Es D. Luis Rodríguez Patiño quien debe rectificar o desaparecer
El tema del papel de la mujer en la Iglesia suele ser usado como herramienta de ataque contra el magisterio apostólico. El hecho de que el sacramento del sacerdocio, por Revelación divina, esté reservado sólo a los varones, es aprovechado por todos aquellos que quieren acusar al catolicismo -curiosamente se suele ignorar que los ortodoxos afirman lo mismo- de discriminar al género femenino. Que tales críticas surjan de una sociedad cada vez más alejada de Dios y del evangelio no es algo que deba sorprendernos. La cosa cambia, y no poco, cuando sectores de dentro de la propia Iglesia se suman al coro de descalificaciones procedentes del mundo. En vez de dejar que sus conciencias sean iluminadas por la luz de la verdad que propone el Magisterio, permiten que sean entenebrecidas por el error de aquellos que están bajo el influjo del príncipe de la potestad del aire, del espíritu que obra en los hijos rebeldes (Ef 2,2).
No es este un artículo escrito para discutir sobre lo que enseña la Iglesia acerca de esta cuestión. La enseñanza está ahí y ha de ser aceptada por todos los católicos. Eso incluye, por supuesto, a los sacerdotes. Puede darse el caso de que algunos de ellos, en su fuero interno, no estén conforme con el magisterio. No seré yo quien entre en el templo de la conciencia de cada cual, pero me parece evidente que todo católico, y más si es presbítero, debe de entender que en caso de disentir con la enseñanza de la Iglesia en algún punto, le corresponde a él pedir a Dios que le ilumine para aceptar lo que la Madre y Maestra dice y no a la Iglesia cambiar su enseñanza para que él pueda tener la conciencia en paz.