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4.11.17

Más pequeños gestos que nos hacen católicos (II)

He regresado, pues, a ofrecer más pequeños gestos que nos hacen católicos.

En estos días he venido pensando en el tema no tan concienzudamente como debería pero, igual, leyendo y viviendo, he recopilado algunos cuantos que, de seguro, a muchos les gustarán ya que no son del tipo que, por lo regular, consideramos nos hacen católicos.

Empecemos.

  • Rodilla a tierra o profunda reverencia al entrar y salir del templo.
  • Arrodillarse durante la consagración y, en caso de que no exista reclinatorio y/o no poder arrodillarse para recibir la comunión, inclinar la cabeza o hacer profunda reverencia antes de recibir la comunión y responder a las palabras “Cuerpo de Cristo” con un firme ¡AMEN! 
  • Considerar seriamente recibir la comunión solo en la boca. Les aseguro que notarán la diferencia en sus vidas.
  • Apenas despertar, de rodillas decir una jaculatoria o breve oración como la que me enseñó mi madre de niña: “Con Dios me acuesto, con Dios me levanto, con la gracia y el amor del Espíritu Santo. Dios conmigo y yo con él, cama de canto a canto y bendición del Espíritu Santo. Amèn”.
  • Encomendar nuestros emprendimientos o peticiones especiales al Santísimo Sacramento al despertar y durante el día.
  • Santiguarse con agua bendita al salir de casa y dejarse acompañar del rosario y de una estampa en la cartera y colocar un fondo de pantalla al celular con una imagen cristiana.
  • Tener un Sagrado Corazón de Jesús en la puerta de tu vivienda, una cruz o una placa que indique que eres católico
  • A falta de espacio para tener un oratorio, que sería lo ideal, tener un pequeño altar en tu habitación o donde acostumbras a orar al que puedes agregar estampas, imágenes, una vela, agua bendita con la que santiguarás, etc.
  • Aprender oraciones y cantos en latìn, el idioma oficial de la Iglesia universal. 

 

Realizar lo anterior, por obra de la gracia, irá transformando tu vida por lo que has de saber que avanzarás en el entendimiento de las cosas de Dios y, por lo mismo, se te irán ocurriendo muchos otros pequeños gestos tal como:

  • Dar testimonio de la verdad aun en prejuicio propio, esto es no solo nunca mentir sino predicar abiertamente sobre la gracia, el pecado, la existencia del cielo y el infierno, etc.
  • Buscar acercar las almas a Dios mediante invitación que hicieres a tus conocidos a la Santa Misa, la Hora Santa o, simplemente, a rezar el rosario en tu casa por alguna intención en particular que tengan en común.
  • Practicar todas las obras de Misericordia solo o acompañado.
  • Pedir al Señor y María Santísima las gracias necesarias a tu estado.
  • Consagrarte a los Sagrados Corazones de Jesús y de María y esparcir su devoción.
  • Ir a misa y a la Hora Santa con mayor frecuencia.
  • Separar un momento del día a la oración ya que, de todas formas, se te volverá imprescindible.

 

Por otro lado, existen gestos de otro tipo en los que casi nadie piensa y que, conforme vas avanzado, se te irán ocurriendo, tal como:

  • Entrar en contacto con tu párroco o un obispo y, mediante fidelidad y obediencia, ganar su confianza para presentar dudas, sugerencias y recomendaciones tal como, por ejemplo:

Preguntar por què razón ya no se predica sobre el cielo, el infierno, el pecado y la gracia.
Por què razón no parece interesarles hacer proselitismo si así fue como actuaron los Discípulos.
Por què razón, si los Santos Padres lo hicieron y asì se construyò la Iglesia, ya no combaten los errores teológico-doctrinales que abundan en tantas diócesis.

  • O podrìa ser que se te ocurra, tal como el padre Thomas G. Weinandy, decidir escribir, por ejemplo, al papa Francisco (Casa Santa Marta, Ciudad del Vaticano, Roma, Italia) ya sea imprimièndola y adjuntando tu firma o, escribirla de propia inspiración en la confianza de que la gracia hablará desde tu sentido de la fe o sensum fidelium, como se le conoce. 

