). Era una de “mis pobres” que con gran alegría llamaba para anunciar que habían llegado unos señores de parte mía con montones de alimentos. Me envió la foto, y ¡era cierto!. Un bulto enorme de pura comida. Ninguna de las dos lo esperaba ya que yo, lo único que hice fue llamar a unas personas por teléfono. Ellas se encargaron del resto. 

No solo a “mi pobre” sino a otras tres familias del mismo barrio les llegaron con alimentos.
Han visto la maravilla?  

“Ay! Que alegría me diste! ¡Señor de los cielos, Señor de este gran universo!
Has resucitado y no tengo duda de eso!”

Así cantaba yo ayer por toda la casa en una tarde gloriosa llena de sol.

Siendo así que el rosario me lleva al regazo de la Madre y de ahí a exultar de gozo, no me queda más que decir que, nunca jamás en mi vida pensé estar viendo tanto milagro.

Tenemos que rezar mucho, mucho. Se los digo igual que se lo digo a esas pobres personas, tan necesitadas como podríamos estar nosotros, sin apenas darnos cuenta.

El Señor los guarde, queridos lectores.

9.04.20

Bendito sea Dios por esta Santa Cuaresma

Soy paciente de alto riesgo y como no dispongo de personas cercanas que, con la frecuencia que requiero, me hagan mandados, los hago yo misma pero con suma prudencia; por ejemplo, solo voy al abastecedor del “chino” a unos 75 metros de mi casa. Llego a la hora en que todavía no hay nadie y está todo limpio. Voy con mi mascarilla.Trato de no tocar nada sino solo aquello que voy a comprar y como llevo el dinero recién lavado, se lo entrego al chino y él me da el cambio el cual echa en la cajita metálica que adopté como monedero. Resulta útil ya que, al llegar, lavo mis manos, lavo los víveres, lavo la bolsa de los mandados, también la cajita con el dinero dentro y ¡listo! ¡Todo desinfectado!

Regresando del “chino” me pasó el otro día y fue que, al caminar, escuchaba un ruido como de alguien que viniese tras de mí a quien, obviamente, hubiese preferido evitar; por lo que volvía la cabeza para ver quien era pero no había nadie. Seguía caminando y, a cada paso que daba, el ruido aparecía de nuevo.  

No le di importancia y estuvo bien ya que, unos pasos más adelante –liberada de la preocupación- recordé que llevaba la cajita con monedas en el bolsillo del pantalón. (Jajá)

Sinceramente, yo no sé para qué (san Juan Pablo II, en Salvifici doloris, me enseñó a preguntar “para qué” en lugar de “por qué”) el Señor me eligió para vivir en este período de la historia, es imposible saberlo; lo único que sé es que, apenas sin darme cuenta, me ha venido preparando y sea por siempre glorificado, que me he dado cuenta desde mucho antes que pasara todo esto.

Muchos, todavía no pasan del “no creérselo” o, de la indiferencia o, del temor; pero no, yo he sido preparada y, saberlo, me hace mucho bien.  Me ayuda a ser realista, lógica, razonable. Algo tiene lo de ser razonable porque da mucha paz, casi siempre. jeje

Me prepararon a perder seres queridos: a papá, a varios amigos, a varias mascotas; me prepararon a vivir con pocos recursos, a estar endeudada, a no tener acceso a la salud pública por algunos períodos, a tener recursos de los que la ley no me permite echar mano todavía, a no tener apoyo familiar para ciertas cuestiones, a verme humillada de muchas maneras, a gozar de poca salud, a sufrir de dolores físicos, a manterme aislada por días, a reconocerme frágil e impotente e, incluso, a convertirme en “el pobre” de alguna pareja de amigos que no dejan de pensar en mí, al punto de que, por ejemplo, sin que se los hubiese  pedido, han pagado mi seguro social de este mes para evitarme la preocupación. Claro y, porque me quieren. Creo yo. Cierto, Kinxo? 

Como dije, no sé para qué estoy viviendo todo esto, lo que sé es que tiene sentido en cuanto, día a día, reconozco que nada puedo sin Dios ya que, desde su mano, desde su regazo, desde su corazón, tengo una más amplia perspectiva, gozo de protección y cuidados que ni imaginaba pudiera obtener pero, también de una secreta y profunda alegría (gozo, más bien, será) ya que, siempre estoy contenta y me río, y todavía más cuando recuerdo tonterías como lo de la cajita con monedas. Así me la paso, gozando (lo sufro también, pero contenta) de todo lo que Dios me presenta. Que es mucho y no siempre gracioso o fácil. 

Esto no es producto de mi imaginación, es real, muy real el amor que Dios tiene por mí y la gracia que Madre María me alcanza y la ayuda que me da San José.

Yo estoy ahí con ellos, viviendo como miembro de la Sagrada Familia, siendo uno más, gozando del vínculo que forja entre nosotros el Espíritu Santo. Es real. (Qué otra cosa podría decir?)

Por reconocerme tan dichosa en medio de tanta tribulación y desgracia es que, pido mucho a Dios que conceda tanto o más de lo mucho que me da a quienes más lo necesitan porque, obviamente, habrá muchísimos que estarán necesitando más que yo. Pido a también a Dios que me ayude a ayudar pero, parece que tampoco en eso se me permite hacer gran cosa, por el momento. 

Comparada con una infinita mayoría, soy una ricachona que incluso, por momentos, abusa, a decir verdad. 

Pido mucho por tantos y pido que, mientras pasa la ira de Dios, logren volcar su corazón en el de Cristo, crean y se arrepientan. Que todos nos arrepintamos y pidamos perdón porque no es tiempo para otra cosa. No lo es.

Bendito sea Dios por esta Santa Cuaresma.

El Señor te bendiga, querido lector.

 

6.04.20

Lunes Santo | 2020 "No hay Dios fuera de ti"

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar. (Ap 11)


Tanto Ben Sirá (Sirácida o Eclesiástico) como Jeremías, mencionan el castigo de los enemigos de Dios.

Sirácida dice: “Como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos; para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti

Dice Jeremías: “Pero tu, Señor, juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu venganza contra ellos, porque a ti te he encomendado mi causa”

Más, en Ezequiel encontramos: - “Por mi vida -oráculo del Señor- que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado cambie de conducta y viva

Quiere ésto decir que Dios castiga y lo hace para que vivamos.

Se trata de que se establezca la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios,y la potestad de su Cristo"(Ap 11) no por el castigo en si, sino porque el mismo implica Misericordia. 

Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17, 3)

Una vez fuimos enemigos de Dios, sin embargo, todavía Dios tiene enemigos que serán castigados.

En su Misericordia, Dios triunfa, en quien acoge la corrección.