A ti, Madre
"¿Porqué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1,43)
Querida Madre, desde el día en que tu amado Hijo, nuestro Señor, me concedió el regalo de tu maternidad en mi visita a tu santuario en Lourdes, pude comprender el porqué una mujer llena del Espíritu Santo, tu prima Isabel, consideraba un don el que tú, encinta, la visitaras. Hay algo en ti muy especial, algo que atrae al corazón que busca la pureza y la fidelidad a Dios. Ese algo es la gracia divina, que en ti ha sido derramada sobreabundantemente, como nunca antes y nunca después sobre otra criatura humana. Si la contemplación de la creación nos acerca a Dios, la meditación en tu belleza y en tu santidad, Madre, nos transporta al cielo, allá donde ya estás en cuerpo y alma sentada al lado de tu Hijo el Rey.