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19.06.20

Para no perder de vista

Dijeron que las parejas infértiles debían tener derecho a ser padres y legalizaron la FIV (a pesar de que en nuestro país  se practican con éxito métodos menos agresivos para enfrentar la infertilidad).; dijeron que la ley sobre el aborto era insuficiente (cuando la existente ha funcionado perfectamente) pero están por legalizar el nuevo protocolo del aborto; dijeron que había que otorgar mayores derechos de los que ya gozan (y otros de los que podrían gozar sin necesidad de llamarlo “matrimonio") a las parejas del mismo sexo y legalizaron el matrimonio igualitario. Ahora les resulta inconveniente que la religión católica sea la oficial del Estado (cuando en la práctica somos ya un estado laico) por lo que están determinados a erradicarla de la Constitución.

Observen cuánto han logrado en solo dos períodos consecutivos de gobierno y de qué manera van venciendo con la Ley a los principios morales universales nada más que para descristianizar la sociedad.

Estas cosas no se vencen solo con protestas, mucho menos con guardar silencio, se vencen con ayuda de Dios mediante el voto con el que se le diga a los candidatos de qué lado deben ponerse para ganar.

Se vence colocándose del lado de Dios y de quienes se han puesto a su servicio; si es un gobernante o un obispo, pues, mejor. 

Por eso está muy bien que nuestros obispos respondan hasta a la más  mínima expresión de parte de funcionarios públicos que agreden el derecho a la libre expresión, religiosa y de culto.
  
Está bien que lo hagan ahora, no después, ya que -cuando nos “conviertan” en Estado Laico- no tendrán manera ni de chistar; ni ellos, ni nosotros tendremos oportunidad de hacerlo; deberemos quedarnos mudos, so pena de multas o cárcel.

Por eso es correcto que nos pongamos de su lado en lugar de batallar en su contra tal como viene sucediendo desde que los obispos decidieron y pidieron obedecer las normas sanitarias.

Es lo prudente e inteligente estar con los obispos en este momento.

La Segunda Lectura del Oficio de Lectura de hoy Viernes XI, T.O. dice lo siguiente:

“Dios quiere que seamos pacíficos y concordes y que habitemos unánimes en su casa, y que perseveremos en nuestra condición de renacidos a una vida nueva, de tal modo que los que somos hijos de Dios permanezcamos en la paz de Dios y los que tenemos un solo espíritu tengamos también un solo pensar y sentir. Por esto, Dios tampoco acepta el sacrificio del que no está en concordia con alguien, y le manda que se retire del altar y vaya primero a reconciliarse con su hermano; una vez que se haya puesto en paz con él, podrá también reconciliarse con Dios en sus plegarias. El sacrificio más importante a los ojos de Dios es nuestra paz y concordia fraterna y un pueblo cuya unión sea un reflejo de la unidad que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”
San Cipriano

De tal forma que, ya que empezaremos a asistir de nuevo a misa este fin de semana, vayamos habiéndonos puesto en paz con nuestros hermanos obispos y con quien fuere, particularmente, con quienes pretenden arrebatarnos derechos fundamentales.
Así todos veremos la gloria de Dios.

7.05.20

¡He comulgado!

