15 razones para usar los métodos naturales en la paternidad responsable
La cuestión central no es el método, es el fin: apertura a la vida. Pero los medios también son importantes. Quizá sea útil dedicar algún tiempo a explicar en qué consisten, soy consciente de que hay mucha desinformación. Me apunto el tema. Los últimos avances técnicos y científicos ayudan a que los «métodos naturales» sean más exitosos, y, recordémoslo, sirven también para aumentar las posibilidades del embarazo.
Es el típico asunto que saca de sus casillas a defensores obstinados y contumaces de píldoras, DIUs gomas y abortos, qué se le va a hacer. Y, sí, abortos, que en muchos casos es un anticonceptivo más, el último, el de la «interrupción» que no puede ser reanudada cuando todo lo demás ha fallado.
Pero el uso de anticonceptivos no sólo tiene una dimensión teológica y moral, también la tiene social y humana, o quizá, precisamente porque tiene una trascendencia moral la tiene social, los «diez mandamientos» sirven de salvaguarda de nosotros mismos.
Hay quien lo vio muy claro, proféticamente diáfano, como Pablo VI en la Humanae Vitae, que se ha constituido el mayor signo de contradicción del cristiano en la sociedad moderna; o quien ha sido valiente con su propia experiencia y reconoce los estragos que produce en las familias y en el alma, como Raquel Welch.
Como todavía habrá escépticos, aporto datos de un estudio curioso, Divorce Rate Comparisons Between Couples Using Natural Family Planning & Artificial Birth Control, de esos a los que los estadounidenses son tan aficionados (y tienen tantos medios y datos, todo hay que decirlo).
Los autores, Physicians for life han correlacionado un montón de variables con aquellas parejas que usan métodos anticonceptivos artificiales y los que no.
Como viene a decir Mattew Warner en su blog: no voy a distinguir causas y efectos, todos están mezclados (algo así como no sé qué es antes, la gallina o el huevo). Comparto sus claras conclusiones, los matrimonios que usan métodos naturales:
- son mejores, más fuertes y estables.
- tienen más sexo
- su vida es más feliz y satisfactoria
- proporcionan a los hijos la madre y el padre que se merecen
- no matan a sus bebés
Además, no tienen efectos secundarios. Y es que los números cantan, las parejas que no usan anticonceptivos:
- tienen una tasa de divorcios extraordinariamente baja (0,2%).
- manfiestan una experiencia matrimonial más feliz
- están más felices y satisfechos con el día a día.
- tienen muchas más relaciones maritales
- frente a los que usan métodos anticonceptivos artificiales comparten una intimidad más profunda con el cónyuge.
- tienen un nivel de comunicación más profundo con su cónyuge.
- son sensiblemente más religiosos y asisten a la iglesia con más frecuencia.
- la oración suele formar parte de su vida cotidiana.
- tienen un sistema de valores fuertemente apoyado en las enseñanzas de la Iglesia y la Biblia
- tienen puntos de vista fuertemente tradicionales sobre la sociedad y la moral
- preservan la unidad familiar de manera más responsable que los otros grupos
- es poco probable que hayan abortado alguna vez
- es poco probable que hayan cohabitado antes del matrimonio
- es poco probable que ambos trabajen a tiempo completo.
- es poco probable que vean bien las relaciones sexuales extramatrimoniales o que las hayan tenido.
Habrá que tener cuidado no se difunda este estudio, terminarán acusando «al Vaticano» de facilitar directrices para lograr la felicidad en el matrimonio.
Nota
El post va sin ilustración, he sido incapaz de encontrar algo adecuado. Si alguien tiene sugerencia la acepto.
48 comentarios
Bienvenido (o yo bienvenido, da igual)
Abrazo
El problema es que esa responsabilidad en la paternidad no reside en el tipo de método anticonceptivo usado, sino en la forma de ejercer la paternidad (potencial o actual). No estaría de más darle una vuelta al cogollo del tema, que el personal bastante despistado anda ya.
Un saludo, Juanjo.
