Haré brillar la doctrina como la aurora
Sab 24,44
Haré brillar la doctrina como la aurora, y haré que resplandezca hasta lo lejos.
Salm 50,16-18
Dios dice al impío. «¿Por qué repites mis preceptos y tienes en tu boca mi Alianza, tú, que aborreces mi doctrina y postergas mis mandatos? Si ves a un ladrón corres con él, y tomas parte con los adúlteros».
2ª Tim 3,4
Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído.
Tito 2,1
Tú, en cambio, habla de lo que está de acuerdo con la sana doctrina.
2ª Jn 9-11
Todo el que se sale de la doctrina de Cristo, y no permanece en ella, no posee a Dios; quien permanece en la doctrina, ése posee al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no transmite esta doctrina no lo recibáis en casa ni le saludéis; pues quien le saluda se hace cómplice de sus malas obras.
San Juan Pablo II, Veritatis Splendor, 4
… se plantea la cuestión de si los mandamientos de Dios, que están grabados en el corazón del hombre y forman parte de la Alianza, son capaces verdaderamente de iluminar las opciones cotidianas de cada persona y de la sociedad entera. ¿Es posible obedecer a Dios y, por tanto, amar a Dios y al prójimo, sin respetar en todas las circunstancias estos mandamientos? Está también difundida la opinión que pone en duda el nexo intrínseco e indivisible entre fe y moral, como si sólo en relación con la fe se debieran decidir la pertenencia a la Iglesia y su unidad interna, mientras que se podría tolerar en el ámbito moral un pluralismo de opiniones y de comportamientos, dejados al juicio de la conciencia subjetiva individual o a la diversidad de condiciones sociales y culturales.