20.02.18

El verdadero ecumenismo del odio

Hace unos meses, La Civiltà Cattolica publicaba un artículo firmado por su director, el jesuita Antonio Spadaro y por el pastor presbiteriano Marcelo Figueroa, responsable de la edición argentina de L´Osservatore Romano (sic), en el que se acusaba a los católicos tradicionales y los protestantes evangélicos estadounidenses de practicar un “ecumenismo del odio” por defender el derecho a la vida y la enseñanza bíblica sobre la naturaleza del matrimonio como unión entre un hombre y una mujer. Cito de dicho artículo:

«Apelando a los valores del fundamentalismo, se está desarrollando una extraña forma de ecumenismo sorprendente entre fundamentalistas evangélicos e integristas católicos unidos por la ambición de obtener influencia religiosa en la esfera política»

«Algunos que profesan ser católicos se expresan de maneras que hasta hace poco eran desconocidas en su tradición y usan tonos mucho más cercanos a los evangélicos».

«Existe un mundo bien definido de convergencia ecuménica entre sectores que paradójicamente son competidores en lo que respecta a la pertenencia confesional. Esta unión sobre los objetivos compartidos se produce en torno a temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la educación religiosa en las escuelas y otros asuntos generalmente considerados morales o ligados a los valores. Los integristas evangélicos y católicos condenan el ecumenismo tradicional y, sin embargo, promueven un ecumenismo de conflicto que los une en el sueño nostálgico de un tipo de Estado teocrático».

Desde entonces, se ha producido una cascada de noticias que parecen indicar que la cuestión de la homosexualidad es objeto de discusión tanto dentro del catolicismo como del protestantismo. Digo “parece” porque no cabe discusión alguna.

Lo que está en juego no es si el cristianismo debe aceptar o no las relaciones homosexuales. Lo que se dilucida es si el cristianismo sigue existiendo como tal o se arrodilla ante el Nuevo Orden Mundial que, entre otras imposiciones, busca dar carta de naturaleza a unas relaciones que la Biblia señala, de forma inequívoca, como aberración ante los ojos de Dios.

Existe un verdadero campo de batalla en el que los dos bandos están muy bien delimitados. Por una parte, los que creen que la Biblia es normativa a la hora de discernir la condición pecaminosa de las relaciones entre personas del mismo sexo. Por otra, los que abogan por dejar de lado la Escritura en esa materia -y en otras, dicho sea de paso-. 

En realidad, estamos ante un episodio más del gran conflicto espiritual (Ef 6) del último siglo y medio entre el cristianismo tradicional y la apostasía, que en el catolicismo recibe el nombre de modernismo y en el protestantismo se llama liberalismo teológico.

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8.02.18

Cuando se retira la anilla a una granada, explota

Revisión de la Humanae Vitae, bendición de uniones homosexuales, comunión de adúlteros y lo que se les ocurra de aquí en adelante. Es todo lo mismo. Y todo nace de la misma fuente. A saber, la idea  que subyace en el punto 301 de Amoris Laetitia. Cito:

Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

La “situación irregular” puede ser la del adulterio, la de la práctica de la sodomía o el lesbianismo, la del uso de anticonceptivos, la del no cumplimiento del precepto dominical, la que se quiera. Según ese texto se puede conocer el mandamiento de Dios y, dependiendo de las circunstancias, no cumplirlo sin caer en pecado.

En realidad, todo parte de la falta de fe. Sin fe, es imposible agradar a Dios. Sin fe, no se pueden cumplir sus mandamientos. Sin fe, cualquier barbaridad puede ser justificada. Quienes no creen en el poder de la gracia de Dios para que el cristiano se libere del pecado de verdad, no solo de modo forense, buscan la manera de burlarse de la ley de Dios. 

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2.02.18

Hacia la dictadura del pensamiento único en España

Afirmar que la II Republica fue un instrumento de opresión de la Iglesia en España, que la izquierda de entonces era, como poco, tan golpista como los que finalmente se levantaron contra dicho régimen, y que dicho levantamiento evitó la práctica aniquilación del catolicismo en este país, va a ser un delito penado con cárcel si se aprueba el nuevo proyecto de ley de Memoria Histórica que ha presentado el PSOE. Un PSOE que es precisamente hijo político de aquella izquierda asesina que llenó este país de mártires.

A la izquierda, y a la derecha parlamentaria cómplice, no le basta con adoctrinar a nuestros hijos en materia moral, robando el derecho de los padres en esa materia. No le basta con atentar contra la libertad religiosa con leyes de ideología de género que atentan contra el ideario de los pocos colegios auténticamente católicos qe quedan. No le basta con reabrir heridas que se supone que quedaron cerradas en la Transición. Ahora quiere también imponer el silencio a todos aquellos que osan contradecir las mentiras que ellos sostienen sobre la historia de este país en el siglo pasado.

