30.11.09

La expansión del Islam no se para con un referéndum

Lo que acaba de ocurrir en Suiza es un síntoma claro de que los “nativos” europeos empiezan a preocuparse seriamente por el avance del Islam en el continente. El país helvético pasa por ser uno de los estados más tolerantes, abiertos y, si es que se puede decir así, plurinacionales. Pero la inmigración procedente de países musulmanes ha provocado que el número de practicantes de la fe de Mahoma ascienda a 400.000. Pueden parecer muchos pero por ahora son “sólo” un 5% del total de ocho millones de la población total del país. Ahora bien, es cuestión de tiempo que ese porcentaje se multiplique varias veces debido a lo que ya señalé en un post reciente. La natalidad entre musulmanes es infinitamente superior a la que se da entre los cristianos europeos. En relación al catolicismo, se puede decir que ese hecho es uno de los grandes “logros” de los que boicotearon la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Hay que reconocer que los “eclesio-progres” hicieron “bien” su trabajo, pues países en los que la mayoría de sus habitantes son bautizados católicos, la tasa de nacimientos no llega ni de lejos a dos hijos por matrimonio.

El referéndum de Suiza no deja de ser una especie de brindis al sol. Prohibir la construcción de minaretes implica un “no” claro y rotundo al Islam, que seguramente obtendría refrendos similares en otros países europeos, pero de poco servirá esa negativa si no se vence a la cultura de la muerte que lleva revoloteando por el continente desde hace décadas. Cuando se habla de esa cultura contraria a la vida, se tiene a pensar en el aborto y la eutanasia. Pero ambos son los penúltimos peldaños de una escalera que empezó el día en que se entendió que el progreso consistía, entre otras cosas, en la capacidad de tener muy pocos hijos. Se ha pasado de la abundancia de familias numerosas a considerar a las mismas como una reliquia del pasado. Pero no hay civilización que sobreviva a la ausencia de hijos. Es una mera cuestión de ley matemática. La vieja Europa se muere porque prefiere impedir la concepción de vida y porque se dedica a destruirla en las clínicas de la muerte cuando la misma llega en un momento “difícil” para los padres.

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29.11.09

Bono, siempre Bono

Don José Bono Martínez, “Pepe” para los amigos, además de ser presidente del Congreso de los Diputados de España y, por tanto, el tercero en rango protocolario tras el Rey y el Presidente de Gobierno, es uno de esos socialistas que presumen de ser católicos practicantes y luego se dedican a darle lecciones a la Iglesia sobre moral. Lo hizo con motivo de la aprobación de la ley del matrimonio gay, cuando le dio por decir que a Dios no le importa mucho lo que se haga de cintura para abajo -señal inequívoca de no haberse leído los evangelios, en los que Cristo endurece la exigencia de la ley mosaica en materia de moral sexual-, y lo hace ahora en relación a la aprobación de la ley del aborto.

Entre los peregrinos argumentos que usa Bono para defender su apoyo a la nueva ley está en que la misma reducirá el número de abortos, que con la actual se sitúa en cerca de 115.000 al año. Ya me gustaría a mí saber cómo es posible que se reduzcan los abortos con una ley que los liberaliza por completo en las 14 primeras semanas y deja las cosas más o menos como estaban en las siguientes. Es más, el aborto pasa de ser un delito despenalizado en determinados supuestos a convertirse en un derecho. O sea, el político socialista piensa que somos imbéciles o cosa parecida cuando nos intenta hacer creer que lo que el gobierno busca con esta ley es que haya menos abortos. Y si a mí hay algo que me molesta especialmente es que, habiéndome librado de los efectos de la LOGSE, me traten como si fuera imbécil.

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27.11.09

El libro de Pagola, regalo envenenado de Uriarte a Munilla

Monseñor Uriarte ha prestado su último “servicio” a la Iglesia en Guipúzcoa. El mismo ha consistido en desobedecer las instrucciones claras, precisas y hasta contundentes que recibió de Roma en el sentido de no permitir que saliera a la luz la edición “corregida” del Jesús de Pagola, al menos no sin haber sido antes revisada por la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE. Pues nada, ni repajolero caso. Dicha edición va con su “imprimatur". Un imprimatur que de poco va a servir si, como todo parece indicar, la Congregación para la Doctrina de la Fe toma cartas en el asunto y abre expediente al teólogo vasco. De hecho, según mis fuentes, y puedo asegurar que son absolutamente fiables, las correcciones llevadas a cabo por Pagola no alteran apenas en nada los errores teológicos que fueron mostrados por la comisión de la CEE.

Pero eso ya a monseñor Uriarte le importa un pimiento. Él dejará de ser obispo de San Sebastián el próximo 9 de enero. E incluso si, como posiblemente se esté intentando desde España, se produce una reacción “urgente” de Roma pidiendo la retirada del libro, lo más seguro es que el prelado vasco se haga el sordo y mire para otro lado. De tal manera que el marrón le caerá a monseñor Munilla. Es más, estoy convencido de que esa, y no otra, era la intención de Uriarte. La jugada es clara: si Munilla se carga el libro, aparecerá ante los enemigos internos y externos de la Iglesia como el obispo inquisidor que se enfrenta al teólogo más destacado de su nueva diócesis. Y si no hace tal cosa, habrá quien diga que tiene miedo a hacer lo que tiene que hacer.