La gracia vendrá en tu auxilio ya que, a estas alturas –de seguro- te habrás dado cuenta, que cada uno de estos pequeños gestos ha tenido como finalidad transformarte en auténtico testigo de la  verdad. 

No temas. 

¿No temas?, pero, ¿què digo? Si llegaste hasta aquì, es porque has dado pasos de gigante hacia gozar plenamente de la libertad gloriosa de los Hijos de Dios. 

6.10.17

¿Procura el Señor por todos los medios, hasta por nuestro medio, la salvación de las almas?

Es muy hermoso e interesante ir reconociendo los medios que el Señor utiliza para asignarnos tareas específicas durante la presente crisis.

Pienso, por ejemplo, en David (Alonso Gracián) y María Arratibel, en el padre Javier Sánchez, en Pedro Luis Llera así como en Luis Fernando.

A cada uno de ellos y, a cada uno de quienes colaboran con la gracia, nos coloca como candiles sobre la mesa para que así, la luz que en dones, virtudes y talentos nos ha regalado, brille tal como debe ser, para mayor gloria de Dios y santificación de las almas.

David, por ejemplo, podría haber sospechado unos cinco años atrás que se vería escribiendo en un blog del que beberíamos la verdad que arroja el tomismo? María Arratibel, se imaginaba de protagonista de un documental producido por su hermano agnóstico? Pedro Luis, se veía de director de colegio católico en medio de una sociedad decadente? El padre Javier, se imaginaba con parroquia y trabajando sin descanso por la formación espiritual y litúrgica de las almas? Se imaginaba Luis Fernando comentando los evangelios y a los santos padres?

O, me imaginaba a mi misma viviendo un estilo de vida semejante al de quien hace votos de pobreza, castidad y obediencia?

De ninguna manera.

Cada uno, por separado, tiene una tarea asignada la que, en conjunto, es de una tal fuerza y superioridad que solo puede venir de Dios.

Así como Dios, en medio de la oscuridad, ha brillado, brilla y brillará por siempre. 

Sin mérito alguno ya que no se ha hecho otra cosa que colaborar con la gracia en adhesión a Su voluntad.

Así como de mis amigos españoles podría decir de muchos otros, tal como mi párroco, quien –justo hace un año- ha sido asignado por primera vez como pastor de almas en una parroquia con una paupérrima evangelización.

¿Procura el Señor por todos los medios, hasta por nuestro medio, la salvación de las almas?

¡La procura!

Infinidad de personas se encuentran bajo las mismas circunstancias; aunque la mayoría, apenas cae en la cuenta; sin embargo, el que se enteren o no, no tiene mayor importancia ya que Dios hace todo bien y todo tiene su tiempo.

Eso sí, procuremos un poco del silencio y la oración de la vida contemplativa para que podamos conocerLe, amarLe y servirLe mejor.

Diantre! Porque, es la pura verdad que, entre más se Le conoce más se Le ama y más se desea servirLe mejor.

¡Todo es gracia!

 

30.09.17

Dulce Cristo en la tierra (I)

el que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió” Mt 10,40

El día que te conocí

Te conocí en la tremenda atracción que despertó en mi la manera en la que vivió la enfermedad y el sufrimiento san Juan Pablo II y en la gallardía con la que Benedicto XI conservó intacta la fe y moral de la Iglesia por lo que no pude menos que saltar de alegría el día en que, tras el “habemus papam” te nombraron sucesor de Pedro.

Habría querido escribirte para entonces pero se me hizo imposible ya que para esos días mi padre agonizaba; poco después de tu elección murió en su cama rodeado de su familia.

Una vez ido papá, durante el año de duelo, empecé a seguirte como lo hice con papa Benedicto XVI durante todo el perìodo que ejerciò el ministerio petrino; estuve a su lado en las buenas y en las malas, tal como lo hice con papá.

Acompañar diariamente al papa, beber de sus enseñanzas y darlas a conocer, había llegado a ser habitual en mi por lo que, no iba a ser diferente una vez fuiste nombrado en línea con tu antecesor.

