Febrerillo loco, por Monseñor Sanz Montes
Una de las cosas que más se agradece de mi obispo es lo bien que se le entiende. Y otra, que no hay tema alguno sobre el que tenga el mayor problema en dar su opinión.
Esta es su carta de esta semana.
Febrerillo loco
Queridos hermanos y amigos: paz y bien.
Así dice, precisamente, nuestra sabiduría popular. Llega este mes que de pronto anda dudoso entre el invierno que remolón va quedando atrás poco a poco, y la primavera que discreta quiere empezar a apuntar maneras. Y vienen los días de sol paseado y los de niebla con frío de pelar. Febrero loquillo que nos desconcierta si no acertamos a mantener firme el timón del tiempo entre el aquí y el ahora, el antes y el después de un poco más.
Puede sucedernos que asomados a la realidad social y política de estos días, acaso reconozcamos esta extraña inestabilidad de la que nos habla el febrerillo loco. Y a diferencia de lo que sucede en la célebre otra teatral de los hermanos Álvarez Quintero, que se titula así justamente "Febrerillo loco" (1919), no sólo no se cambia la rutina de la vida mediocre de sus personajes, sino que nos podemos sumir perplejos en lo espeso de estos días, llegándonos a habituar a lo que no por repetido cada día deja de estar de más.