24.07.21

13.07.21

La liturgia de lo cotidiano

No se puede decir que haya quedado igual que antes de la pancreatitis y cirugía de vesícula del mes de marzo; para empezar estoy menos gorda, también locuaz y un poco más chistosa pero, también he notado que tengo sentimientos que antes no tenía y algunos no son de mi agrado.

Un sentimiento que tengo y que jamás tuve es la envidia; la envidia es tristeza por el bien ajeno.

Me hace sentir muy incómoda pensar que me pongo triste porque alguien es feliz, afortunado o dichoso en este mundo, sobre todo porque no sé por qué tengo ese sentimiento o para qué me sirve darme cuenta que lo tengo.

El caso es que hoy desayunaba un té con unas tostadas con mermelada de guayaba y queso fresco mientras reflexionaba sobre este asunto; así que, tomé a una de las personas que me provocan envidia y empecé a alegrarme por cada detalle que conozco de ella y felicitarla por su dicha a la vez que daba gracias a Dios.

Conforme lo hacía me iba dando cuenta que, Jesús bueno que siempre está conmigo, me escuchó cuando, al sentarme a desayunar, le pedí salud para mis heridas.

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18.06.21

Pandemia, camino de fe y de servicio

Después de la experiencia de algunos días en Facebook conversando sobre las vacunas consulté con un persona de formación impecable y me explicó que algunos católicos están como en una «etapa de reacción» ante el hecho de vacunarse.

Algo parecido a lo que es una de las etapas del duelo cómo es la negación o la ira que se dan como reacción a la pérdida de un bien preciado.

Y, cómo hemos perdido la seguridad de estar saludables y también nos han limitado muchísimo en variados y múltiples aspectos, de ahí la reacción.

Pues bien, la experiencia en Facebook consistió en que, como ya tengo ambas dosis de la vacuna, me puse a conversar sobre el tema y fue cuando empecé a recopilar muchos comentarios de católicos que se niegan a vacunarse.

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4.06.21

¡Te quiero mucho, Jesús!

No sé porqué razón o, si lo que sucede no es más que producto de mi imaginación (aunque lo dudo) pero, me parece que -durante el rosario- nuestro señor Jesucristo ha escogido una jaculatoria para encontrarse conmigo.

Yo digo que es verdad porque así como Jesús lindo eligió presentarse ante los pescadores, Zaqueo y la samaritana, ha elegido mostrarme también su amor de esa manera.

Y, así como los pescadores y a todos los demás se le presentaba y para quién su presencia lo cambiaba todo, así es cuando durante el rosario digo la jaculatoria: “Jesús, manso y humilde de corazón; haz mi corazón semejante al vuestro".

Lo que me sucede no es nada sobrenatural: la mayor parte del tiempo es una certeza que se hace presente, algunas veces acompañada de un gran sentimiento, aunque no es lo común.

Lo común es que, cada vez, entiendo algo importante: Jesus, vivo y presente y la infinidad de matices e implicaciones que pueda eso tener.

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27.02.21

Sucedió mientras cargaba (por mí) la Cruz

A lo largo de mi vida me he hecho algunas preguntas a las que, poco a poco (o de  sopetón) me dan respuesta:

Cómo habrá sido para Jesús vivir sin el respeto y afecto de los más cercanos? 
Cómo será vivir de la Providencia Divina?
Cómo habrán hecho José y María para vivir en absoluta incertidumbre sobre el futuro?
Cómo será la vida de oración para quienes padecen dolores y enfermedades?

No existe pregunta que haya formulado sobre lo verdaderamente importante para la que no haya recibido encarnada respuesta.
Y seguimos contando…!

De hecho, hasta hace  poco venía sintiendo lástima de mi misma, sin embargo, mirando el gris y muy triste paisaje de hoy, cai en la cuenta de lo hermoso que es todo lo que se me ha dado vivir. Majestuoso! Admirablemente bello!

Leyendo pocas páginas de Santa Teresa de Avila se aprende cómo reflexionar sobre la vida pasada de manera que aquello, por gracia, arroje frutos de vida eterna. De leerla es que he entendido que, pese a que tengo el ojo afinado, más fino debe estar para las cosas de Dios debido a que, sencillamente, me conviene si es que, en verdad, deseo seguir por este camino.

De esa lectura es que ahora entiendo que mis preguntas siempre han hallado respuesta y, también, satisfacción mis necesidades espirituales y corporales (sin que lo buscara o haya pedido y, probablemente, porque no sabía buscar ni pedir).

Ayer, rezando el rosario un poco aliviada de una dolorosa lesión en el brazo derecho, iba por el cuarto misterio de dolor (Jesús carga la Cruz);de improviso, recordé algo que dijo mi amigo Oscar.

Oscar es apenas unos años mayor que yo, lo conocí por las redes sociales y después de encontrarnos en persona, continuamos la amistad.

Es noctámbulo y por eso es que las primeras llamadas del día las hace a la hora en que rezo el rosario por lo que rara vez respondo; sin embargo, devuelvo casi todas sus llamadas. Hace unos días, en una de esas, después de haber preguntado por mi salud y haberme con el desahogado, me dijo simplemente que, “cuando tuviera dolor que, por medio de Jesús, se lo regalara". Ese día le respondí que no; que, de ninguna forma.

Esa conversación la olvidé hasta que, rezando, el recuerdo se vino sobre mi como una espada. Rompí a llorar.

Nunca lloro porque, cuando lo hago, caigo en la cuenta de que lo hago por auto-conmiseración y  me detengo ya que me parece que ofendo al Señor. El caso es que esta vez lloré pero el motivo fue el significativo gesto de Oscar.

Porque Oscar enfermó de polio siendo muy pequeño y ha vivido desde entonces en silla de ruedas por lo que, mejor que muchos, sabe de tantas cosas sobre las que no sabemos la mayoría. 

- “Por eso, Oscar, (Señor Jésus) responde por favor: ¿Habiendo padecido lo que has padecido y sigues padeciendo, encima, eres capaz de desear llevar sobre ti mis dolores?”

- “Asi es: Dame tus dolores”

Esto sucedió mientras Jesús cargaba (por mí) la Cruz.

De ahí la importancia de afinar el ojo para no perder el  rastro que nos van dejando.

He ahí.