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25.02.23

Misa ad orientem. A ver si aprendemos a quién hay que preguntar

Ya saben, y si no se lo digo ahora, que servidor calebra de vez en cuando “ad orientem". Con el misal de Pablo VI, en español, pero “ad orientem". Cuando cuento estas cosas, siempre hay alguien que me pregunta por eso, que dicen tan superado, de qué opina la gente. Pues ahí voy.

Los hay que poco menos que se escandalizan porque dicen que eso es volver a lo antiguo, que huele a naftalina, y que es una falta de educación dar la espalda a los fieles. Como pueden imaginar, ante la solidez litúrgica, teológica e histórica de tales  razonamientos no merece la pena exponer todo un argumentario.

En estos casos, suelo decir que es curioso que gente orgullosa de la antigüedad de su templo y los retablos, que te enseña con orgullo el potro de herrar y la piedra para marcar el riego, te invita a un cocido hecho como se hacía antes y a unas rosquillas con la receta de la abuela, y por último te muestra los antiguos refajos sí, con olor a naftalina, luego se queje de que se celebra la misa “ad orientem” como antiguamente.

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24.02.23

21.02.23

Celebraciones dominicales en ausencia de presbítero

Quería preguntarles su experiencia a curas y laicos. Hace ya años y años que se ha convertido en algo habitual que en muchas parroquias, ante la ausencia de sacerdotes, las celebraciones dominicales estén a cargo de laicos o religiosas que garanticen al menos, cada domingo, la Palabra y la posibilidad de recibir la comunión.

Con el paso del tiempo, estas celebraciones, que parecieron la panacea ante la escasez de sacerdotes, están siendo cada vez más contestadas. 

Tienen una cosa buena, y es que la comunidad parroquial sigue teniendo su templo abierto cada domingo, es decir, no pierden la costumbre de acudir cada semana, y al menos escuchan la Palabra, rezan y pueden recibir la comunión. 

Las pegas son, a la vez, muchas y creo que de calado. Les cuento algunas que ve un servidor:

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20.02.23

Tres misas en el miércoles de ceniza

Ayer lo anuncié en los tres pueblos. Pasado mañana es miércoles de ceniza y tendremos misa con imposición de ceniza a las 17 h. en La Serna, a las 18 h. en Piñuécar y a las 19 h. en Braojos. ¿Y acudirá gente? No lo sé. Mi obligación es celebrar y que vayan o no ya no es cosa mía. Yo doy la oportunidad.

Una vez más la pregunta de si merece la pena.

Llevamos años hablando de la opción por los pobres, la Iglesia en salida, la pastoral de los últimos, las periferias y demás gaitas. Mi periferia, mi opción por los últimos es que Juana, por ejemplo, que muy posiblemente sea la única feligresa de La Serna en la misa del miércoles, pueda celebrar el miércoles de ceniza con el mismo derecho y la misma liturgia cuidada que los fieles que vayan a la catedral de Santiago de Compostela, los feligreses de la Basílica de la Concepción de Madrid o las personas que acudan a cualquier parroquia de campanillas. 

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17.02.23

Los laicos se tienen que echar a perder

Hace mucho tiempo que vengo hablando, en estos complejos tiempos eclesiales que corren, de mantener una triple actitud: fidelidad, sacralidad y espíritu de martirio. Hace no mucho, precisamente, escribí un post sobre el particular. Toca resistir. 

Mis amabilísimos lectores llevan una temporada que me dicen que sí, que eso está muy bien, pero que no basta. Lo que opinan es que especialmente desde la muerte de Benedicto XVI las cosas se aceleran, va todo muy rápido y que aquí muy bien la fidelidad, perfecto lo de la sacralidad y que vale, que habrá que estar preparados para el martirio, pero que con eso arreglamos poco. En definitiva, que hay que pasar de la resistencia pasiva, no nos moverán, a la resistencia activa: nos movemos, reivindicamos y exigimos. No andan escasos de razón.

Ayer ya les decía que servidor se está echando a perder. Muchos sacerdotes e incluso algún obispo me han agradecido el artículo y me dicen que se apuntan a ese echarse a perder en fidelidad a la Iglesia del Vaticano II que es la Iglesia de Cristo, de Nicea, Constantinopla, Éfeso … Trento y Vaticano I. No se hacen idea de cuántos me han respondido simplemente diciendo que ellos también se están echando a perder. 

Me temo que llega la hora en que toca a los laicos echarse a perder en la exigencia de fidelidad, en la denuncia de los abusos que contemplen en cuestiones de fe, liturgia o moral, en reivindicar una Iglesia que se rija por el derecho canónico y no por el capricho del primer dictadorzuelo de turno por más que sea sacerdote común, párroco, arcipreste o de ahí para arriba.

Voy con ejemplos. Resistir es conseguir comulgar en la boca y de rodillas. Lucha es exigir reclinatorio. Resistir es acudir a una iglesia de confianza. Lucha es hacer que mi parroquia, la mía, se convierta en parroquia de confianza. Resistir es aguantar la última barbaridad litúrgica. Lucha denunciarla al obispo o publicar en las redes.

Son ejemplos, pero insuficientes. Estamos en la misma trinchera y toca resistir y luchar. Yo hoy quisiera pedir a mis siempre amables lectores, a mis respetables comentaristas, sus sugerencias para el combate. Que piensen cómo pasar del me aguanto pero yo a lo de siempre, al hasta aquí hemos llegado y pido, exijo y me muevo en esta dirección. Es decir, pido que unos a otros nos hagamos sugerencias para no caer en la lucha y seguir peleando por la defensa de la fe como la hemos recibido y vivido sustentados en la doctrina de la Iglesia.

Y una última cosa. No caigan en la fácil tentación de reivindicar la misa por el llamado modo extraordinario como única solución. Es lo que están deseando, tachar a cualquier persona que pide fidelidad, de lefevrista y en oposición al papa. Para nada. La fidelidad al concilio Vaticano II, en pura hermeneútica de continuidad con todo lo anterior, es lo único que hay que pedir. Y si vamos a la eucaristía, el problema no es el misal de Pablo VI, sino celebrarla con toda dignidad. 

Todos esperamos los comentarios de todos. Ya saben: pues yo hago, pues a mí se me ocurre, yo exigiría, en mi familia hemos decidido. ¡GRACIAS!