Relación personal con Cristo
“Vuestra gran tarea evangelizadora es, por tanto, la de proponer una relación personal con Cristo como llave para alcanzar la plenitud“. Así de claro ha sido Benedicto XVI al dirigirse a los obispos filipinos que están en visita ad limina en Roma. No es la primera vez que el Santo Padre habla de la necesidad de que el cristiano alcance una relación personal con su Salvador. De hecho, cabe preguntarse hasta qué punto se puede ser cristiano, o al menos vivir como tal, sin que dicha relación esté presente en algún grado.
Me viene a la memoria algo que escribió el Beato Newman en su Apologia pro vita sua:
“No haré consideraciones sobre mis sentimientos; ahora sé con toda claridad algo que entonces no sabía: que la Iglesia Católica no permite que ninguna imagen material o inmaterial, ningún credo o formulación dogmática, ningún rito, sacramento o santo, ni siquiera la Santísima Virgen, se interponga entre el alma y su Creador. Es por eso un cara a cara, ‘solus cum solo’, entre el hombre y su Dios. Sólo Él crea, sólo Él redime, ante su mirada imponente iremos a la muerte, en Presencia Suya discurrirá nuestra eterna felicidad".
No hace falta que diga que el Beato no despreciaba ni consideraba ineficientes e innecesarias las mediaciones -sacramentos, Santísima Virgen, santos- entre Cristo y nosotros, pero efectivamente, el cristianismo es por encima de todo un cara a cara entre Dios y cada uno de sus hijos. De hecho, esa relación es fuente de gracia salvífica. Quien vive consciente de la presencia del Señor en cada momento de su vida, tiene más fácil huir del pecado que le aleja de Dios.