El padre Iraburu sabe cuánto he buscado un confesor y/o director espiritual. Llevo años en eso, lecturas, oración, discernimiento y decenas de intentos por aquí y allá.
Hace unos cuatro meses conocí al padre E, religioso y maestro en el seminario que construyó su congregación hace cuatro décadas cerca de mi casa.
Una sola misa bastó para que comprendiera que Dios había escuchado mis oraciones. Una sola.
Cuando, terminada la misa, estaba subiendo al carro, el padre pasaba por ahí y se puso a conversar con mi hermano. Aproveché para presentarme y a la vez agradecerle por su misa tan bella.
El caso es que, poco he podido encontrarme con él, solo dos veces: una, para confesarme (fue la mejor y más larga confesión que he tenido, tal vez una hora) y, otra para sacar cita para confesión antes de la pandemia, cosa que –obviamente- nunca sucedió.
No fue hasta esta semana que decidí que ya era tiempo de indagar si podría confesarme “aunque fuera en los jardines” –le dije- “así, no más, a grito pelado; no importa si alguno escuchara por accidente”–pensé- “ya que mis pecados son los mismos de todo el mundo”, me dije, un poco riendo de misma.  
Me he confesado y fue espectacular ya que, como había hecho concienzudo examen de mis pecados durante Cuaresma, los llevaba anotados por lo que fue muy sencillo decir nombres, pecados, actos de reparación que tenía pensados o había realizado, etc.
Recibí la absolución tan agradecida que no saben cuánto!; pero, lo mejor estaba por venir: así, como quien no quiere la cosa, se vuelve el padre y me dice en un tono de voz sin adorno de nada, como lo más lógico y normal: - “Espere para traerle la comunión!”
No podía creerlo!
Así, de rodillas, (no voy a mentir, tenía lágrimas en los ojos) esperé a que el padre regresara y, para cuando tuve a Nuestro Señor delante, no podía apartar la mirada y hasta me descubrí perturbada, siendo yo tan pecadora como soy, tan frágil e impotente para todo.
Pero, “no importa”, pensé en el instante, “Él se ha dado todo a mí y ahora, y siendo que toda me doy, esto no es más que la realización de nuestro ansiado encuentro”; así que, comulgué.
Personas del orbe entero: He comulgado!
De repente, tuve conmigo a todos esos santos que solo podían comulgar pocas veces al año. Los comprendí perfectamente y supe que mi gozo era el suyo y, además, de que estaban contentos de que hubiese aprendido la lección. Los ángeles, lo mismo. Y, María; Ella, por ahí estuvo, sonriendo en complicidad con Nuestro Señor. Sin duda.
Hoy leí sobre ese joven catalán de nombre Ricardo al que, con 21 años, le diagnosticaron cáncer en el pulmón durante la pandemia, quien dijo: - “Bien vale un tumor maligno para la hermosura de lo que estoy viviendo”; pues yo, aunque sin cáncer pero dependiente de Dios en todo sentido, digo también que “bien vale lo que estoy pasando por la hermosura de lo que estoy viviendo

Tengo muy claro que la obediencia a los obispos es obediencia a Cristo, así como tengo claro que necesito de la Eucaristía y los sacramentos; sin embargo, de no haberme visto en el deber de obedecer y privada de los sacramentos, no habría comprendido que Dios, en su Divina Providencia, nos da todo a su tiempo.

Recibir “gracia sobre gracia” significa haberlo comprendido.

Ya llegará el día, en que –dado el caso- conozca que es la hora de defender ante el Estado mi derecho a la libertad de culto y de conciencia; pero, ese será tema para otro momento.

17.04.20

Tenemos que rezar mucho, mucho!

Mencioné el otro día que, para llegar a este momento, he sido preparada y lo compruebo día a día en medio de sentimientos encontrados porque, aquellas pruebas del pasado, si bien me han capacitado para el día de hoy, no me hicieron invulnerable al dolor y sufrimiento humano que estamos viviendo en el mundo entero y en nuestro país, todavía en pequeña escala y, solo debido a que las autoridades han sido más eficientes y efectivas de lo esperado.

No sabemos cómo será todo en las próximas semanas pero supongo que no será muy diferente a cómo ha venido siendo en otras partes del mundo. La incertidumbre es infinita y, de temer, tanta necesidad que se viene acumulando la que, no sabemos hasta dónde podrá llegar ni si, con nuestras solas fuerzas, podremos darle satisfacción.

No, no, no soy ningún santo, estoy llena de imperfecciones (pido a Dios perdón a diario por mis pecados) pero, aunque pecadora, no me cabe duda de que Cristo está vivo entre nosotros hoy, más que nunca.

Les confieso una cosa relacionada con ésto y es que, me pasó algo raro durante la semana santa y fue que tuve un desgano enorme por rezar el rosario. Como poco tiempo antes había leído que mejor no mortificarse con eso, no lo hice y por lo mismo, platiqué con mi Señora haciéndole ver (como si no lo supiera, jaja) cómo venía siendo la cosa dentro de mí. 

