Niño de 9 años se salva de ser triturado por «el camión de la basura». Elogio a la censura
Artículos atrasados. Leo que el pequeño australiano Connor se ha salvado providencialmente de haber satisfecho su curiosidad intelectual. La fascinación por el interior del camión de la basura le empujó a ejecutar un nada ingenioso plan.
Se escondió en el cubo de la basura de su casa, para que cuando los automatismos del camión volcasen el contenido, él pudiese situarse en el lateral burlando la vigilancia del camionero. No iba mal la cosa, pero resbala, se engancha el zapato y antes de que las cuchillas rompebolsas hiciesen su trabajo y la prensa hidráulica lo rematase, el conductor miró por la cámara trasera y contempló la escena. Paró el camión y final feliz….
No es difícil ponerse en la piel de los protagonistas. El basurero se sentirá un héroe, y quizá con el tiempo vaya , voluntaria o involuntariamente, agrandando la historia hasta terminar contando que metió medio cuerpo en la caja trituradora para rescatar al niño que habrá empequeñecido en edad.
O en el papel del niño. Que sólo recordará lo que le han ido contando pero que él vivió. O en el de la madre: un achuchón que ni las palas compactadoras del camión, un beso y un previsible pescozón previo al consabido: «que sea la última vez que me haces esto».
Porque cuando una madre o un padre dicen «me haces esto» no lo hacen por motivos egoístas o porque no sepa hablar, el niño es más ella que ella misma. Por él daría mil veces su vida.
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