Rouco-Sistach, fin de ciclo
Lo anunció ayer José Manuel Vidal en Religión Digital. En la próxima asamblea general de la Conferencia Episcopal Española se producirá la reelección del cardenal Rouco como presidente, cosa que todo el mundo sabía, y el cardenal Sistach ocupará la vicepresidencia, en un movimiento -esto ya no lo dice claramente Vidal- pergeñado por el primero. De esta manera, y dado que ambos cardenales están al borde de la renuncia por edad, la elección de vicepresidente deja de tener el cariz de plataforma de lanzamiento para la sucesión del propio Rouco al frente de la CEE dentro de tres años. Se da por hecho que el Papa esperará a que se cumplan esos tres años para aceptarles la renuncia.
Aunque el cardenal Rouco seguirá ejerciendo de cabeza visible -no orgánica- de los obispos españoles, es evidente que su influencia en la Iglesia en España empieza a menguar. Por ejemplo, ya no es tan decisivo como antes a la hora de los nombramientos episcopales. El cardenal Re, con quien tenía una magnífica relación, ya no es prefecto del dicasterio para los obispos. Y, sobre todo, hay en Roma otro cardenal español, Cañizares, que tiene ya mucha más mano en esa cuestión. Por si fuera poco, para disgusto de los obispos españoles que aprecian tanto a uno como al otro, las relaciones entre los dos grandes cardenales españoles de la última década -sin desmerecer al resto- son malas. De hecho, al menos uno de ellos no tiene el menor pudor en dejar clara esa realidad a todo el que se le acerca. Eso puede tener consecuencias poco deseables para el resto de la Iglesia, pues cuando dos grandes trenes chocan, las vías pueden quedar atascadas durante mucho tiempo.
Pero mientras el cardenal Cañizares trabaja para lograr su regreso a España dentro de tres años, cosa nada segura si, Dios lo quiera, Benedicto XVI sigue vivo, acá se moverán todas las piezas necesarias para abordar el post-rouquismo. Estemos muy atentos a los movimientos que van a tener lugar en la próxima asamblea. Por ejemplo, la salida de Mons. Jesús Sanz Montes de la comisión para la vida consagrada puede llevar aparejada su entrada en la ejecutiva. De hecho, mis fuentes me dicen que va a producirse dicha entrada. Siendo el arzobispo más joven de España, quizás sea pronto para pensar en él como sucesor del cardenal Rouco dentro de tres años, pero a nadie se le escapa que don Jesús está llamado a ser uno de los líderes más importantes de la Iglesia en España para las próximas dos décadas. Está por ver si su sucesor en la comisión responsable de las relaciones entre obispos y religiosos es el obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, el obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo, o un tercer candidato de consenso.
La salida de Mons. Carlos Osoro de la próxima ejecutiva no significa que quede descartado para ser el primer presidente de la CEE tras el retiro del cardenal Rouco. Ahora bien, como siga recibiendo apoyos mediáticos y eclesiales de dudosa ortodoxia, sus posibilidades serán nulas. Lo mismo le ocurre, pero a otro nivel, al obispo electo de la diócesis menos poblada de España. El resto del episcopado español tiene muy en cuenta aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”. Idem de idem le ocurre a Mons. Juan del Río. Cuanto más le encumbran algunos, menos posibilidades tiene de ser encumbrado fuera del arzobispado castrense. Por más que José Manuel Vidal insista, el episcopado no está dividido por la mitad entre dos sensibilidades. Hay una sensibildiad que todavía pesa bastante más que la otra. No hace falta que diga cual. Y de aquí a tres años no hay nombramientos episcopales suficientes como para que la balanza se incline hacia el otro lado.
Una cosa sí creo segura. Como en todo fin de ciclo, los próximos años no traerán gran actividad visible. Documentos impactantes, pocos, por no decir ninguno. Habrá mucho movimiento entre bambalinas, pero algunas comisiones, como la de doctrina de la fe, me temo que quedarán sujetas a hibernación. Nada de notas que sean mediáticamente polémicas. El cardenal Rouco, que hoy por hoy vive por y para la JMJ, quiere retirarse tranquilamente. Y el cardenal Sistach es el paradigma del hieratismo ante los problemas heredados de la crisis postconciliar.