El Billings es simplemente un método de observación de los ciclos naturales de la mujer, de resultas de la cual se pueden tomar decisiones positivos o abstentivas durante los períodos fértiles. No es anticonceptivo no sólo porque puede ser usado para aumentar las posibilidades de procrear, sino también porque en sí no afecta el objeto del acto conyugal, que permanece siempre abierto a la vida. Los métodos anticonceptivos truncan el objeto del acto, y por lo tanto, reciben una calificación moral como de intrínsecamente perversos, no así la conducta abstentiva durante períodos infecundos, que sólo puede fallar en la intención de los cónyuges (falta de motivos serios), nunca en el objeto del acto moral en sí.
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica,
"2370 La continencia periódica, los métodos de regulación de nacimientos fundados en la autoobservación y el recurso a los períodos infecundos (HV 16) son conformes a los criterios objetivos de la moralidad. Estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica. Por el contrario, es intrínsecamente mala ‘toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, hacer imposible la procreación’ (HV 14)"
Asimismo, la conducta de abstenerse en periodos fecundos (supongo que el infecundos que ha utilizado usted es una errata) no merece per se una calificación moral negativa, pero ... ¿y la práctica sistemática exclusivamente en periodos infecundos? ¿Eso no es contracepción? ¿Eso es estar abierto a la vida? ¿Es una forma natural de expresar el amor conyugal?.
Entiéndame ... este cavernícola no tiene intención alguna de enmendar la plana al Magisterio eclesial, pero este cavernícola conoce muy bien los mecanismos psicológicos de autojustificación, porque este cavernícola es un gran pecador.
Y, a la postre, lo que a mi me gustaría es que se hablase más de paternidad (responsable) y menos de métodos para no ejercer la paternidad.
Pero desde el punto de vista moral algo de razón tiene Séneka, ya que muchas veces es una triquiñuela.
Digamos, creo no equivocarme, que son dos esferas distintas. La falta de generosidad, el uso del matrimonio cerrado a la vida y los medios para poder hacerlo.
El "cierre a la vida" también se puede ejercer con métodos naturales. En este caso el método no es inmoral, lo es el fin. En el caso de un anticonceptivo el método, per se, también es inmoral.
Creo que debemos mirarnos todos un poco al espejo.
Con lo que no puedo estar de acuerdo es con la correlación automática entre métodos naturales (lo que me parece un eufemismo, porque sólo conozco un método natural) y paternidad responsable. Estoy convencido de que ese binomio encierra casi siempre una velada intención de convertirnos en señores de nuestras propias vidas, orillando por completo la posibilidad de que Dios nos haga la clase de padres que El quisiera que fuesemos.
Juanjo, lo que "despista" del artículo es el título.
Como el tema saldrá más a menudo este curso te brindo el siguiente post, a ver si lo consigo ;-)
Y en lo del binomio Billings-Paternidad Responsable tenemos que insistir. Desgraciadamente es frecuente encontrarse a gente que dice, pero si yo utilizo el Billings, y no es eso, no es eso.
De todas formas, gracias por las anotaciones. Estupenda ocasión para que matice y remarque.
No hay contradicción entre ser señores de nuestras propias vidas y en ser la clase de padres que Dios quiere que seamos. La paternidad cae también bajo el dominio de la razón, no del azar.
Hay que diferenciar muy bien, en el voluntario moral, el objeto del acto propiamente dicho de la intención. La intención puede viciar cualquier acto, aún el más inocente. Y hay que condenar la intención egoísta, pero tener mucho cuidado con deslindar esa intención de objetos lícitos. De lo contrario, el discurso "el método billings es igual a otros métodos anticonceptivos cuando se usa con egoísmo", es funcional tanto al discurso progre anti humanae vitae como a quienes sostienen que la doctrina católica consiste en tener todos los hijos posibles.
