9.03.09

El jesuita que considera que abortar es un deber moral en determinados casos

Juanjo Romero ha escrito un artículo sobre la última ocurrencia del sacerdote jesuita Juan Masiá. Este insigne jesuita, experto entre los expertos de su orden en asuntos de bioética, ejemplo vivo de en qué se ha convertido esa orden, especialmente en Japón, sostiene que en algunos casos, como el de la niña brasileña de 9 años embarazada de gemelos, el aborto no sólo no debe ser condenado sino que lo inmoral es no provocarlo. Dice el padre Masiá:

Y repasar los criterios de moral para situaciones límite, con el fin de saber cuándo es irresponsable llevar adelante un embarazo con serio peligro para la madre y en qué casos se debe interrumpir el proceso de gestación antes de que sea demasiado tarde para ello. En casos como éste la pregunta correcta del moralista no es si se puede interrumpir el proceso, sino si es irresponsable el permitir que siga adelante y, por tanto, hay más bien obligación moral de interrumpirlo.

Vamos, ni Bibiana Aído lo diría mejor. Me pregunto cómo es posible que a este gobierno no se le haya ocurrido incluir a Masiá en el grupo de “expertos” que trabajaron sobre la futura ley del aborto. Les habría facilitado mucho las cosas y además habría sido la coartada perfecta en contra de esa Iglesia fundamentalista, carca, tridentina, preconciliar, medieval e inhumana que excomulga a quienes practican abortos a niñas de 9 años. Al fin y al cabo, el padre Masiá sigue siendo a día de hoy jesuita y sacerdote, sin que sus constantes posicionamientos en contra de la fe y la moral católica tengan la menor consecuencia. Eso supone que la Iglesia en general, y su orden religiosa en particular, se hace cómplice de sus ideas, pues de lo contrario ya habría abierto algún tipo de proceso contra él. Y rumores aparte, lo cierto es que tal cosa no ha ocurrido. Al menos de forma oficial.

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6.03.09

Las dudas de los obispos alemanes

La Conferencia Episcopal Alemana ha publicado un comunicado en el que manifiestan las dudas del episcopado alemán sobre la total integración de la FSSPX en el seno de la Iglesia. En realidad, no han dicho nada nuevo pero es significativo que en vez de alegrarse por un posible cambio de la situación, se dediquen a plantear dudas sobre la cuestión. De hecho Roma ha dejado bien claro que la remisión de las excomuniones no supone la comunión plena de los obispos de la Fraternidad, así que, ¿a qué viene ese comunicado? ¿quieren ser ellos, los obispos alemanes, los que indiquen qué es lo que tiene que hacer la FSSPX? ¿acaso eso no le corresponde a Roma? ¿o es que vamos a tener que celebrar un concilio para que el Papa pueda recibir el permiso de toda la Iglesia para solucionar un cisma?

Detrás de todo está la famosa y repetidísima apelación el Concilio Vaticano II. En serio, señores, que ha sido un concilio más. Y además no dogmático. Con tanto Vaticano II por acá y Vaticano II por allá, están llenando de razón a los lefebvristas, que acusan al concilio de ser una especie de frontera entre una forma de ser de la Iglesia y otra a la que ellos se oponen. Aquí parece que si uno mira con desprecio el concilio de Trento es poco menos que doctor de la Iglesia, pero si otro plantea algunas dudas sobre el Vaticano II, merece ser expulsado a las tinieblas eternas con un capirote en la cabeza y un cartel al cuello que ponga “fundamentalista, cismático, nazi, fascista y preconciliar". Y digo yo que si el Vaticano II fue un concilio pastoral y las consecuencias pastorales son las que saltan a la vista -no todas buenas-, algo…. quizás algo… no se hizo del todo bien, ¿no? ¿Puedo pensar eso o ya soy reo de esa nueva inquisición que ha tomado al Vaticano II como el dogma de los dogmas, el intocable, el perfecto entre los más perfectos de los concilios, el “non plus ultra", el oráculo de la Verdad al que todos deben la devoción que se presta a la Palabra de Dios?

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5.03.09

Quédense con estos nombres

Son los nueve expertos elegidos por el Gobierno para hacer la pantomima de buscar una excusa para la próxima ley del aborto. Sus nombres y profesiones son los siguientes:

José Luis González Cussac. Catedrático de Derecho Penal. Universidad Jaume I (Castellón).

Patricia Laurenzo Copello. Catedrática de Derecho Penal. Universidad de Málaga.

María Duran i Febrer. Jurista. Experta en derecho antidiscriminatorio.

Francisco Donat Colomer. Catedrático de Enfermería Materno Infantil. Ginecólogo. Universidad de Valencia

Elena Arnedo Soria. Ginecóloga y escritora.

