InfoCatólica / De Lapsis / Categoría: Falsas atribuciones

15.06.13

Los «mariachis» no son franceses, son de la Virgen

Origen de la palabra mariachi

¿Cuál es el origen de la palabra mariachi? En algunos círculos todavía sobrevive el mito de que la palabra «mariachi», con la que se designa a los grupos musicales tradicionales de la zona occidental de México, tiene origen francés. Haciendo derivar el término de una deformación de «mariage», ya que solían cantar en las bodas.

Como si previamente a la invasión francesa de México y el imperio de Maximiliano I no hubiese bodas, o las bandas musicales no tuviesen nombre.

La prueba documental se encontró en 1981, en el archivo de la parroquia de Rosamorada, una carta del P. Santa Anna al obispo Diego Aranda y Carpinteiro que denunciaba en 1852 los desórdenes causados en los días solemnísimos por esos que «se llaman por estos puntos mariachis». O sea, ya eran mariachis antes de que llegasen los franceses.

Un artículo de Ricardo Espinosa en «El Sol de México» [8 de abril de 2001] popularizó el origen mariano de los mariachis, fruto del trabajo del historiador de la archidiócesis de Guadalajara, Luis Enrique Orozco.

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31.07.12

Citius, Altius, Fortius; mens sana in corpore sano

Juegos Olímpicos de Londres, 2012. ©AFP PHOTO/JOHANNES EISELE

No me gustan las «Olimpiadas». Sin estridencias. Tampoco el hígado, el pisto y, exceptuando los callos, la casquería en general. Pero si hay que comer, por estar invitado o por dar ejemplo paterno, pues se come.

Aún menos que los Juegos Olímpicos me gusta el ‘olimpismo’; no tanto por el intento de constituirse en una religión universal excluyente, más bien porque es un medio convertido en fin. Reconozco cierto atractivo en su origen romántico, su utopismo fundacional que llegó a contar con el apoyo de católicos de todo el mundo, San Pío X incluido. Un utopismo que como el acné desapareció con la edad.

Es muy probable que la petición de ayuda del Barón Coubertin no fuese totalmente desprendida, tenía especial interés en «unir a la causa» la red de escuelas católicas. Así que no es casual que el lema de los JJ.OO., «Citius, Altius, Fortius» sea de un pedagogo dominico, Henri Didon, O.P.

A estas alturas del discurso, y previendo la deriva de la argumentación, los amigos defensores de las Olimpiadas suelen interrumpirme e intentan hacerme ver las bondades del deporte. No pierdo el tiempo mostrándoles que los JJ.OO. tienen que ver, desde su origen, con la competición, no con el deporte y mucho menos con el ejercicio físico que es a lo que se refieren. Quizá parte de la culpa del desinflamiento de las Olimpiadas consista en que las principales competiciones no están bajo su yugo, gracias a Dios: FIFA, NBA, F1…

No pierdo el tiempo porque tarde o temprano terminan mencionando lo de «mens sana in corpore sano».

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21.03.11

Ni «eppur si muove» es de Galileo; ni «in dubiis libertas» de San Agustín

Galileo ante el Santo Oficio, s. XIX

Otro mythbuster, esta vez por partida doble, dos falsas atribuciones cargadas de intencionalidad en la asignación.

Ni «eppur si muove» es de Galileo…

Sigue costando. Todavía pulula en medios y autores «progres», poco ilustrados pero abundantes, la leyenda de que Galileo fue condenado a la hoguera por mantener la teoría heliocéntrica. La Iglesia había cercenado el progreso de la Ciencia. Merece la pena tratar el asunto con más profundidad en otra ocasión.

Arrancadas de la imaginación las llamas, la cárcel —donde nunca estuvo—y los supuestos tormentos en el potro, todavía permanece arraigado, como postrer acto de rebeldía el «eppur si muove» —sin embargo se mueve—, que supuestamente pronunció Galileo inmediatamente después de su abjuración.

Esta frase no aparece en ningún escrito del gran físico, ni tampoco en relato alguno de los presentes. Y es extraño, con el odio sarraceno que le profesaba más de uno de sus acusadores, habría sido la excusa perfecta para convencer a su amigo el Papa para que hubiese rubricado la sentencia, algo que nunca hizo.

La primera mención a la leyenda la encontramos en la obra del viajero y escritor italiano Giuseppe Marc’Antonio Baretti, más de 120 años después y unos pocos antes de que los fanáticos de la Razón entronizada asesinasen, mediante guillotina, al padre de la química moderna: el católico Lavoisier, la República no necesitaba sabios, y así es hasta el presente.

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12.03.11

«Ladran, luego cabalgamos, Sancho»…, sí, sí, pero ¿qué Sancho?

Quijote y SanchoRetomamos los Mythbuster. En esta ocasión con una falsa atribución muy extendida. Supongo que ya es sabida, simplemente quiero compartir el material acumulado, y que si algún lector posee más datos, pueda ponerlos en común.

El significado es conocido y preciso. En el María Moliner se dice:

«Expresión con que se da a un entender que, si alrededor de cierta actividad, se promueven protestas o críticas, eso es señal de que esa actividad produce efecto»

Eso sí, sobra el Sancho. Que no aparece en El Quijote, como muchas veces se apunta, es un hecho. Ahora con las ediciones electrónicas es fácil de comprobar, quizá antes era tema para expertos. Es lógico que cuele, por que le pega, pero ni lo dijo el Quijote, ni en ninguna otra obra de Cervantes. Ni tampoco en derivadas tipo Quijote de Avellaneda, o Vida de don Quijote y Sancho de Unamuno, ni siquiera de El regreso de don Quijote de Chesterton.

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