Se buscan voluntarios para oponerse a la "transformación" de España
Decía en mi último artículo que lo que diferencia el PSOE de Zapatero del principal partido de la supuesta oposición es el orgullo que demuestran los socialistas de ser lo que son, en contraste con el empeño de los populares en negar que son lo que su base electoral es. La actual clase dirigente tiene un plan para España que busca introducir en los genes de la nación una serie de mutaciones que la hagan absolutamente irreconocible.
La ingeniería social de Zapatero, que sigue con claridad meridiana la hoja de ruta de la peor de las masonerías, cuenta con el apoyo activo o pasivo de un sector importantísimo de los medios de comunicación -por ejemplo los seis principales canales de televisión- y con la degradación brutal del nivel moral de la sociedad. Una nación en la que uno de cada cinco o seis embarazos acaba en aborto no tiene capacidad alguna de oponerse a la cultura de la muerte porque ya es hija de la misma. Por supuesto, todavía somos millones los españoles que no estamos por la labor de quedarnos cruzados de brazos, pero políticamente estamos huérfanos.
Los obispos españoles, unos más, otros menos y algunos casi nada, están advirtiendo de que el camino que ha emprendido este país no puede llevarnos a nada bueno. Pero ellos no se van a presentar a unas elecciones. Y no nos engañemos. Por mucho que los cristianos de este país decidan seguir dando la batalla desde manifestaciones pacíficas y desde diversos órganos propios de la sociedad civil, al final sólo puede legislar quien está en el poder o tiene la capacidad de influir políticamente sobre el poder. Como quiera que estamos en una democracia, es democráticamente como debemos defender nuestro modelo de sociedad y de nación. Los cristianos queremos un país donde el aborto deje de ser una plaga, donde el relativismo moral no se convierta en el amo de todo, donde la familia tradicional sea defendida a capa y espada, donde el extranjero encuentre acomodo pero siempre respetando nuestra cultura y nuestras raíces, donde la política social no invite a vivir del subsidio aunque el subsidio sea necesario para quienes no tiene nada, donde la educación no produzca analfabetos funcionales y sea conforme a los valores de los padres y no una herramienta de adoctrinamiento estatal, donde etc, etc.