13.05.08

María

Uno de los momentos de la película “La Pasión” en el que no pude retener mis lágrimas es aquel en el que Jesús cae con la cruz y María sale corriendo hacia él para ayudarle. En esos momentos se ve una especie de “flash-back” en el que también aparece María corriendo hacia su hijo pequeño cuando él se cae. Ahora que los católicos celebramos el mes de María, bien está que la recordemos como la Madre que sabe estar allá donde su Hijo la necesitaba. Y a su vez, sabe no estar cuando no era necesaria su presencia. Lo más probable es que habría querido acompañarle durante los años de predicación del evangelio, pero aparece justo en el momento en que Él culminaba la obra para la que había venido a este mundo. Un mundo al que entró, precisamente, a través de la Madre, quien con su Fiat a Dios -bendita tú eres entre todas las mujeres- se convirtió en el árbol cuyo fruto es nuestra salvación -y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús-.

María es doblemente bienaventurada. Primeramente por cumplir la voluntad de Dios. Llena de gracia dijo sí a Dios, como todos debemos decir sí cuando Dios nos llama a la santidad. Mas además María tuvo el privilegio de ser el precioso instrumento por el que el Verbo eterno se hizo carne. Mientras que Eva salió de Adán, el nuevo Adán nace de la nueva Eva. Aquélla dijo sí a la serpiente que la incitaba a rebelarse contra Dios. Ésta dice sí al ángel que le anuncia la salvación para toda la humanidad. Del “NO” que, ratificado por Adán, nos apartó del Creador, al “SÍ” que, confirmado finalmente en el Monte de los Olivos -"hágase tu voluntad, no la mía"- y consumado en la cruz, nos restaura a la comunión con Dios.

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12.05.08

Qué bien se reparten los papeles

En lo referente al ataque al catolicismo en este país, vamos a asistir en los próximos años a una comedia dramática en la que los papeles están perfectamente repartidos. IU, ERC y el BNG son los malos sin sesera que cumplen en el Congreso el rol de burros entrando en una cacharrería. Si por ellos fuera, los católicos quedaríamos reducidos al estatus de parias a los que el Estado permite, graciosamente, celebrar el culto y poco más. Dicen que quieren acabar con los “privilegios” de la Iglesia en financiación, en la enseñanza de la religión, en el régimen de conciertos con la enseñanza privada (¿visteis, queridos hermanos de la FERE?) y en materia fiscal. Eso, de momento.

Lo más curioso es que pretenden que el resto de religiones tengan los mismos derechos. Bien, en principio los católicos no nos oponemos a eso, aunque algunos tenemos verdadera curiosidad por saber lo que ocurriría si en España admitiéramos la poligamia aprobada por el Islam o la propia sharia como norma para las relaciones entre los musulmanes. Nadie piense que esto último es una locura porque ya propuso algo parecido ese gran y nunca bien ponderado líder que tienen los anglicanos y que se llama Rowan Williams, arzobispo de Canterbury y druida en sus ratos libres.

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11.05.08

No basta con reconocer los errores

Cuando hace dos años los obispos españoles publicaron el documento “Teología y secularización en España”, escribí un post en mi blog en Religión Digital que volveré a reproducir hoy aquí (página 2) en el que hacía referencia a su vez a otro artículo previo mío titulado “Ser católico en un país descristianizado".

En aquel texto, los obispos españoles daban las claves para entender las razones por las que la secularización interna en la Iglesia es un hecho indiscutible. Ciertamente no dejaba de ser curioso que los que señalaban la enfermedad de la Iglesia fueran aquellos que tenían, y tienen, la responsabilidad de haber evitado que la misma enfermara. Además, el documento señalaba el mal pero no daba la receta para curarlo. Es como si vas al médico y te dice: “Mire, su enfermedad se ha agravado porque no le di la medicación adecuada". Tú le respondes: “¿Y qué voy a hacer ahora?", ante lo cual el galeno te replica: “De momento sólo le digo que está muy enfermo". Lo normal, en un caso así, es pensar que estamos ante un irresponsable al que le han dado la licenciatura de medicina en una tómbola.

