Prejuicios, indignación e impulsos
Finalmente he comprendido para qué está en mi vida el Trabajador Estrella.
Si uno resulta ser buen observador de la realidad y espera ver en ella signos de la voluntad de Dios, de hecho que los encuentra, yo misma he hallado más de uno este fin de semana.

Escuchamos a un Juan Pablo II que desde joven apostó a mantenerse fiel a la imagen del hombre que halló reflejado en la mirada del Señor, lo estamos viendo subir a los altares.
¡Lo he resuelto! O, al menos, empezado a hacerlo.
Me he limitado hasta el momento a observar las quejas de los fumadores españoles surgidas de la entrada en vigencia de la nueva ley y lo he hecho porque no sería la primera vez que me meto a opinar sobre un asunto español del cual desconozco los pormenores y salgo trasquilada; pero bien, llegó el momento de atreverme a decir algo y no más por un par de cosas que llamaron mi atención:
Si existe algo que tengo que agradecer a CyL es que me ofreció el método para vivir mi fe de manera, podríamos decir, “estructurada”. Ahora comprendo que, mucho de lo que me parecía razonable y que para la mayoría de las personas no lo era, es verdaderamente razonable porque para mi fue, ha sido y continuará siendo una forma totalmente válida (y autorizada por el Magisterio) de vivir mi fe y, ésto se lo debo a haber hallado el carisma de don Giuss.