Mamá contaba que a la abuela Merceditas, su madre, las señoras le encargaban la crianza de sus hijas. Mamá nos contaba que abuela las recibía y las presentaba como hermanitas.
Una vez llegó a vivir con ellas “una muy pequeña y bien feita”, decía mamá. La tomaron con cariño, le desenmarañaron el pelito, la metieron en un palanga para bañarla bien y quitarle los piojos. “Quedó hecha un primor” nos contaba mamá. “Abuela, hasta le puso uno de esos lazos enormes que hacía para mi tan bonitos”, narraba enternecida.
Mamá, aun cuando éramos grandes nos contaba estas cosas y se emocionaba como una chiquilla.
De hecho, solo conocía la historia por vía oral pero hace poco la conocí de manera gráfica cuando una de mis primas me hizo llegar una foto en la que, un poco mayores, aparecen las niñas en el día de su Primera Comunión junto a abuelita Merce y mamá.
En la carita se les ve lo complacidas que estaban.
Qué bendición tan grande para todas!
(Ya vieron a la “feíta"? Si, esa misma, la más pequeña, jeje)
Abuela las alimentaba, las vestía y educaba. Les enseñaba a coser y tejer tal como a mamá y las dejaba ir para cuando estaban listas para casarse. Todas aprendieron a cocinar al lado de mi abuela. Probar la comida de Estercita, quien sigue viva, es comer la comida de abuelita.
Conocí a tres o cinco siendo niña porque la visitaban en nuestra casa o nosotros las visitábamos. Mujeres buenas y agradecidas.
Pues, bien, hoy es la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y estoy muy contenta porque renovaré mi consagración.
“La consagración es comparada con una alianza” decía la Madre Teresa de Calcuta. “Dar tu palabra es darte a ti mismo” y por eso, “de acuerdo con la Biblia, una alianza, te hace miembro de la familia. Imagínate viviendo en Nazareth con María”.
Pues, lo que digo, para imaginarlo basta con preguntarse cómo habrá sido para las hermanitas de mamá ser recibidas como hijas en la casa de la abuela.
Lo puedes imaginar? No te da un vuelco el corazón igual que a mí lo que pudo haber sido para ellas? Lo que podría ser para ti de vivir con María en Nazareth?
De qué hablarían las pequeñas con abuela? De qué hablarías con María de ser tú?
Cómo hablarías con Jesús, su hijo? Cómo le hablarían a mi mamá, su hermana mayor?
Puedes imaginar cuánto habrá cambiado su forma de conducirse y sus pensamientos por tan solo el trato con una madre solícita, firme y cariñosa como mi abuela y una hermana mayor como debe haber sido mi madre?
No te da un vuelco el corazón de imaginar cuánto cambiarías siendo que María te recibiera en su casa?
Si puedes imaginártelo, magnífico, pero si desearas vivirlo, mucho mejor.
Yo, sí, yo sí quiero vivir en Nazareth con María.
Quiero ser la nueva hermanita de mi Señor Jesús y conocer muy bien a san José a quien, de lejos, he admirado y por quien tengo tanto respeto.
Yo si quiero.
Se lo diré hoy en misa a la Virgencita.
Mejor se lo digo ya! Que no me aguanto!.
Y que nos tomen una fotito como esa de mi abuelita con mamá y sus hermanitas.
Madre del Redentor.
Virgen fecunda.
Puerta del cielo siempre abierta.
Estrella del mar.
Mira al pueblo que tropieza y se quiere levantar.
Ante el estupor de cielo y tierra engendraste a tu santo Creador
y permaneces siempre Virgen.
Recibe el saludo del ángel Gabriel
y, ten piedad, de nosotros pecadores.