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27.03.14

Forcano: por fin los católicos parecemos seres humanos como todos los demás

Y servidor sin enterarse. Perece ser, Benjamín Forcano dixit, que los católicos andábamos pelín atrasados con relación a los demás y en consecuencia con apariencia de vaya usted a saber pero en ningún caso humana. Ya saben, la culpa del beato Juan Pablo II y del malvado Ratzinger que en lugar de hacer lo que le apetecía a D. Benjamín se dedicaron a otra cosa. Error, qué gran error.

Todo es sabido y requetesabido. Involución, negrura. Unas afirmaciones que no sé cómo no sienten vergüenza al soltarlas: “tras el Vaticano II había habido toda una serie de movimientos de Iglesia compuestos por gente que habíamos avanzado” mientras que Juan Pablo II y Benedicto XVI no aceptaron el concilio. Esto es exactamente el mundo al revés: los pájaros tiran a las escopetas. Con dos razones. Para que vean.

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26.03.14

Es posible recuperar el gregoriano ( al menos algo)

¡Cómo sonaba el gregoriano en la basílica del monasterio del Escorial! Bajo la experta dirección del P. Samuel Rubio, los estudiantes agustinos manejábamos el liber usualis con la misma facilidad que un chavalillo hoy intercambia guasaps con su panda. No éramos músicos profesionales pero entre el director, una eminencia, y algunos compañeros que sí que estudiaban música, se conseguía cantar con mucho más que dignidad.

No era canto exclusivo de monjes y monasterios. Era el canto normal de la iglesia que se ejecutaba con mejor o peor fortuna en cada parroquia por muy de pueblo que fuera. Todavía hoy uno encuentra sin dificultad gente que canturrea los kiries de su niñez sin demasiados problemas.

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25.03.14

Enterratanatum episcopalis

Tengo sobre la mesa los documentos del concilio Vaticano II. La edición minor de la BAC del año 1967. Me estoy encontrando con un problema, y es que a esta edición le faltan bastantes páginas, incluidos decretos enteros. Porque me dicen cosas, me cuentan cosas que están en el concilio y servidor no las encuentra. Ya saben lo que pasa: que compra uno un libro con su mejor voluntad y mira por donde se traspapeló algún cuadernillo. Debe ser mi caso.

Porque hace unos días me vino una persona a preguntarme por qué seguimos utilizando la casulla para celebrar misa, ya que por lo visto el concilio había abolido su obligatoriedad. Pues servidor sin enterarse. Así que me he cogido –con perdón para hispanoamericanos- los documentos a ver eso donde estaba… y nada. Yo creo que me falta el decreto “De vestium liturgicarum” donde estarán explicadas esas cosas. Me estafó el librero dándome una edición falseada. Se va a enterar. Mientras, si algún amable lector, pudiera hacerme llegar ese documento en pdf, se lo agradecería muchísimo.

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24.03.14

Misas dominicales pesadísimas. El problema es el ritmo

Parte por la interesantísima entrada de Raúl del Toro de ayer mismo, parte porque servidor se alargó un poco más de la cuenta en su misa del tercer domingo de cuaresma, se me ha ocurrido dejar algunas reflexiones sobre la duración de la misa dominical. Otra cosa son las eucaristías de los días laborables que creo deben ser más medidas. Ya hablaremos del asunto.

Después de mucho pensar y mucho hablar con la gente, al final uno llega a la conclusión de que el mayor problema de las misas dominicales no son tanto los minutos cuanto la falta de ritmo en la celebración. Todos hemos asistido a celebraciones que podríamos considerar largas (más de una hora) o muy largas (esas que ya se pasan de hora y media) y nos hemos sentido tan a gusto en ellas. También nos ha pasado asistir a una misa dominical de poco más de cuarenta minutos y acabar como si nos hubieran dado una paliza.

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22.03.14

La gente nos quiere porque nunca hemos intentado convertir a nadie

Creo que necesitamos hacer en la Iglesia una seria reflexión sobre cuál debe ser nuestro papel en países islámicos. Creo que las posibilidades se reducen bastante: atender la fe de los pocos cristianos que en ellos viven, dedicarnos a obras de caridad, anunciar explícitamente el evangelio.

Las tres cosas. Si a un país musulmán acude una comunidad religiosa, unos sacerdotes creo que una misión es sostener y fortalecer la fe de los católicos que en ellos viven, que entiendo no debe ser fácil. Pero ineludiblemente vamos para anunciar explícitamente el evangelio y tratar de convertir a la gente a Cristo cumpliendo el mandato del Señor de “id por todo el mundo y haced discípulos” según nos recuerda el decreto “Ad gentes” del concilio Vaticano II: “La razón de esta actividad misional se basa en la voluntad de Dios, que “quiere que todos los hombres sean salvos y vengas al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, uno también el mediador entre Dios y los hombres, el Hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos”, “y en ningún otro hay salvación”. Es, pues, necesario que todos se conviertan a Él, una vez conocido por la predicación del Evangelio, y a Él y a la Iglesia, que es su Cuerpo, se incorporen por el bautismo”. “Pues aunque el Señor puede conducir por caminos que El sabe a los hombres, que ignoran el Evangelio inculpablemente, a la fe, sin la cual es imposible agradarle, la Iglesia tiene el deber, a la par que el derecho sagrado de evangelizar, y, por tanto, la actividad misional conserva íntegra, hoy como siempre, su eficacia y su necesidad”.

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