El caso Pagola puede ser ya el caso Uriarte
Grande fue mi sorpresa cuando el miércoles por la tarde Vida Nueva y Religión Digital publicaron la carta que, con fecha del lunes, Monseñor Uriarte había escrito a sus diocesanos en la que afirmaba haber dado el “nihil obstat” y el “imprimatur” a una nueva redacción del libro “Jesús. Aproximación histórica” de Pagola. Por supuesto, él está en su derecho de publicar lo que crea conveniente y de dar todos los imprimatur que se le tercien. Cada obispo es soberano en su diócesis y no tiene que pedir permiso ni a la CEE ni incluso a Roma para hacer lo que ha hecho el todavía pastor de la iglesia guipuzcoana.
Ahora bien, como quiera que he tenido detallado conocimiento de todo lo que ha rodeado al “caso Pagola” desde sus inicios, lo que menos me podía esperar era que el obispo de San Sebastián se saltara la hoja de ruta que se supone que había acordado tanto con la CEE como con Roma. Y eso es lo primero que hay que dejar bien clarito. Monseñor Uriarte, no la comisión para la doctrina de la fe, no la Permanente, es el responsable de todo lo que pueda pasar a partir de ahora.
Uriarte ha puesto a los pies de los caballos tanto a la Permanente como a la comisión para la doctrina de la fe. La publicación de su carta se produce justo después de que en Añastro se votara casi unánimemente a favor de la publicación de la nota aclaratoria sobre el libro de Pagola. Dadas las características de esa comisión, cuya actuación siempre tiene repercusiones pastorales de gran calado, sus notas han de ser aprobadas primero por el Ejecutivo de la CEE y luego por la Permanente.