21.09.23

Natacha

Quienes navegamos por el río de la fe cristiana que desemboca en la salvación eterna recibimos la gracia de encontramos de vez en cuando con personas en las que Dios ha impreso su sello de forma especial. Son hermanos en la fe en quienes, a pesar de su limitaciones y posibles defectos -¿quién no los tiene?, Cristo brilla de forma especial.

Ayer nos tocó despedir a una de esas personas: Natacha. Antes de hablar de ella, permitidme dar testimonio del grupo parroquial al que pertenecía: Stella Maris, de la parroquia de Nuestra Señora del Mar en Rota, Cádiz.

Quienes me conocen saben que mi vida espiritual ha dado muchas vueltas. Ha sido cualquier cosa menos “aburrida". Pues bien, en todos estos años no he encontrado un grupo de hermanos en la fe tan acogedor, tan familiar y tan católico como Stella maris. Procedentes de diversas realidades eclesiales, hacen de la parroquia una auténtica comunidad cristiana. Todos los martes nos reunimos para rezar, comentar el evangelio del próximo domingo, estudiar la Biblia, hablar de lo divino y de lo humano, ver películas o documentales catolicos. En definitiva, para dejarnos guiar por el Señor, presididos por nuestro diácono José Manuel.

En esa comunidad tan especial, en ese oasis de fraternidad cristiana, Natacha era la más especial de todos. Oirla hablar de cómo el Señor había transformado su vida ha sido una gozada. Verla afrontar con serenidad y paz  la terrible enfermedad que se la ha llevado de entre nosotros, ha sido una bendición de lo alto. Nos quería y se hacía querer. Y por eso ayer todos lloramos al despedirla. Algunos con lágrimas en los ojos, el resto con las lágrimas en el corazón.

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14.06.23

Breves reflexiones (XVII)

Nos has hecho libres para amarte, Señor, y si no te amamos no somos libres.

Qué triste resulta que la voluntad de Dios pase por delante de ti y, por miedo o por pereza, la dejes ir. A veces no vuelve. En esos casos nos hace falta la fe y el coraje de Abraham, quien con 75 años siguió la voluntad del Señor y se convirtió en nuestro padre en la fe. Un anciano lanzándose a la mayor aventura de su vida. De la mano de Dios todo es posible.

Te enfrentas a un enemigo poderoso y, por gracia, ganas. Al día siguiente vuelve con las mismas fuerzas, y ganas. Al otro día, idem. Da igual las veces que ganes. Él vuelve con las mismas fuerzas. Ya conoces el fin de esta historia. Pero cuando pierdas, levántate por gracia y en gracia prepárate para la siguiente batalla.

De todas las cruces y pruebas que rondan mi vida anímica y espiritual, sin duda la angustia es la que más temo y detesto. Es un peso insoportable, una losa de cemento encima de mí. Me ahoga, me deja casi muerto sin llegar a matarme, que casi es peor que morir. Y no encuentro forma de escaparme de su presencia. Señor, ten piedad de mí.

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5.06.23

Breves reflexiones (XVI)

Cuando le pregunto a Dios qué quiere de mí, su respuesta es siempre “te quiero a ti". Y cuando me siento querido por Dios comprendo que hará de mí lo que quiera. Espíritu Santo, limpia mi alma de todo aquello que me aleje del amor divino.

Por más que hable, Señor, de las maravillas de tu amor, ninguna palabra será capaz de describir el gozo de la comunión contigo en la oración. Tu sublime presencia me sigue anonadando.

Asustadizo y temoroso como un chiquillo, pero totalmente protegido por ser hijo tuyo. De ti nunca seré huérfano y sé que siempre estarás a mi lado y velarás mi sueño. Mi Dios y mi Rey, no dejes que me aleje de ti.

He aprendido que el amor y el sufrimiento siempre van de la mano. Siempre. De hecho, el mayor acto de amor ha sido el sacrificio de Cristo en la Cruz. Pero es que además, quien ama mucho sufre mucho cuando la persona amada sufre. Y sin embargo, no se puede dejar de amar. Sin amor, nada somos.

A veces las palabras no alcanzan a expresar los sentimientos. A veces los pensamientos son la única compañía en la soledad. A veces soñar despierto es más vida que la realidad que vives. A veces te das cuenta que solo la oración te marcará el camino. En el amor no hay un “a veces” sino un “siempre” que no tiene término.

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19.05.23

Breves reflexiones (XV)

El que ama siendo joven, espera lo mejor. El que ama siendo maduro, entrega lo mejor. Solo quien lo da todo conoce el verdadero amor.

Tú, Señor, sabes de mí lo que ni siquiera yo sé de mí, así que, ¿cómo habría de ocultarte nada? En tus manos me tienes y con ellas me moldeas.

La teoría de la cruz en la vida del cristiano es magnífica. Te la puedes aprender “de pe a pa". Aplicarla, vivirla, es otra cosa. Y que la hayas vivido muchas veces no la convierte en más fácil. Cada cruz es un mundo, un nuevo dolor, una nueva angustia. Pero en medio de todo brillan con especial fuerza las palabras de la Madre: “Fiat voluntas tua". Ella nos marca el camino, que es Cristo.

Cuando deseas llegar a un destino perfecto, a veces el camino se te hace eterno. Pero sin trayecto no hay destino. Así es la vida cristiana cuyo fin es el cielo.

Si Dios te ha dado un don, un talento, no es para que te lo quedes para ti, sino para que lo compartes con los demás, para servir al Señor con ese don. No te escondas detrás de una falsa humilidad para no usar lo que Dios te ha concedido. Esa falsa humildad puede llegar incluso a ser más peligrosa que la soberbia.

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14.05.23

Breves reflexiones (XIV)

A veces es muy complicado discernir cuál es la voluntad de Dios para nuestra vida, pero más peligroso es vivir alejado de la misma. No nos cansemos de rogar al Señor que nos muestre su voluntad. Y una vez lo haga, caminemos por ella. Es Él quien nos da tanto el querer como el poder andar por la senda que nos ha trazado (Fil2,13).

Dios es tan bueno conmigo que me hace recordar los momentos de mi infancia en los que me di cuenta de su presencia a mi lado. Y vuelvo a sentir la paz y la tranquilidad que sólo Él podía darme.

Déjate acunar cual bebé en los brazos del Padre y sabrás por qué Cristo dio su vida por ti en la cruz para acercarte a Él.

Déjate acunar cual bebé en los brazos de María y sabrás por qué Cristo te la regaló por Madre en la cruz.

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