Desde aquél día, bendito día, en que dijiste “Quién soy yo para juzgar?”, llena de contrariedad, continué lo que había venido haciendo en redes sociales desde el 2010 como era ofrecer el contexto de tus palabras para, de esa manera, apoyar a mis hermanos en su comprensión dado que los medios de comunicación seculares habían adquirido el hábito de distorsionarlas provocando gran confusión entre nosotros.

Sin embargo, de poco sirvió, como sirvieron de poco las decenas de tweets que por largo tiempo  envié a @pontifex suplicando que, por amor a Cristo y a su Iglesia, construyeras las frases de manera que les evitaras a los enemigos de la Iglesia elaborar con ellas armas para herir la unidad de la Iglesia.

Por esos días, ahora lo recuerdo, estaba en discusiones con una querida amiga de Tucumán que estaba enardecida debido a tu elección. Mucho enfatizaba en que había sido la más nefasta. Que estaba al borde de perder la fe. Le resultaba incomprensible que Dios Altísimo permitiera el que llegaras a la silla de Pedro.

Obviamente, te defendí y le rogué que te diera una oportunidad, diciéndole: - “Dale un año. Es todo lo que pido. Un año para que papa Francisco se habitúe a su papel de pontífice y para que evitemos caer en desesperación”

Ese día perdí a mi amiga.

No quiso darte ni siquiera esa oportunidad. Más tarde supe que se había hundido en la desesperaciòn e impotencia al verse ante un obispo de Roma a quien, aparentemente, conocía mejor que yo durante sus días como obispo de Buenos Aires.

Yo, en cambio, te di la oportunidad ya que tiendo a pensar siempre bien de las personas por lo que, para conocerte dediqué, no uno, sino tres años de mi vida.

Al mencionarte este suceso con mi amiga y, sobre todo al darte a conocer el resultado, espero que por tu gran amor a las almas, percibas algunos asuntos importantes:

- Tu esmerada labor pastoral como obispo de Buenos Aires había rendido dulces frutos pero tambièn amargos y, continua siendo asì… 

-  Existimos multitud de ovejas que, tal como lo pediste aquél día en el balcón, hemos venido orando intensamente por ti y amándote en la medida en que hemos colaborado con la gracia.

De tal forma que, ten la seguridad de que cualquier cosa que diga de ahora en adelante, corresponde a quien en fidelidad y obediencia, con amor entrañable por Cristo y una pasión por su Iglesia a toda prueba, te ha recibido como a su “dulce Cristo en la tierra” debido a que así Nuestro Señor Jesucristo lo ha querido.  

«¡Oh Dios eterno!, recibe el sacrificio de mi vida en beneficio de este Cuerpo Místico de la Santa Iglesia. No tengo otra cosa que dar, sino lo que me has dado a mí»
Santa Catalina de Siena

4.09.17

La mayor y más perversa mentira jamás elaborada

Todo lo que ha hecho Dios siempre por el ser humano ha sido para encaminarlo hacia la restauración del Bien.

Así fue como lo rodeó en Edén de todo lo bueno.

El pecado original, la gran desconfianza en Dios, provocó en el hombre que, tanto la razón como los sentimientos y emociones, cayeran en gran turbación y desorden respecto a si mismo y a la Creación.

El Antiguo Testamento, respecto a la conducta del ser humano hacia lo creado, no es otra cosa que el forcejeo de Dios con su criatura con el fin de ayudarle a restaurar el Bien y con ello el orden y la claridad de pensamiento.

Durante ese período, Dios no solo pedía las primicias como ofrenda para el sacrificio con el que sellaba su  alianza sino que las mismas fueran sin defecto alguno.

En su incansable afán por hacernos comprender que el Bien se restaura con el sacrificio de lo mejor que de Él hemos recibido, es que buscó preparar el terreno para que, más tarde, comprendiéramos el significado del sacrificio redentor del Hijo.

Dios nos da lo bueno pero, si lo dañamos, El tiene el poder de restaurarlo mientras accedamos a ser ofrenda en el Hijo.

Desde tiempo de Moisés hasta el momento presente, Dios ha forcejeado con el ser humano para que comprenda que, tras la Caída, es necesario aceptar entregarnos como ofrenda.

Y  no una ofrenda cualquiera sino la mejor para lo que nos capacita con su gracia la que, para empezar, nos la ofrece con el Bautismo al cual tenemos acceso solo debido a que Dios se hizo hombre, murió y resucitó.