-falta de formación humana y cristiana de los católicos de las 3-4 últimas generaciones
-menosprecio de la importancia de sujetos, objeto, fines y medios en todos los actos morales
-monopolio de la ideología anticonceptiva en la "política educativa" pública, a su vez cuasi monopolio
-monopolio de la ideología anticonceptiva en la "política sanitaria" pública, a su vez cuasi-monopolio
-impresionante expansión de las empresas y "ONGs" de apoyo a la anticoncepción (y aborto): investigación y publicaciones, industria farmacéutica, clínicas privadas, editoriales, ministerio y consejerías de "bienestar social", "familia", "igualdad", "juventud" etc
-descuido, cuando no complicidad, de la mayoría de los centros educativos católicos
-descuido de las diócesis españolas por el tema, más allá de una "clase" en el cursillo prematrimonial -el peor momento-
-descuido, cuando no complicidad, de no pocos de los formadores de algunos grupos y asociaciones familiares
- los hijos no se "tienen", se reciben de Dios, y aquí precismanete es dónde radica el fulcro del debate sobre la responsabilidad de la paternidad.
- no tiene sentido hablar de número de hijos "posibles", objetivamente eso no significa nada. ¿Se puede mensurar la Gracia que acompaña cada don que Dios nos entrega?.
Tal decisión racional puede responder a la gracia y al plan de Dios, o sólo responder parcialmente, o directamente negarlo. Pero siempre es una decisión prudencial de los esposos, que puede ser más o menos acertada, como cualquier otra actividad humana.
El matrimonio debe estar abierto a recibir nuevos hijos salvo motivos GRAVES.
Este es el quid de la cuestión. Qué se entiende por motivo grave.
Una amenaza para la salud de la madre parece motivo grave.
La preocupación por la cuestión económica o la carga de trabajo que supone un nuevo hijo, quizás no tanto.
Conozco muchísimos casos de matrimonios con 10+ hijos, y nunca han acabado debajo de un puente. Bien al contrario, son hogares que irradian luz y alegría, y se pueden contar a chorros las gracias del Señor recibidas.
Es imperativa por lo tanto la dirección espiritual para discernir si estamos ante un motivo grave o no. Lo normal es que nosotros nos equivoquemos en el juicio.
Si lo estamos, entonces solo hay dos recursos: la abstinencia total de relaciones sexuales (que no es lo mismo que la castidad) o el uso de métodos naturales y el abandono en la Divina Providencia.
Coincido con el blogger: tenemos que mirarnos al espejo.
¿o cree, converso, que la moralidad de un acto depende de su dificultad? No somos kantianos.
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10. Por ello el amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de "paternidad
responsable" y diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí.
---En relación con los procesos biológicos, paternidad responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones; la inteligencia descubre, en el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana
--En relación con las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta
el dominio necesario que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad.
--En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad
responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una
familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley
moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido.
--La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden
moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio
responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus
propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una
justa jerarquía de valores.
Y esto, converso, no es doctrina católica. Los esposos son los que tienen que discernir normalmente la existencia de un motivo serio o "justas causas", como dice el Catecismo de la Iglesia, y decidir en materia de paternidad. Pueden asesorarse, pero la decisión es personal y prudencial. Nada sustituye el juicio moral.
Coincido. La calificación moral sería igualmente mala.
Respecto a la dirección espiritual, también estoy de acuerdo. Simplemente la estaba recomendando en la medida en que ayude al discernimiento, ya que a veces no siempre somos objetivos respecto a nosotros mismos.
Mi intervención estaba más basada en el hecho de que a veces la discusión se centra en métodos naturales versus anticonceptivos cuando la pregunta debería ser: ¿por qué, si Dios lo quiere, no traigo otra vida al mundo? Eso es lo que requiere un análisis riguroso y en conciencia.
Saludos
La decisión racional de un cristiano debe guiarse por el discernimiento de la voluntad divina. Que podemos oponernos a esa voluntad de forma consciente o inconsciente no necesita darle muchas vueltas al tema.
Camino: ¿menospreciar la paternidad responsable? Not me, my friend. ¿No será menospreciar los "métodos naturales? (que tampoco).
Luis ha explicado muy bien la dimensión moral de los denominados métodos naturales. Ya se sabe que no son “anticonceptivos para católicos” porque suponen la continencia durante el período genésico.
