Batacazo bursátil de Netflix que Elon Musk atribuye al «virus woke» que infecta a la compañía
Hace tres años Netflix se daba un batacazo de suscriptores y de cotización bursátil después de apoyar el aborto en Georgia. Lo de hoy es peor.
La «ley de latidos» de Georgia establecía que si detectan latidos en el niño concebido el aborto es ilegal, al fin y al cabo, si la parada de corazón determina la muerte clínica, el inicio la vida.
Netflix emitió un comunicado en el que amenazaba:
«trabajaremos con la Unión Americana por las Libertades Civiles [ACLU, organización laicista] y otros para luchar contra esto en los tribunales. Como la legislación todavía no ha sido implementada, seguiremos rodando allí, al mismo tiempo que apoyaremos los socios y artistas que decidan no hacerlo. Si se aplicase, nos replantearíamos todas nuestras inversiones en Georgia»
Inmediatamente varias organizaciones provida iniciaron un boicot a la compañía
«Georgia tiene valores pro vida, valores conservadores. No queremos que los valores de Hollywood tomen el control».
El gobernador de Georgia, Brian Kemp, mantuvo su apoyo a la ley:
«Me doy cuenta de que algunos pueden cuestionarla en un tribunal de justicia, pero nuestro trabajo es hacer lo correcto, no lo que es fácil … Estamos llamados a ser fuertes y valientes. No retrocederemos. Siempre seguiremos luchando por la vida».
Pero le dio igual. A finales de 2020, un gran jurado de Texas pedía abrir procedimiento penal contra Netflix por exhibir Cuties. La plataforma defendía la emisión. Unos meses antes el escándalo era en Brasil, por ofender a los cristianos con la emisión de una producción propia de contenido ofensivo sobre Cristo.
Las protestas no le hacían mella. Envalentonaban a la compañía que, como Disney, se han apuntado al movimiento «woke» patrocinando especialmente la ideología de género. Ni siquiera el aviso del año pasado les detuvo, cuando perdía 430 mil suscriptores en su mercado ‘doméstico’ (USA y Canadá).
Este año la caída es más grave y se empieza a notar. Es su primer retroceso en una década. Según informa EP, en los tres primeros meses de 2022, Netflix recortó su base de abonados en todo el mundo a 221,64 millones, lo que representa un incremento de 14 millones de usuarios de pago o del 6,7% respecto del primer trimestre de 2021, pero una bajada de 200.000 abonados en comparación con el cuarto trimestre del año pasado, su primer retroceso en una década.
Y lo que es mejor, que la cosa va a ir a peor, así lo reconoce la compañía:
seguirá cayendo durante el segundo trimestre, cuando prevé contar con 219,64 millones de suscriptores, alrededor de 2 millones de usuarios de pago menos que en el primer trimestre.
Los datos son los que son. En lo que no hay unanimidad es en las causas. Netflix, como si de un Pedro Sánchez cualquiera se tratara le echa la culpa a Putin y a que se ha ido de Rusia. A que hay competencia de nuevas plataformas, etc, etc.
El multimillonario Elon Musk ha puesto el dedo en la llaga y ha sugerido que es, como hace uno, dos y tres años, por su contenido cada vez más ideologizado y su entrega a la ideología «woke»: veganismo, diversidad, LGTBI, apocalipsis climático, BLM y mucha, mucha ideología de género.
The woke mind virus is making Netflix unwatchable
— Elon Musk (@elonmusk) April 20, 2022
No es la primera vez, al comienzo de la invasión de Ucrania ya dejó claro lo que pensaba de la compañía y del valor que otorgaba a ‘los valores Netflix‘: «Netflix espera el final de la guerra para hacer una película en la que un ucraniano negro se enamora de un soldado ruso transexual», con una foto del fondón narco Escobar.
— Elon Musk (@elonmusk) March 14, 2022
Ojalá haya sido una reacción de la gente. Tengo unas dudas enormes después de haber presenciado el comportamiento pastueño de la inmensa mayoría de la población estos dos últimos años. Pero la esperanza es lo último que se pierde y que los católicos descubriesen su «poder» como consumidores sería una noticia estupenda.
Como señala el Santo Padre en Laudato Si, recogiendo el guante lanzado por Benedicto XVI:
Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera. Ello nos recuerda la responsabilidad social de los consumidores. «Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico». Por eso, hoy «el tema del deterioro ambiental cuestiona los comportamientos de cada uno de nosotros»
Y, sí, asumo que esto no gustará a los «tiende-puentes» varios, ni aunque venga del Papa Francisco.
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¡Dios Nuestro Señor a través de Nuestra Bendita Madre lo haga!
He prescindido de algunas series y he visto otras que me han gustado y me han parecido muy dignas, como “Mad men”, “Downton Abbey” (excelentes), “Greenleaf” (sobre una megaiglesia cristiana independiente no denominacional) o “Sucesor designado”, muy entretenida, aunque de exaltado patriotismo estadounidense. Empecé a ver esa película que era una burla de Jesús y el cristianismo y la dejé a los cinco minutos, pues no me hacía ninguna gracia ese tipo de humor ofensivo. Me pasa igual que con “La vida de Brian”.
