Semana Santa, semana de reflexión, de testimonio y conversión.
En las últimas décadas, pocas Semanas Santas son tan "oportunas" como esta que empezamos a vivir desde ayer. Se quiera reconocer o no, el país está bastante convulso por la situación política. Pero no voy a entrar a señalar quién es el mayor responsable de dicho estado. Lo verdaderamente importante es que tenemos unos días por delante para meditar en los sucesos acontecidos hace dos mil años, que ahora son representados en los misterios y pasos que recorren las calles de nuestros pueblos y ciudades.
Durante siete días dejan de hablar los políticos y habla la fe de nuestro pueblo. Y aunque necesitamos concienciarnos de que esa fe tan preciada no puede limitarse al periodo que va desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección, sabemos que ahora es el momento más apropiado de hacer pública manifestación de nuestra condición de cristianos.