Luis Fernando Pérez Bustamante
16 comentarios
Pero quizás que Rouco y Sistach tengan asegurado el trienio no es buena noticia para una de las dos archidiócesis (no digo cual...).
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LF:
Bueno, en esa archidiócesis daban por hecho que a "n.s.b.a" pastor no iban a hacerle el feo en Roma de retirarle antes que al otro cardenal arzobispo.
Por lo demás, el Cardenal Rouco sigue siendo miembro de la Congregación para los Obispos y ello le permitirá seguir influyendo en los nombramientos episcopales, aunque su criterio sea menos determinante que hasta hace poco.
Un saludo.
De este artículo también se puede hacer una lectura donde se describe muy bien en lo que consiste la Iglesia española actual (y contemporánea) en cuanto a clero de altos vuelos se refiere: una mera madeja de intrigas palaciegas (... y no digo cual, quién, cuando, donde, cuanto, como y por qué). Y mientras tanto la gran apostasía suma y sigue, y suma y sigue, y suma y sigue...
No me ha quedado claro como debo de interpretar exactamente eso de "hieratismo". Perdón por la ignorancia.
Cuanto mas aprendo de las cosas de la Iglesia y la doctrina cada vez me hace mas (maldita la...) "gracia" eso de crisis postconciliar (... y mejor no digo cual, quién, cuando, donde, cuanto, como y por qué).
En fin, mientras sigamos refocilándonos en el mismo lodo de siempre (este "siempre" actual y contemporáneo) y por tanto sigamos cayendo en barrena y sin paracaídas yo creo que mejor nos vamos preparando los corazones, primero para el tortazo que nos vamos a meter (que ya nos estamos metiendo) porque vamos a necesitar la ayuda de Dios para ser fuertes en la prueba, y después para la gloria o para el castigo, según el caso de cada cual...
Recemos hermanos, pidamos al Espíritu Santo, por intercesión de María Madre de Dios y Madre nuestra, que nos conceda los dones de la sabiduría, el conocimiento y la prudencia en estos tiempos de sublime engaño.
¡Sancta Maria, ora pro nobis pecatoribus!
¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!
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LF:
Tengo que mentalizarme para no volver a usar el término crisis postconciliar. La crisis es bastante anterior al Concilio Vaticano II.
Lo de hieratismo interprétese como solemne inactividad ante la crisis.
Vale, es que no me quería mojar sin saber exactamente a qué te referías. Pero dices lo que pensaba que decías y solo añadiré que yo no tengo una opinión tan generosa sobre el asunto.
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LF:
Los problemas de salud van dentro de los parámetros previstos, que no es poco. Gracias por tus buenos deseos.
Si hay dos cardenales que se llevan mal y digo que uno no tiene problemas en hacerlo saber, pues sabiendo cómo son uno y otro, creo que no hace falta que diga quién es el "locuaz".
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LF:
Se quedará el tiempo que el cardenal Rouco quiera que se quede. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Y dudo que salga hasta que el cardenal no tenga claro cuál va a ser su sustituto. Me extrañaría mucho que saliera antes de la próxima JMJ. Luego, ya se verá.
Pero ojo, que aquí no hay alianza. Hay manejo de la situación por parte de quien conoce perfectamente cómo funciona Añastro.
Expresiones candidatas: la crisis del siglo o crisis secular, la crisis del modernismo en la Iglesia o crisis modernista o crisis de la iglesia modernista, la crisis antropocéntrica, la crisis de la gran apostasía, etc...
Solo son sugerencias, solo eso, yo tengo mis favoritas y como conozco el percal ni siquiera las he relacionado.
Y por cierto que todo esto viene muy al caso del tema en cuestión, de los rouquismos, taranconismos, sistaquismos, cañizarismos, etc... vienen estos lodos, los que he dicho antes; y lo que he dicho antes.
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LF:
El cardenal Sistach iba a seguir, sí o sí, al frente de la archidiócesis de Barcelona al menos hasta que Rouco hiciera lo mismo en la de Madrid. Sobre todo dándose el hecho de que Rouco presenta su renuncia antes que Sistach. Dada la importancia de ambas archidiócesis, Roma tiene mucho cuidado en ese tipo de detalles. Diplomacia vaticana lo llaman.
