La Comisión Permanente de la CEE publicó ayer la típica nota que siempre sacan nuestros obispos antes de cualquier elección en las urnas. La misma se divide en diez puntos, que paso a comentar uno por uno:
1. El próximo día 20 de noviembre estamos todos convocados a las urnas. Con este motivo, los obispos ofrecemos a los católicos y a cuantos deseen escucharnos algunas consideraciones que ayuden al ejercicio responsable del deber de votar. Es nuestra obligación de pastores de la Iglesia orientar el discernimiento moral para la justa toma de decisiones que afectan a la realización del bien común y al reconocimiento y la tutela de los derechos fundamentales, como es el caso de las elecciones generales.
¿Deber de votar? ¿De verdad nuestros obispos creen que votar es un deber? ¿No es legítima la abstención? Porque imagínense que tras leer el resto de la nota uno llega a la conclusión de que lo mejor es no votar. ¿Dónde estaría el problema?
2. En su discurso sobre los fundamentos del derecho, pronunciado el mes pasado ante el Parlamento federal de Alemania, el Papa recordaba que “el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. Se ha referido, en cambio, a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho […], la razón abierta al lenguaje del ser”. Nosotros hacemos nuestras consideraciones desde ese horizonte de los fundamentos prepolíticos del derecho, sin entrar en opciones de partido y sin pretender imponer a nadie ningún programa político. Cada uno deberá sopesar, en conciencia, a quién debe votar para obtener, en conjunto, el mayor bien posible en este momento.
Es bueno y necesario que los obispos recuerden que existen valores prepolíticos que no deben ser alterados o anulados por la acción política. Ahora bien, nótese que los pastores hablan de votar para conseguir el mayor bien posible y no el mal menor. No es lo mismo.
3. No se podría hablar de decisiones políticas morales o inmorales, justas o injustas, si el criterio exclusivo o determinante para su calificación fuera el del éxito electoral o el del beneficio material. Esto supondría la subordinación del derecho al poder. Las decisiones políticas deben ser morales y justas, no sólo consensuadas o eficaces; por tanto, deben fundamentarse en la razón acorde con la naturaleza del ser humano. No es cierto que las disposiciones legales sean siempre morales y justas por el mero hecho de que emanen de organismos políticamente legítimos.
Ese punto convierte en inmoral e injusto el actual sistema democrático en España. Más que nada porque desde el mismo se han practicado y se seguirán practicando políticas inmorales e injutas. Siendo así, lo lógico, por no decir que es un deber, es que los católicos usemos todos los medios que nos permite el evangelio y el magisterio para combatir dicho sistema. No es plan ahora de señalarlos. Basta con que quede constancia de que esa posibilidad queda abierta.
4. En concreto, como ha señalado el Papa en agosto, aquí en Madrid, la recta razón reconoce que hemos sido creados libres y para la libertad, pero que no actúan de modo conforme con la verdadera libertad quienes “creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces y cimientos que ellos mismos; desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar a cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento”
Bien, en España tenemos a un partido todavía gobernante, el PSOE, que encaja a la perfección con esa descripción del Papa. Y tenemos al partido que puede gobernar, el PP, que encaja en un 90%, dejando el otro 10% en manos de lo que decidan unos jueces politizados que están mayoritariamente al servicio de la ideología del PSOE. Conmovedor.
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