Pero yo creo que, precisamente, monseñor Munilla no tiene que encargarse de este asunto, aunque también es cierto que si lo hace, sería la forma más contundente de dejar bien claro que a él nadie le marca el paso. En todo caso, el que ha dado el imprimatur al libro no es él sino Uriarte. Y si se tiene que censurar a Pagola y al obispo que le apoyó, esa es tarea de la Santa Sede. Lo que un obispo rebelde hace, no lo tiene que deshacer su sucesor sino la Sede Apostólica, que para eso está. Roma debe facilitar las cosas al nuevo obispo de San Sebastián, quien debería encontrarse con el asunto resuelto incluso antes de tomar posesión.

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FERE, CEE, Gobierno, EpC y otras hierbas

Se nos dice ahora que el gobierno buscó y logró enfrentar a la patronal de la enseñanza religiosa en España (FERE) con los obispos (CEE) a la hora de oponerse a Educación para la Ciudadanía. Parece ser que el éxito de semejante hazaña cabe atribuírselo a un tal Alejandro Tiana, secretario de Estado de Educación cuando se montó el cirio con esa asignatura adoctrinadora. Posiblemente Tiana tuvo un papel destacado, pero de lo que yo me acuerdo es de la famosa carta que la ministra Cabrera mandó a Manuel De Castro en la que le aseguraba que se respetaría el ideario de los centros a la hora de dar la asignatura. Una carta que, obviamente, carecía de cualquier valor jurídico o ejecutivo, ya que no pasaba de ser una declaración de intenciones.

El caso es que mientras que desde Añastro y aledaños salían declaraciones explosivas llamando poco menos que a la rebelión cívica contra la EpC -me acuerdo especialmente de una entrevista de Losantos al cardenal Cañizares y de otra de César Vidal a Martínez Camino-, desde los colegios católicos se decidió mirar a la luna, hablar de pacto y poner mala cara a los padres que osaban objetar. Y una cosa es cierta: a la FERE se le podrá acusar de casi cualquier cosa menos de falta de coherencia. Pero resulta que el mismo cardenal que hacía de Elías contra los Baales de la EpC, luego se comía con patatas la incorporación de la asignatura a sus colegios diocesanos. Y no fue el único. Cuando pregunté a un prelado sobre la cuestión, la respuesta fue: “¿y qué podemos hacer? ¿exponernos a que nos cierren los colegios?". Sin comentarios.

Lo cierto es que tras la tempestad vino la calma y la actitud del episcopado español ante la EpC empezó a parecerse mucho a la de la FERE. Es decir, oposición al fondo pero con disposición a llegar a los acuerdos que fueran menester para al menos salvar la cara de los colegios católicos. Por supuesto, se ha seguido diciendo que la asignatura es adoctrinadora, que atenta contra el derecho de los padres, etc, etc. Pero los únicos que han objetado han sido precisamente algunos padres. Si se hubiera producido una oposición radical de la escuela católica a la asignatura, es obvio que el gobierno habría que tenido que echar marcha atrás. El Estado no puede asumir el volumen de alumnos, y el gasto que supondría, de la escuela concertada. Pero si no se hizo tal cosa antes de la sentencia del Supremo, menos se va a hacer ahora. Así que tendremos EpC sí o sí, y nos tendremos que conformar con impedir que a los muchachos les lleguen los peores libros de dicha asignatura. Por ejemplo, yo me he leído “de pé a pá” el que se da en el colegio de mi hijo y no he encontrado nada contrario a mis valores.

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26.11.09

Monseñor Asenjo, a la Ejecutiva de la CEE

Tras la aceptación de la renuncia presentada por el cardenal Amigo como arzobispo de Sevilla, una de las dudas que presentaba la actual Plenaria era saber quién ocuparía su lugar en la ejecutiva de la CEE. Finalmente ha ocupado su cargo el mismo que le sucedió al frente de la sede sevillana, monseñor Asenjo. Era lo previsible, aunque hay quien pensaba que el primado de España y arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez, podría ser el elegido. Por lo que se ve, ni siquiera se presentó su candidatura. Además del arzobispo de Sevilla, sólo recibió votos el de Santiago de Compostela, monseñor Barrio. Y más bien pocos, lo que demuestra que la candidatura de Asenjo era consensuada o, así lo pienso, que las aguas en la CEE están ya calmadas, con el cardenal Rouco más preocupado de la JMJ del 2011 que de la fontanería de Añastro.

En realidad, el episcopado que tendrá que abordar el post-rouquismo es quizás el más uniforme desde el concilio Vaticano II. Las diferencias entre “progres” y “conservadores” son cada vez más tenues, aunque es evidente que el sector conservador moderado, tachado de ultra por el “progrerío mediático", es el preeminente. El taranconianismo es ya historia pero en España no vamos a encontrar figuras como Pell, Burke o Cipriani. Estamos ante un episcopado de perfil bajo, con picos mediáticos más bien provocados por la gravedad de la situación político-social que por las ganas que tienen los pocos obispos “guerreros” de salir a la palestra. Sólo la vuelta de Cañizares a España, sobre todo si vuelve a ser el mismo de cuando era vicepresidente de la CEE, podría cambiar esa realidad.

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