Aquí, en la Sierra Norte de Madrid, y residiendo en el pequeño pueblo de Otderuelo del Valle, tenemos una comunidad de cuatro hermanas pertenecientes al Instituto de misioneras catequistas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Es una fundación mejicana y nosotros, cariñosamente, nos referimos a ellas como las religiosas mejicanas.
Las hermanas colaboran con los pueblos en lo que pueden. Ayudan en la liturgia, se acercan a los enfermos, echan una mano en la catequesis y trabajan en Cáritas. Todo un ejemplo de entrega, amabilidad y saber estar por Cristo en esta misión de evangelizar en nuestros pueblos.
Una de las religiosas, la hermana Irasema, me ayuda mucho en Gandullas. Atiende la catequesis de las cuatro niñas que tenemos y después participa en la eucaristía de cada jueves con las niñas y alguna mamá. Suele, además, hacerse presente en todo lo que le es posible.
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