21.01.12

Lo verdaderamente sorprendente de la suspensión del cura de Gran Hermano

Antes de entrar a analizar la realidad, conviene contarla sin manipularla. Juan Antonio Molina no ha sido suspendido a divinis por entrar en el programa Gran Hermano sino por desobedecer una orden directa del superior de su orden religiosa. Que dicha orden estuviera relacionada con su presencia en ese espectáculo mediático no es cosa menor, pero sí razón secundaria de lo acontecido.

Por tanto, lo primero que cabe preguntarse es si la desobediencia a un superior es razón suficiente para proceder a un castigo canónico tan importante. Es obvio que toda desobediencia en una comunidad religiosa a la que se entra conociendo sus normas y sus reglas supone una falta a la comunión interna. Pero es claro que no es igual desobedecer en un tema menor que en algo realmente grave.

¿Es grave que un religioso se preste a ser parte del circo mediático de Gran Hermano? Pues para los responsables de los Misioneros del Sagrado Corazón sí lo es. Lo quiera o no el P. Molina, su presencia en ese programa afectaría a la imagen de toda su congregación religiosa. Y de paso, a la de toda la Iglesia. Es decir, él no es un señor particular cualquiera que decide encerrarse en una casa con otros concursantes. No, él es sacerdote y religioso, y por tanto no puede hacer lo que le venga en gana contra el criterio de la Iglesia y su orden. Como ciudadano es libre para entrar ahí o donde sea. Como presbítero y siervo de Cristo y de su Iglesia, está sujeto a quienes están en autoridad sobre él. Y si no se sujeta, ha de afrontar las consecuencias.

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19.01.12

Dos más dos son cuatro y secularización más apostasía es muerte

Hay cosas que no pueden dejar de ser como son. Si a dos le sumas dos, da siempre cuatro. Si a una manzana le rompes el rabillo que la une al árbol, cae al suelo. Y si a una sociedad cristiana le quitas a Cristo y el evangelio, se va derechita hacia el abismo.

Es lo que le ocurre a España. Desde que los españoles decidieron mayoritariamente olvidarse de la fe en la que fueron bautizados y vivir sin tener en cuenta a Cristo, su evangelio y lo que enseña la Iglesia, la descomposición social es imparable. Y si no lo remedia la nueva evangelización de la que tanto se habla -veremos lo que se hace-, el resultado final será catastrófico a todos los niveles.

Porque catastrófico es que una nación se convierta en un país de ancianos, sin niños por las calles, sin jóvenes en edad de trabajar, sin familias estables y sin valores suficientes para revertir la situación. En breve publicaré una reseña del libro “El suicidio demográfico en España” de Alejandro Macarrón, editado por Homo Legens, pero ya adelanto que el mismo pone los pelos de punta a cualquiera. Lo que nos vamos a encontrar de aquí a la vuelta de la esquina si las cosas no cambian es algo que dudo que tenga parangón en la historia de este país. Baste decir que hoy nacen menos niños en España que durante el peor año de la Guerra Civil. Y que a mediados del siglo XIX, las españolas tenían más hijos cada año que los que tienen hoy, a principios del siglo XXI. Si alguien cree que eso es normal y deseable, que se lo haga mirar.

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17.01.12

Algunos aspectos de la oración por la unidad de los cristianos

Mañana empieza la semana de oración por la unidad de los cristianos. Por si alguno no lo sabía, diremos que según la web del Vaticano, en el hemisferio norte la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de San Pedro y la de San Pablo, que tienen un significado simbólico. En el hemisferio sur donde el mes de enero es tiempo de vacaciones de verano, las Iglesias frecuentemente adoptan otra fecha para celebrar la semana de oración, por ejemplo en torno a Pentecostés (sugerido por el movimiento Fe y Constitución en 1926) que representa también otra fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.

Alguno se preguntará quién fue el tal Paul Watson. Pues bien, fue un pastor episcopaliano que a los nueves meses -curiosa cifra- de lanzar la Church Unity Octave (Octava por la Unidad de la Iglesia) recibió la gracia de convertirse a la fe católica. Por tanto, no me negarán ustedes que la cosa no empezó mal.

Mucho ha llovido desde 1908, así que toca analizar cuáles son las circunstancias actuales en relación a este tema, que forma parte, conviene recordarlo, de la voluntad expresa de Cristo, que pidió al Padre precisamente por la unidad entre todos los cristianos. Si el Señor lo quiso, nosotros debemos quererlo. Otra cosa es el cómo, cuándo y bajo qué condiciones debe darse esa unidad.

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15.01.12

Les molesta la Palabra de Dios y los obispos que la predican

Todos los asistentes a la Misa de hoy han escuchado las palabras de San Pablo a los fieles cristianos. Palabras que, como bien confesará cualquiera que se precie de ser católico, son inspiradas por el Espíritu Santo. Por tanto, no son la mera opinión particular de un apóstol, aunque ello ya debería de ser lo suficientemente valorado como para tenerlas en cuenta. No, ese párrafo leído hoy lleva la autoridad del mismísimo Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad, que procede del Padre y del Hijo y que junto con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria.

Sin embargo, a algunos que pretenden hacerse pasar por cristianos, les ha molestado que un obispo, concretamente el de Córdoba, haya usado en su carta de esta semana el texto de 1ª de Corintios (1Co 6,13-15.17-20), en el que San Pablo es tajante al pedir a los cristianos que huyan de la fornicación. Ni que decir tiene que se refiere a las relaciones sexuales fuera del matrimonio, incluso las que no implican adulterio.

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14.01.12

La Congregación para la Doctrina de la Fe y el sentido común

La Congregación para la Doctrina de la Fe ha cumplido con su deber al ordenar la retirada de un libro de un pastor metodista, Pablo Manuel Ferrer, de la editorial católica San Pablo. El pastor no es evangélico, como se asegura en muchos medios. Pertenece a lo que se conoce como protestantismo liberal, que no se diferencia gran cosa de los teólogos heterodoxo-modernistas que sufrimos desde hace décadas en la Iglesia. La lástima es que todos “nuestros” liberales no se vayan con el pastor Ferrer a su chiringuito eclesial. Y también es una lástima que John Wesley no levante la cabeza para poner a ese pastor en el lugar que se merece.

El tal Ferrer sostiene los típicos tópicos que la teología liberal, auténtico cáncer y peste negra de la teología cristiana, ha venido defecando desde hace siglo y medio. De la Biblia dice que es una obra social y cultural que además se contradice a sí misma. Niega de forma bastante clara que sea revelación de Dios. En relación a la sexualidad, sostiene exactamente todo lo que es contrario a la fe católica. Y, en definitiva, no está nada claro que merezca el calificativo de cristiano.

A pesar de todo ello, a la editorial “católica” San Pablo en Argentina no se le ocurrió mejor idea que encargarle un libro con motivo de una colección de ecumenismo. Digamos que aceptamos la idea de que una editorial católica publique obras de teólogos no católicos. Es cosa habitual en las últimas décadas. Ahora bien, a mí no me cabe la menor duda de que en ese bendito país deben de existir decenas y decenas de teólogos protestantes cuya visión sobre la sexualidad y el matrimonio sea muy parecida o idéntica a la de la Iglesia Católica. Es más, podría dar algún nombre. Y, sin embargo, en la editorial han buscado a quien más alejado está no solo de la fe católica, sino de cualquier cosa que huela a fe cristiana. Y, ustedes me lo perdonarán, yo no me creo que eso sea una casualidad. Estoy convencido de que los responsables de esa decisión son tan liberales -y por tanto, tan poco católicos- como el pastor Ferrer.

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