La cosa es que ayer me dije: - “Ni un día más sin sacar el rato para el rosario!”.

Y saben por qué lo hice? Porque tenía ya dos días de haberme ofrecido a ayudar a la Comisión Nacional de Emergencias de mi distrito a levantar una lista, vía redes sociales, de las personas con mayores necesidades.

Anuncié la iniciativa en mi grupito de Facebook y me llovieron solicitudes, al punto que quedé abrumada ya que, no veía cómo, sin doblar rodillas y sin dedicarle tiempo a mi Señor, a nuestra Madre y a san José, iba yo sola, a poder hacer la mínima cosa por ellos.

Viéndome tan inútil ante tanta necesidad muy real y verdadera tuve que recurrir a la fuente de mi alegría, fortaleza y consuelo: mi rosario; que es, en último término, el regazo de mi Señora desde el que le agradezco y suplico por las gracias que necesitamos y la comida que nos hace falta.

Fue bello ayer en la tarde, ¡exultaba de gozo!.

Fíjense que iba por el tercer misterio cuando, en eso, sonó el teléfono (por lo general lo pongo en silencio pero ayer lo olvidé). Era una de “mis pobres” que con gran alegría llamaba para anunciar que habían llegado unos señores de parte mía con montones de alimentos. Me envió la foto, y ¡era cierto!. Un bulto enorme de pura comida. Ninguna de las dos lo esperaba ya que yo, lo único que hice fue llamar a unas personas por teléfono. Ellas se encargaron del resto. 

No solo a “mi pobre” sino a otras tres familias del mismo barrio les llegaron con alimentos.
Han visto la maravilla?  

“Ay! Que alegría me diste! ¡Señor de los cielos, Señor de este gran universo!
Has resucitado y no tengo duda de eso!”

Así cantaba yo ayer por toda la casa en una tarde gloriosa llena de sol.

Siendo así que el rosario me lleva al regazo de la Madre y de ahí a exultar de gozo, no me queda más que decir que, nunca jamás en mi vida pensé estar viendo tanto milagro.

Tenemos que rezar mucho, mucho. Se los digo igual que se lo digo a esas pobres personas, tan necesitadas como podríamos estar nosotros, sin apenas darnos cuenta.

El Señor los guarde, queridos lectores.

9.04.20

Bendito sea Dios por esta Santa Cuaresma

Soy paciente de alto riesgo y como no dispongo de personas cercanas que, con la frecuencia que requiero, me hagan mandados, los hago yo misma pero con suma prudencia; por ejemplo, solo voy al abastecedor del “chino” a unos 75 metros de mi casa. Llego a la hora en que todavía no hay nadie y está todo limpio. Voy con mi mascarilla.Trato de no tocar nada sino solo aquello que voy a comprar y como llevo el dinero recién lavado, se lo entrego al chino y él me da el cambio el cual echa en la cajita metálica que adopté como monedero. Resulta útil ya que, al llegar, lavo mis manos, lavo los víveres, lavo la bolsa de los mandados, también la cajita con el dinero dentro y ¡listo! ¡Todo desinfectado!

Regresando del “chino” me pasó el otro día y fue que, al caminar, escuchaba un ruido como de alguien que viniese tras de mí a quien, obviamente, hubiese preferido evitar; por lo que volvía la cabeza para ver quien era pero no había nadie. Seguía caminando y, a cada paso que daba, el ruido aparecía de nuevo.  

No le di importancia y estuvo bien ya que, unos pasos más adelante –liberada de la preocupación- recordé que llevaba la cajita con monedas en el bolsillo del pantalón. (Jajá)

Sinceramente, yo no sé para qué (san Juan Pablo II, en Salvifici doloris, me enseñó a preguntar “para qué” en lugar de “por qué”) el Señor me eligió para vivir en este período de la historia, es imposible saberlo; lo único que sé es que, apenas sin darme cuenta, me ha venido preparando y sea por siempre glorificado, que me he dado cuenta desde mucho antes que pasara todo esto.

