Pakistán: vocaciones sacerdotales en medio de la persecución
Cuando leo en la misma frase Pakistán y católico, lo primero en lo que pienso es en Asia Bibi, en la violación de una niña cristiana, en los siete cristianos quemados acusados falsamente de blasfemia, en Arshed y Martha Masih y el bebé en su vientre, arrojados a un horno por negarse a convertirse al Islam.
Pero como diría Hamlet, «hay más cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía». En medio de una persecución violenta anticristiana y con impedimentos legales para vivir la fe, como es la ley de blasfemia, la minoría católica, menos del 1%, es una comunidad de fe y caridad fértil.
Desde principios de 2015 se han ordenado 23 sacerdotes, y 15 diáconos esperan serlo en 2016. En las dos archidiócesis sus seminarios mayores también muestran vitalidad, 96 seminaristas en el de San Francisco Javier de Lahore y 79 en el de Karachi y como apunta el P. Bernard Inayat «sin olvidar las muchas vocaciones dentro de las órdenes religiosas femeninas. Un signo de esperanza que infunde confianza y valor aun en las dificultades».
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