Ahora, hay en este tema, como en otros asuntos morales, un aspecto añadido de “apologética” en que el me quiero detener. Cabe aclarar que considero muy acertado todo intento de presentar positivamente los temas morales, es decir, mostrar el rostro amable de la virtud, antes que su contracara.
Pero creo que en cierta argumentación se corre el riesgo de asimilar acríticamente diversas formas de utilitarismo vigentes en la cultura occidental, y particularmente en los EE UU, no ajustadas a la realidad integral. No es realista identificar lo moralmente bueno con lo exitoso; ni hacer un balance de consecuencias, positivas y negativas, para mostrar que siempre, el virtuoso, gana más de lo que pierde. Veo que esta suerte de presentación utilitaria de la ley moral natural se da cada vez más entre católicos, como un intento de convencer a otros, católicos o no, de que si obran rectamente, tendrán más posibilidades de ser exitosos en la vida, o por el contrario, si obran mal, tendrán mayores riesgos para su salud y bienestar. Como si fuera sólo cuestión de mercadotecnia, olvidándonos que hay normas morales más evidentes y otras menos, que el pecado incide negativamente en el conocimiento moral, y que los cónyuges que quieran vivir la continencia periódica, necesitan de la gracia para sobrellevar las posibles dificultades y los pequeños y no tan pequeños fracasos que el no usar métodos contraceptivos les puede traer en esta vida.
Saludos.
"Pero es que la voluntad de Dios puede no querer que tengamos hijos en un momento dado. Es obvio, y a eso me refiero. Suponer que la voluntad de Dios es que tengamos hijos de modo irracional o azaroso, es un error. No digo que lo cometas, digo que hay quienes identifican posibilidad biológica de tener hijos con la voluntad de Dios"
Pregunto, porque no lo tengo claro:
¿Es posible tener un hijo contra la voluntad de Dios? ¿no es Dios quien, voluntariamente, infunde la vida, el alma a ese niño?
Un abrazo
Que Dios infunda el alma directamente en el momento de engendrarse un ser humano no significa que la "Voluntad antecedente" de Dios quiera que las circunstancias con que se genera ese ser humano sean. Son distintos órdenes, hay que distinguir. De lo contrario, sería sencillo justificar la fertilización in vitro, la violación seguido de fecundación o el embarazo como consecuencia de una apuesta irresponsable de adolescentes, por ejemplo.
El orden de las cosas está constituído de tal manera que siempre que se da el supósito de la persona humana, con la unión de los gametos, Dios "otorga" el alma o la forma, salvo milagro. Y no es de buena teología contar con un acaecimiento normal y corriente de milagros.
Otro ejemplo: que Dios sustente en el ser la mano del asesino (a tal punto que si quisiera, podría aniquilarlo en la nada) no quiere decir que "quiere" el asesinato.
Voluntad antecedente - voluntad consecuente de Dios - juego de la libertad humana con la Providencia.
Pero no confundir los órdenes ni sacar conclusiones apresuradas. La gracia no releva del actuar humano, ni de la razón.
Disculpa que me entrometa, pero a lo mejor te ayuda: es posible la imprudencia de los cónyuges en la decisión de concebir un hijo.
Saludos.
Pregunta para los que puedan/quieran contestar. Existía en tiempos pre-conciliares la costumbre de que dos esposos pudiesen hacer un voto solemne de vivir célibes y, por lo tanto, no tener hijos. Creo que el caso más famoso fue el de los Maritain, con la aprobación del P. Clerissac; pero hay otros conocidos. ¿Cómo compatibilizar esto con la vocación particular de los laicos en el matrimonio? ¿Fue, tal vez, esto una reliquia de jansenismo?
Anteriores, por cierto, al obispo de Ypres. Creo recordar a san Enrique y santa Cunegunda, allá por el siglo XI. Eduardo el Confesor. Los tipos se casaban por motivos de Estado, pero tenían vocación religiosa.
Difícil de entender, salvo supuestos excepcionales como los de Nuestra Señora y San José, que fue un verdadero matrimonio pero virginal.