Muchos, todavía no pasan del “no creérselo” o, de la indiferencia o, del temor; pero no, yo he sido preparada y, saberlo, me hace mucho bien.  Me ayuda a ser realista, lógica, razonable. Algo tiene lo de ser razonable porque da mucha paz, casi siempre. jeje

Me prepararon a perder seres queridos: a papá, a varios amigos, a varias mascotas; me prepararon a vivir con pocos recursos, a estar endeudada, a no tener acceso a la salud pública por algunos períodos, a tener recursos de los que la ley no me permite echar mano todavía, a no tener apoyo familiar para ciertas cuestiones, a verme humillada de muchas maneras, a gozar de poca salud, a sufrir de dolores físicos, a manterme aislada por días, a reconocerme frágil e impotente e, incluso, a convertirme en “el pobre” de alguna pareja de amigos que no dejan de pensar en mí, al punto de que, por ejemplo, sin que se los hubiese  pedido, han pagado mi seguro social de este mes para evitarme la preocupación. Claro y, porque me quieren. Creo yo. Cierto, Kinxo? 

Como dije, no sé para qué estoy viviendo todo esto, lo que sé es que tiene sentido en cuanto, día a día, reconozco que nada puedo sin Dios ya que, desde su mano, desde su regazo, desde su corazón, tengo una más amplia perspectiva, gozo de protección y cuidados que ni imaginaba pudiera obtener pero, también de una secreta y profunda alegría (gozo, más bien, será) ya que, siempre estoy contenta y me río, y todavía más cuando recuerdo tonterías como lo de la cajita con monedas. Así me la paso, gozando (lo sufro también, pero contenta) de todo lo que Dios me presenta. Que es mucho y no siempre gracioso o fácil. 

Esto no es producto de mi imaginación, es real, muy real el amor que Dios tiene por mí y la gracia que Madre María me alcanza y la ayuda que me da San José.

Yo estoy ahí con ellos, viviendo como miembro de la Sagrada Familia, siendo uno más, gozando del vínculo que forja entre nosotros el Espíritu Santo. Es real. (Qué otra cosa podría decir?)

Por reconocerme tan dichosa en medio de tanta tribulación y desgracia es que, pido mucho a Dios que conceda tanto o más de lo mucho que me da a quienes más lo necesitan porque, obviamente, habrá muchísimos que estarán necesitando más que yo. Pido a también a Dios que me ayude a ayudar pero, parece que tampoco en eso se me permite hacer gran cosa, por el momento. 

Comparada con una infinita mayoría, soy una ricachona que incluso, por momentos, abusa, a decir verdad. 

Pido mucho por tantos y pido que, mientras pasa la ira de Dios, logren volcar su corazón en el de Cristo, crean y se arrepientan. Que todos nos arrepintamos y pidamos perdón porque no es tiempo para otra cosa. No lo es.

Bendito sea Dios por esta Santa Cuaresma.

El Señor te bendiga, querido lector.

 

6.04.20

Lunes Santo | 2020 "No hay Dios fuera de ti"

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar. (Ap 11)


Tanto Ben Sirá (Sirácida o Eclesiástico) como Jeremías, mencionan el castigo de los enemigos de Dios.

Sirácida dice: “Como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos; para que sepan, como nosotros lo sabemos, que no hay Dios fuera de ti

Dice Jeremías: “Pero tu, Señor, juzgas rectamente, escudriñas las entrañas y el corazón; veré tu venganza contra ellos, porque a ti te he encomendado mi causa”

Más, en Ezequiel encontramos: - “Por mi vida -oráculo del Señor- que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado cambie de conducta y viva

Quiere ésto decir que Dios castiga y lo hace para que vivamos.

Se trata de que se establezca la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios,y la potestad de su Cristo"(Ap 11) no por el castigo en si, sino porque el mismo implica Misericordia. 

Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo” (Jn 17, 3)

Una vez fuimos enemigos de Dios, sin embargo, todavía Dios tiene enemigos que serán castigados.

En su Misericordia, Dios triunfa, en quien acoge la corrección.