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28.01.18

Creí, por eso hablé

El apóstol San Pablo nos da la clave a la hora de comportarnos en todo momento,  especialmente en tiempos de tribulación

Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno.
2ª Cor 4,13-18

“Creí, por eso hablé". El silencio no es una opción. La fe no puede guardarse en el interior del alma bajo la llave de la tibieza. La falsa prudencia es el disfraz de la cobardía. Como bien enseñó San Pío X:

“La doctrina católica nos enseña que el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las convicciones erróneas, por sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica para el error o el vicio en que vemos sumidos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual o moral". 
San Pío X, Carta Encíclica Notre charge apostolique.

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18.01.18

El Imperio vuelve a exigir a los cristianos que apostaten

Tras una persecución brutal en el primer siglo y medio del cristianismo, el Imperio romano decidió dejar a los cristianos en paz durante largos años. Pero eso cambió en el año 249, cuando el emperador Decio llegó al poder. En enero del año siguiente, 250, publicó el siguiente decreto:

Se requiere a todos los habitantes del imperio para que hagan sacrificios ante los magistrados de su comunidad «por la seguridad del imperio» en un día determinado (la fecha variaría en cada lugar y la orden pudo haber sido que el sacrificio tenía que estar consumado dentro de un específico período después de que la comunidad recibiera el edicto). Cuando hagan el sacrificio podrán obtener un certificado (libellus) documentando el hecho de que han cumplido la orden.

Ni que decir tiene que la ceremoncia sacrificial que se pedía era de naturaleza pagana. La reacción de los cristianos, a diferencia de en los dos siglos anteriores, donde prácticamente todos prefiriendo sufrir el martirio a renegar de Cristo, fue muy variada. Hubo muchos que se negaron a obedecer al emperador, lo que les llevó a entregar su sangre por el Señor. Entre ellos, el papa San Fabián. Pero otros apostataron de diversas maneras. Concretamente estas:

  • Los sacrificati, que fueron aquellos que consintieron en hacer sacrificios a los dioses romanos o a la imagen del emperador. Los thurificati, aquellos que quemaron incienso ante las imágenes de los ídolos,
  • Los libellaciti, aquellos que obtuvieron un certificado por parte de las autoridades donde constaba que habían abjurado del cristianismo y hecho ofrendas a los dioses. Muchos de estos certificados se obtuvieron también por soborno y compra.
  • Los acta facientes, que fueron aquellos que realizaron acciones directas para salvar su vida o admitieron falsedades bajo coerción.
  • Los traditori, que entregaron a las autoridades objetos sagrados o escrituras, o que delataron a otros cristianos.

No era la primera vez que el pueblo de Dios se enfrentaba a la elección entre la fidelidad al Señor o a los gobernantes de turno. Como bien relata el I Libro de los Macabeos, Antioco Epífanes…

… envió decretos a Jerusalén y a las ciudades de Judá para que vivieran conforme a tradiciones extrañas a las del país. que se prohibiera hacer holocaustos, sacrificios y libaciones en el Santuario; que profanaran los sábados y los días de fiesta; que el Santuario y los objetos sagrados fueran contaminados; que levantaran altares, templos e ídolos; que hicieran sacrificios de cerdos y animales impuros;  que no circuncidaran a sus hijos y que hicieran sus almas abominables con toda clase de inmundicia y profanación; así se olvidarían de la Ley y cambiarían todas sus buenas costumbres.
El que no cumpliera la orden del rey sería condenado a muerte. Redactó un decreto para todo su reino en estos términos y nombró inspectores para todo el pueblo. Además obligó a las ciudades de Judá, una por una, a que ofrecieran sacrificios.
1 Mac 1,44-51

Muchos judíos apostataron pero a su vez:

muchos en Israel se mantuvieron firmes y se llenaron de valor para no comer alimentos impuros. Prefirieron morir antes que mancharse con la comida o profanar la alianza santa. Y, en efecto, murieron y fue muy grande la ira que se desencadenó sobre Israel.
1 Mac 1,62-64

Es una constante que cada cierto tiempo los hijos de Dios tienen que enfrentarse a elegir por gracia el martirio o caer en la apostasía, aceptando algo que va en contra de la fidelidad al Señor. Lo vimos el siglo pasado con la persecución a los cristeros en México y a los católicos españoles durante la II República y la Guerra Civil, y lo vemos hoy en China, la India, Oriente Medio, África, etc.

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