En principio, debería haber un bien superior sobrenatural-sacramental en el cual se subsumiera el propio del matrimonio natural.
Respecto al tema crucial (la paternidad responsable), me gustaría añadir un matiz a las argumentaciones ya expuestas.
Es posible que la decisión moral de los esposos (sobre los motivos graves) podría ser erronea, aunque eso es para mi muy discutible. Yo no me atrevería jamás a juzgar sobre la decisión de un matrimonio, porque el fuero interno del matrimonio es sagrado, inviolable hasta para el confesor. Sin embargo, hay un aspecto que va a cuidar de ese posible error, y es una vida de fe provechosa. No es posible que si uno vive la fe en profundidad, si va a misa con asiduidad, si tiene una comunidad que contraste su fe, no es posible, digo, que no se plantee si su decisión (sobre los graves motivos para utilizar los periodos agenésicos) está AÚN justificada. Esto no es siempre igual. La decisión que hace diez meses pudo ser lógica y correcta, a lo mejor ahora es incorrecta, porque las circunstancias familiares o del matrimonio hayan cambiado.
Subrayo esta frase tuya "hay quien lo vio muy claro, proféticamente diáfano, como Pablo VI en la Humanae Vitae, que se ha constituido el mayor signo de contradicción del cristiano en la sociedad moderna".
Es así, tanto que alguna vez he dicho que el Espíritu Santo utilizó la mano de Pablo VI para escribir esa profunda, certera, anticipadora y necesaria encíclica, que explica la raíz enferma de los fenómenos más inquietantes relativos a la moral y vida humana que hoy se padecen. Y al mismo tiempo, señala el camino correcto, el de Dios, a cada creyente que lo quiera meditar en su corazón.
Lamentablemente, en buena parte de la Iglesia aún no se entendido plenamente esta encíclica, menos se puede pretender que el mundo la acepte. Sin duda, ella es la cruz de los caminos.
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 17 de julio de 1994
Queridos hermanos y hermanas:
1. Deseo atraer hoy vuestra atención hacia otro aspecto fundamental del amor conyugal: su apertura intrínseca a la vida. Lo subraya el Catecismo de la Iglesia católica cuando afirma que el amor de los cónyuges «tiende naturalmente a ser fecundo. El niño no viene de fuera a añadirse al amor mutuo de los esposos; brota del corazón mismo de ese don recíproco, del que es fruto y cumplimiento» (n. 2.366).
Captar la grandeza misteriosa de este acontecimiento tiene una importancia fundamental. Como he escrito en la Carta a las familias «en la paternidad y maternidad humanas Dios mismo está presente [...]. En efecto, solamente de Dios puede provenir aquella imagen y semejanza, propia del ser humano, como sucedió en la creación. La generación es, por consiguiente, la continuación de la creación» (n. 9).
Ciertamente, estas palabras tienen una resonancia especial para los creyentes. Pero la simple razón reconoce también su valor porque, en el milagro de la vida humana naciente, es impulsada a reconocer algo que va más allá de un puro hecho biológico. En la generación de la vida humana, la biología postula su propia superación. Y esto no puede menos de tener consecuencias también en el plano ético: no se puede tratar lo referente a la generación de la vida humana, como si se tratara de un puro hecho biológico, susceptible de cualquier tipo de manipulación.
2. La doctrina eclesial de la paternidad y maternidad responsables se apoya en esta base antropológica y ética fundamental. Por desgracia, con respecto a este tema a menudo se entiende mal el pensamiento católico, como si la Iglesia apoyara una ideología de la fecundidad a ultranza, impulsando a los esposos a procrear sin ningún discernimiento y sin ningún proyecto. Pero basta una lectura atenta de los pronunciamientos del Magisterio para constatar que no es así.