Es posible que la emisión de determinadas películas y políticas declaradamente ideológicas, como la del caso de Georgia, perjudiquen a Netflix, pero sus problemas se deben más a otros factores, como el elevado precio, la aparición de plataformas competidoras, las cuentas compartidas, la retirada de contenidos de producción ajena hacia las plataformas propias de las productoras, la programación de temporadas completas y no escalonadas o la abundancia de contenidos, que hace que en ocasiones prime la cantidad sobre la calidad.
Pero lo que apunta Elon Musk es cierto, hasta tal punto que responsables de Netflix afirmaron que preferían perder audiencia que renunciar a su ideario. Pues ahí está.
La realidad es que Netflix es como el rey Midas, pero al revés: todo lo que toca lo convierte en mierda. Por ejemplo, una serie bastante buena (y gamberra) como era Broken Mirror en sus dos primeras temporadas, acabó del montón desde que metió sus sucias zarpas esa productora. Y todas sus adaptaciones “Live” de anime (la animación japonesa) están siendo un fracaso comercial total, como “Cowboy Bebop”, por su “corrección política” hasta tal punto que en Japón muchos quieren que se vete la compra de productoras locales (muchas de las pequeñas en crisis) a grandes medios transnacionales occidentales, porque si alguna virtud tiene el género hentai del anime es que al menos presentan las degeneraciones como degeneraciones (de hecho eso significa hentai 変態: “anormalidad”, “perversión”) y no como Netflix y similares, en que las ponen como modelo. La última basura de Netflix en Japón es la serie de 8 episodios ヒヤマケンタロウの妊娠, traducido como “He’s Expecting” o “Kentaro está embarazado”, que en teoría se estrenará mañana, que aunque se presenta como comedia sensibilizadora de las desigualdades sociales de las embarazadas y bla bla bla, ya se ve que es una vuelta de tuerca más a la comida de tarro del público en general.
Espero francamente que se hunda y que el hecho de haber trabajado para ellos sea considerado demérito para cualquier otra, esa gente es tóxica.
En cuanto a la cita de Laudato Si, por un lado muy bueno que el Papa hable de la responsabilidad moral del acto de consumo, pero por otro lado, lo hace en el contexto ambientalista, que no deja de ser políticamente correcto. Quisiera verlo al Papa hablar de esa responsabilidad moral en el contexto de combatir la cultura woke, o sea, el aborto, la ideología de genero, la sodomía, los ataques anticristianos. Lo cierto es que este Papa es muy amigo de todos esos movimientos precirsores del Anticristo, y bajo su pontificado se ha combatido a muchos de los grupos y seminarios que son (o eran, antes de ser eliminados por ordenes desde el Vaticano) bastiones en la lucha anti-woke.
De las cuatro series que menciona, las tres primeras no son de Netflix, sino respectivamente AMC, ITV-BBC y OWN, Netflix opera como mero distribuidor (y así con muchas series y películas de su programa), pero me interesaría saber si nota diferencia de calidad entre las 1.ª y 2.ª temporada de “Sucesor designado” (ABC) y la 3.ª (esta sí de Netflix).
Como menciono en mi anterior comentario, se notó un montón en “Black Mirror”, que empezó producida por Channel 4 y a partir de la 3.ª por Netflix, y la pérdida de calidad fue brutal.
Y es muy triste, por otra parte, cuando el clero mismo, de manera acrítica y entreguista, se apunta en bola e induce a las ovejas del Señor a consumir productos antiéticos como ciertas vacunas que bien conocemos.
gracias Señor por destapar los engaños del que se cree un dios, y exponer sus planes a la Luz
Gracias
Homosexualismo es transexualismo y/o vicio. No hay diferencia. Solo grados. Personas que rechazan su sexo rechazando su sexualidad (la sexualidad propia de su sexo), sin motivo real objetivo. Lo justifican por hedonismo para acallar sus traumas, complejos, frustraciones. Pero motivo real objetivo no tienen. En realidad todas las aberraciones del letrero arcoiris parten de un rechazo al ser, y por extensión, al Creador (a la naturaleza creada por el Creador). La pena es que dejaron de intentar ayudarles.
Por otra parte, que uno de los puntales del transhumanismo en el mundo, caso de Elon Musk, arremeta contra el Woke, me produce especial satisfacción. Es señal de que no hay unidad dentro del Nuevo Orden Mundial. Por mí como si se machacan unos y otros, je je
No tener en cuenta lo que piensan los musulmanes sobre el LGTBI y otras yerbas es prescindir de la opinión de millones de personas. Normalmente se les mantiene al margen como si no existieran, pero existen.
No hay ninguna justificación no solo para estar, ni siquiera para entrar.
Encontrar algo que sea simple entretenimiento también empieza a ser difícil, así que los únicos reportajes que se salvan son sobre animales o sobre cocina de más difícil manipulación. La televisión es un asco.
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