Más importante que el adelantar la salida del cardenal Sistach es lograr que el próximo sucesor de los apóstoles en Barcelona sea alguien capaz de cambiar el rumbo.
Y por cierto, no nos olvidemos que Benedicto XVI no es un Papa joven. Dios no lo quiera, pero en tres años puede que tengamos a otro obispo sentado en la Cátedra de Pedro. Dado que los pastores de Madrid y Barcelona no son decididos por el dicasterio que hoy preside el cardenal Ouellet sino por el propio Papa, esa posibilidad puede significar un cambio significativo.
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LF:
Hombre, yo creo que sí hay buenos mimbres dentro de nuestro episcopado.
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LF:
No, tampoco es que pase del todo. Además, la JMJ es en agosto y luego le quedan dos años y medio al frente de la CEE. Tiempo suficiente como para hacer lo que esté en su mano para asegurar cierta continuidad en la persona de su sucesor. El romano se queda en Roma hasta que Benedicto XVI quiera. Y quiere.
La diplomacia vaticana no tuvo ninguna consideración con el Cardenal Amigo, por ejemplo.
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LF:
Barcelona es una de las archidiócesis punteras del mundo. Sevilla no tanto. Y la situación de la archidiócesis andaluza requería, por una cuestión muy concreta, una intervención vaticana urgente. Lo de Barcelona es una situación que se repite en otras diócesis europeas secularizadas.
De todas formas, Germinans ha conseguido muchísimo. Por ejemplo, que a todo un cardenal se le niegue, una vez sí y otra también, el candidato que presentaba para ser su obispo auxiliar. Sólo con ese dato se desmiente la teoría de Vidal de que ambos cardenales tienen la misma influencia en Roma. Hasta un obispo de una diócesis catalana sufragánea de Barcelona ha conseguido que su sucesor fuera el sacerdote que él deseaba.
Y por cierto, poner a Sistach de vicepresidente no es tanto un premio como, así lo veo yo, una jugada maestra de Rouco. En Valencia hay quien debe de estar preguntándose cómo encajar lo ocurrido.
La Paz.
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LF:
El Papa dice cómo deberían ser las cosas. Luego las cosas son como son. Y es evidente que las Conferencias Episcopales no ayudan a acabar con el carrerismo. Servirán para otras cosas, no lo niego. Pero para eso, no.
Desde luego si yo fuera obispo, cosa imposible, me verían el pelo o la calva por Añastro un par de veces al año. Y quizás ni eso. Demasiadas comisiones, demasiadas reuniones, demasiada parafernalia.
¿Dónde cabe por aquí el Espíritu Santo? ¿Dónde una Iglesia pobre y humilde que busque en todo la Voluntad del Señor? Se me escapa. Si alguien lo puede explicar que lo haga, por favor.
No lo podemos asumir como normal, como se desprendería en un primer momento del contenido y el tono del artículo. No señor, esto no puede ser normal.
Es más: para esto, que desaparezcan las Conferencias Episcopales. No pensarían los Obispos en posibles "dignidades" en ellas.
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LF:
El componente humano siempre estará presente en la Iglesia. Es inevitable. Lo cual no quiere decir que no debamos quejarnos de determinado tipo de instrumentalizaciones poco "evangélicas".
Que la CEE, en ese sentido, deje de ser un gris órgano administrativo y sirva de veras a las distintas diócesis, única configuración eclesial divinamente instituida.
Que el rouquismo, versión neocon del taranconismo, pase rápido rápido y llegue a Madrid un arzobispo al que le importen más las iglesias de su diócesis que cierran (i.e. Valle de los caídos) y menos los shows de cara a la galería.
Que la nueva generación de obispos (Sanz Montes, Demetrio, Munilla, Asenjo, Franco, Palmero...), creyente, valiente, evangélica y apostólica, bastante más formada, llamada a tomar las riendas de la Iglesia en España, no nos defraude.
Saludos cordiales.
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LF:
Dios le oiga.
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