En realidad, en la generación de la vida, los esposos realizan una de las dimensiones más altas de su vocación: son colaboradores de Dios. Precisamente por eso, han de tener una actitud muy responsable. Al tomar la decisión de engendrar o no engendrar, no tienen que dejarse llevar por el egoísmo o por la ligereza, sino por una generosidad prudente y consciente, que valora las posibilidades y las circunstancias y, sobre todo, que sabe poner en primer lugar el bien del hijo que ha de nacer. Por consiguiente, cuando se tiene motivo para no procrear, esta elección es lícita e, incluso, podría llegar a ser obligatoria. Pero sigue existiendo también el deber de hacerla con criterios y métodos que respeten la verdad total del encuentro conyugal en su dimensión unitiva y procreativa, tal como la naturaleza la regula sabiamente en sus ritmos biológicos, que pueden ser secundados y valorizados, pero jamás violados con intervenciones artificiales.
3. Pidamos a María santísima el don de la sabiduría del corazón, tan necesario para ver con claridad en esta delicada materia, muy expuesta a las desviaciones de una cultura hedonista y permisiva.
Que ella ilumine a los cónyuges para que vivan, con gran sentido de responsabilidad, su servicio a la vida, y haga de las familias verdaderos santuarios de la vida.
Ante lo profundo de sus argumentos,como miembro 135 de la ONG AdM,le digo que tiene usted razón,y que ojalá todos fuéramos como usted.
Y ahora en serio,
Para mi,todo método que tenga como finalidad tener una relación sexual intentando que dicho acto no tenga como consecuencia una gestación,es un método anticonceptivo. ¿Por qué se habla de "métodos naturales" en vez de "métodos anticonceptivos naturales"? Por batalla dialéctica,sin más.
Podemos estar de acuerdo en muchas cosas: existe una banalización evidente de lo sexual en esta sociedad, hay un miedo al compromiso derivado de una concepción hedonista e individualista, las parejas se comprometen tarde,y aún más tarde tienen hijos con lo cual hay una bajísima natalidad,etc...
Pero estos argumentos a modo de "teletienda" sobre lo bonísimo que es usar los métodos naturales frente a los otros anticonceptivos,digamos artificiales,son más bien ridículos.
El problema es que el discurso que se maneja en los mentideros católicos parece que casi se reduce al sexo. Si sale una nueva ley,¿por qué se critica desde la ICAR? Pues por lo que afeca al sexo. Si se critica EpC,es por lo relativo al sexo. Si algo tranciende a los medios,es que tiene que ver con el sexo...(Los medios también pueden tener aquí su parte de culpa,por supuesto).
Lo que pienso yo es que la felicidad de una pareja depende de muchos factores,y que el sexo es sólo uno más.¿Importante? Seguro,mas sólo uno de tantos. Por lo tanto,no simplifiquen todo en base del monotema,que por lo menos a mi,ya no me cuela.
Si el mismo Dios que varón y mujer los creo, creo a la mujer con periodos fértiles y periodos infértiles, pienso yo desde mi poca sabiduría que sería por algo y para algo. Entonces al utilizar métodos artificiales para regular los nacimientos o simplemente para no tener hijos, estamos faltando a la sabiduría de Dios, mientras que si observamos y usamos de aquello que Dios nos ha dado entonces estamos haciendo la voluntad del Señor.
Con independencia de cualquier valoración moral de las que ya habési hecho suficientes comentarios, me gustaría hacer hicapié en que los metódos naturales(billing, sintotérmico, persona) son absolutamente ecológicos. En una sociedad cada vez más preocupado por el impacto ambiental y por los efectos en la salud de las sustancias químicas que ingerimos en la alimentación, resulta que los métodos naturales son ecológicos y casi nunca se presentan como tales.
Me viene a la memoria un estudio que explicaba que las hormonas femeninas contenidas en los métodos anticonceptivos hormonales (la píldora) se expulsan por la orina y finalmente llegan a los ríos donde tienen un impacto importante en la la fauna acuática. Por lo visto modifica la proporción natural entre machos y hembras en muchas especies.
Por otro lado, muchas mujeres se preocupan de consumir alimentos de producción ecológicos y renuncian a tomar medicamentos alopáticos por miedo a los efectos secundarios. Esta claro que para estas mujeres los métodos preferido deberían ser los naturales.
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