Gracias, por Lidia
Escribo estas líneas, para agradeceros a todos vuestras oraciones por mi salud, no sólo la del cuerpo, que es importante, sino también por la del alma, ya que aunque a veces nos parezca inverosímil las oraciones de la Iglesia, como Cuerpo de
Cristo unido en Él y con Él, se sienten con fuerza en los miembros que lo forman.
Gracias a vuestras peticiones, mi fe no se ha visto quebrantada ante esta dura prueba a la que se ha visto sometida, porque aunque ahora pueda decir con fuerza y valentía que, como a la mujer con flujo de sangre, el Señor me ha dicho: Hija, ten confianza; tu fe te ha sanado (Mat 9: 22), bien es cierto que en los últimos momentos la sentí desfallecer.
Cuando nos dijeron que buscaban descartar un “posible cáncer”, me quede totalmente en blanco; era como sí, de repente, no pudiera pensar ni para bien ni para mal. Mi mayor miedo era pensar que sí salía positivo, todo mi ser se rebelara contra Dios, y le diera la espalda, y eso me dolía mucho más que el pensar en que tuviera la enfermedad. Así que solo pude cerrar mis ojos y volverme hacía Él, para decirle: Señor, me pongo en tus manos, sí desfallezco, ahora que todavía puedo pensar con claridad te pido que me perdones. Sólo sé que de una manera o de otra, te debo dar Gracias; si no tengo nada, Gracias por ello, y si por el contrario, da positivo, Gracias por haber permitido pillarlo a tiempo.
De nuevo os doy las gracias a todos, no sólo a aquellos que habéis escrito dándonos ánimos, sino también a aquellos que en la intimidad de su oración han dedicado un poco de su tiempo para con nosotros.
Lidia