Hoy, la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar hace público otro documento titulado “Laicos cristianos: sal y luz del mundo” que, para no variar, es muy bueno. Si la Iglesia Católica en España tuviera que ser juzgada por la calidad de los documentos que produce su Conferencia Episcopal, la nota sería de sobresaliente. Pero los fieles no viven de documentos que en su inmensa mayoría ni siquiera leen. Los fieles no viven de las buenas intenciones de sus obispos. De la misma manera que los enfermos no viven del diagnóstico de su enfermedades sino de la medicinas para curarlas, los fieles católicos necesitan acciones concretas de sus pastores y no meras descripciones de los males que les aquejan.

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8.05.08

La verdadera libertad religiosa, en peligro

Excepto para aquellos que quieren permanecer ciegos ante la evidencia, es claro que José Luis Rodríguez Zapatero quiere cambiar, y de hecho está cambiando, el régimen que nos dimos los españoles durante la Transición. El consenso alcanzado entonces está hoy hecho trizas. El esfuerzo que hicimos por enterrar las heridas del pasado y buscar un futuro en común es ya una historia pasada, digna de figurar en los libros de historia de siglos venideros pero ausente a la hora de configurar el futuro inmediato.

No hace falta ser un especialista en derecho constitucional para darse cuenta que el proyecto socialista zapateril no encaja bien en la Constitución del 78. Pero como quiera que la separación de poderes se fue al carajo cuando Alfonso Guerra aseguró que Montesquieu había muerto, pues no hay manera alguna de que la justicia española, absolutamente politizada, sea un impedimento para que el inquilino de la Moncloa lleve adelante sus planes. Es más, el principal partido de la oposición no es sino una tuerca más en ese engranaje. Al fin y al cabo Aznar decidió que no merecía la pena resucitar a quien González y Guerra enterraron.

Dentro de los planes de Zapatero está el convertir a España, o lo que quede de ella, en la punta de lanza del laicismo mundial. No hablamos del sano laicismo de EEUU que Benedicto XVI alabó en su reciente visita a ese país. No, estamos ante un laicismo decimonónico, anticlerical y masónico. Y para ese laicismo, la Iglesia Católica es el principal enemigo a batir. Por eso, el anuncio de la vicepresidenta Fernández de la Vega de que el gobierno va a reformar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa para avanzar en la laicidad del Estado, lo cual contradice al artículo 16 de la Carta Magna, no puede ser visto sino como una amenaza clara y directa contra esa libertad, que es parte fundamental de los derechos humanos.

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7.05.08

Ya son ganas de tocar las narices

Es sencillamente patético, vergonzante y vil que en esta España nuestra que tanto nos duele a algunos, determinadas federaciones o asociaciones de protestantes evangélicos dediquen gran parte de sus esfuerzos mediáticos a atacar a la Iglesia Católica. Cuando ni tan siquiera las asociaciones musulmanes se meten con la Iglesia Católica para reivindicar sus peticiones, estos “cristianos” no pierden oportunidad de arremeter contra el catolicismo español. Debe ser que esa es su forma de entender la fraternidad cristiana. En vez de mirar por sus intereses, levantan su voz para unirse al coro de laicistas anticlericales que quieren ahogar a la Iglesia Católica.

La Alianza Evangélica Española quiere superar a Buenafuente, el de la Sexta, que a la hora de pedir a la gente que marque la casilla de la declaración de la renta a favor de las ONGs, no pierde la oportunidad de lanzar una indirecta a la campaña de la Iglesia Católica a favor de su propia casilla. Estos protestantes dicen que la campaña de la Iglesia Católica mantiene el concepto de papel recaudador del Estado en favor de una confesión religiosa y potencia que el centro de interés de la relación entre Estado e Iglesias sea prioritariamente económico. El caso es que los protestantes españoles han renunciado en repetidas ocasiones a tener su propia casilla en la declaración de la renta. Cosa que me parece muy respetable pero, ¿acaso porque ellos no quieran los católicos nos tenemos que jorobar? ¿qué comportamiento infantiloide es ese? “Yo no quiero ese juguente y si tú lo quieres, me meto contigo". Igualitos que el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

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