José María Bedoya Bergua. Catedrático de Ginecología y Obstetricia. Universidad de Sevilla

Javier Martínez Salmeán. Ginecólogo. Jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia. Hospital Severo Ochoa.

Consuelo Catalá Pérez. Matrona.

Concepción Colomer Revuelta. Médica. Directora del Observatorio de Salud de la Mujer.

Esos nueve jinetes del Apocalipsis abortista han pedido al gobierno que modifique la ley para que haya aborto libre hasta la 14 semana de gestación y la posibilidad de abortar hasta las 22 bajo determinadas circunstancias. También quieren que las menores puedan abortar a partir de los 16 años sin el consentimiento de los padres.

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3.03.09

El Papa cedió

Cuando monseñor Marcel Lefebvre fue excomulgado, la razón fue que decidió ordenar obispos en contra del mandato pontificio. Es decir, se rebeló contra la autoridad del Papa Juan Pablo II y a éste no le quedó más remedio que constatar la excomunión del prelado francés. Pues bien, acabamos de asistir en Austria a algo que canónicamente no tiene mucho que ver pero que en el fondo es exactamente lo mismo. La autoridad papal ha sido puesta en entredicho. Pero en esta ocasión el Papa ha cedido. Gerard Wagner no será obispo auxiliar de Linz. Las presiones para tirar abajo el nombramiento del padre Wagner han sido muy efectivas. Y eso puede suponer un antes y un después no sólo para la Iglesia en Austria sino para la Iglesia Católica en todo el mundo.

Sin duda Benedicto XVI ha valorado todos los pros y los contras de la decisión que ha tomado. De haber mantenido el nombramiento de Wagner, se habría presentado como un golpe de autoridad en contra de todos los obispos austriacos. El hecho de que el propio sacerdote austriaco haya “colaborado” presentando la renuncia ha facilitado las cosas, pero aquí todo el mundo sabe bien cuál es la partida que se ha jugado, quién la ha ganado y quién la ha perdido. La autoridad del Vaticano, sobre todo la de la Curia pero también la del propio Papa, ha recibido uno de sus peores golpes de las últimas décadas. Vendrán ahora los oficialistas a vendernos otra historia, a justificarnos lo ocurrido con mil y un argumentos, pero los hechos son irrefutables: el Papa elige a un sacerdote para ser obispo, obispos y sacerdotes del país se muestran contrarios a dicha elección, el sacerdote se ve obligado a “renunciar” y el Santo Padre se echa atrás de su primera intención “aceptando la renuncia".

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28.02.09

El eterno conflicto de los Bienes de la Franja

Poca máximas hay tan ciertas como la que afirma que “lo que mal empieza mal acaba". El conflicto por la propiedad de los Bienes de la Franja empezó mal, ha continuado mal y me temo que acabará mal. Empezó mal porque Roma no supo hacer bien las cosas desde el principio. Si el asunto hubiera quedado zanjado por parte de la Iglesia en el mismo acto por el que las parroquias situadas en la Franja Oriental de Aragón dejaban de pertenecer a la diócesis de Lérida para ser adscritas a la de Barbastro, no habríamos asistido a década y media de espectáculo vergonzoso por el que dos diócesis vecinas y hermanas se han tirado los trastos a la cabeza. Porque, nadie lo dude, es una vergüenza absoluta para la Iglesia todo lo que ha ocurrido en este tiempo. Independientemente de quién tenga razón, que para mí está muy claro que la tiene Barbastro, lo cierto es que aquí se han pasado por el forro lo que San Pablo afirma en los primeros versículos de 1ª Corintios 6:

Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los injustos, y no ante los santos? ¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? Y ¡cómo no las cosas de esta vida!
Y cuando tenéis pleitos de este género ¡tomáis como jueces a los que la Iglesia tiene en nada! Para vuestra vergüenza lo digo. ¿No hay entre vosotros algún sabio que pueda juzgar entre los hermanos? Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles!
De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no preferís soportar la injusticia? ¿Por qué no dejaros más bien despojar? ¡Al contrario! ¡Sois vosotros los que obráis la injusticia y despojáis a los demás! ¡Y esto, a hermanos!

¿Esos versículos se leen en Lérida y Barbastro? Y cuando se leen, ¿no se le cae a nadie la cara de vergüenza? Porque no diré que no es importante que se haga justicia y se devuelva a unos lo que es suyo. Lejos de mí tal pensamiento. Pero muy cerca de mi parecer está la idea de que habría sido mejor desacralizar las piezas y tirarlas a un vertedero antes que haber dado un espectáculo vergonzoso que ha perjudicado a la credibilidad de toda la Iglesia ante los ojos del mundo. No todos tienen el mismo grado de responsabilidad, pero todos darán cuentas a Dios por lo ocurrido.

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