Por eso es que para los apóstoles se volvió imperioso salir de misión ya que, en ellos, el ser humano finalmente comprendía la importancia de creer en el Dios único y verdadero quien, habiéndose hecho uno de nosotros, se entregó a sí mismo como ofrenda irreprochable.

De dicha certeza es que la gracia los tornó imparables. De què otra cosa?

Salieron de inmediato a bautizar ya que, por la gracia conferida en el sacramento, somos constituidos en hijos de Dios y restaurados en el Bien; es decir, en el orden y claridad de pensamiento para el que fuimos originalmente creados y, a la vez, capacitados para comprender la importancia de –en el Hijo- inmolarnos como ofrenda.

No tiene ningún sentido que, Dios Padre y Creador nuestro, se hubiese tomado todo este trabajo para que, a partir del año 2017 con la publicación de Amoris laetitia, como de la nada, cediera en su inmemorial esfuerzo por salvar al hombre y que, como quien se entrega a la derrota, proponerle un giro de 180º  en el plan de salvación para de facilitarle el que ya no fuera necesario entregarse como ofrenda para el sacrificio y, ni mucho menos serlo, pura e inmaculada.

Que, a partir de la nefasta interpretación que se está dando a dicho documento, se mienta a las almas, haciéndolas creer que podrán salvarse sin entregarse en el Hijo como ofrenda intachable, es la mayor perversión que hayamos sido capaces de elaborar por nosotros mismos desde la creación del mundo.

La mayor y más perversa mentira  jamás elaborada por la mente humana es lo que, a partir del 2017, nos constituye a muchos de los católicos en la vívida imagen de quien vive sin Dios.

28.08.17

En la santidad de los hijos triunfa la gracia de Dios

Fácilmente uno lo puede ver en las familias. Me refiero a que, por ejemplo, de unos padres impecables, resultan hijos aborrecibles sin que nadie encuentre explicación más que el pecado de soberbia.

Hijos santos e hijos necios, es el resultado en la mayoría de las familias.

Lo mismo sucede con la Santa Madre Iglesia católica en la que encontramos hijos que honran la santidad de la Madre tanto como quienes la deshonran dando a conocer a la Madre desde la perspectiva de su particular subjetividad.   

Santa y pecadora, si, pero santa debido a los hijos que honran a la Madre y, pecadora, por quienes, incluso con autoridad, la deshonran toda vez que la lanzan en brazos del mundo; tal como cuando promueven el matrimonio igualitario, la homosexualidad, la anti-concepción, la comunión a los adúlteros o como cuando, flagrantemente, permiten abusos en la liturgia o, disimuladamente, impiden celebraciones de quienes se acogen a lo estipulado en Summorum pontificum.

Cientos, por miles, se cuentan sus pecados! Algunos de los cuales no tienen nombre.

Uno tras otro van sumando sin que podamos hacer nada debido a que –a diferencia de ellos- tenemos respecto por el Misterio que la ha engendrado y la constituye.

Misterio que produce respeto ya que, si existe la Santa Madre Iglesia católica, es porque ha sido fundada sobre el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor hacia quien, con la vida pagamos lo que de adoración y obediencia merece.

En resumidas cuentas, respeto hacia la acción de la gracia que suple hasta en las aborrecibles acciones de sus hijos más despreciables.

Cuánta gracia, Dios mío, y cuánto es su poder, Dios Creador nuestro, para que, pese al sinnúmero de innombrables pecados, ella funda y renueva todas las cosas.

Oh, Jesús mío! Cuánta razón tiene Santa María al pedir que oremos por el perdón de nuestros pecados y para que lleves al cielo, especialmente, a aquellos que más lo necesitan.

Ciegos! Ciegos y necios para no ver que, sobre sus pecados, el Señor, no ellos, produce excelsos frutos en los miembros que la gracia multiplica y conserva en fidelidad sometidos con todo amor a la humillación, a la persecución y el martirio.

Hijos necios, incapaces de admirar que, por sobre su pecado y justo por él, es que vemos al Señor triunfar en la santidad de los hijos.

Hijos santos, en quien triunfa la gracia de Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.