Galicanismo a la austriaca o el josefinismo redivivo
Acabo de leer la carta pastoral que los obispos austriacos han publicado hoy, con motivo del cirio que se ha montado en el país tras el levantamiento de las excomuniones a los obispos de la FSSPX y el nombramiento “fallido” del sacerdote Gerhard Maria Wagner como obispo auxiliar de Linz. Los amigos de “La Buhardilla de Jerónimo” nos han hecho el impagable favor de darnos la traducción al castellano.
Nada más leerla, he puesto el siguiente comentario:
Las tesis conciliaristas que fueron derrotadas tras el cisma de Occidente surgen de nuevo de entre las sombras de una Europa apóstata, que ve como al negarse a sí misma encuentra la colaboración pasiva de quienes hacen uso del último concilio ecuménico como herramienta para cambiar el ethos del catolicismo.
Intentaré explicar el porqué de mis palabras. La herejía conciliarista consiste en afirmar que un concilio ecuménico tiene más autoridad que el Papa. La autoridad del Obispo de Roma no es total y se somete al juicio de toda la Iglesia reunida en concilio, de tal manera que en caso de desacuerdo entre el Papa y el Concilio, se impone el criterio de este último. En realidad, no es tanto una cuestión de “Papa versus Concilio” como de “Papa versus resto de la Iglesia". A esa herejía se opone la doctrina católica que, y cito del manual de dogmática de Ott, afirma que “el Papa posee la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia no solamente en cosas de fe y costumbres, sino también en la disciplina y gobierno de la Iglesia“.
Esta desviación doctrinal ha mostrado a lo largo de la historia de la Iglesia diversos rostros. Está en la esencia del Cisma de Oriente, cuando los obispos de Oriente se desdijeron de lo que habían afirmado en el Concilio de Calcedonia, donde reconocieron que el Papa, sucesor de Pedro al frente del rebaño de Cristo, era su cabeza, su padre y su pastor, de tal forma que sólo él tenía autoridad para refrendar los cánones conciliares. El alejamiento de la autoridad papal unido al burdo cesaropapismo, acabó por convertir a las iglesias ortodoxas en poco más que iglesias nacionales, que quedaron, y están, al albur de la autoridad política de la nación de turno.
En Occidente las tesis conciliaristas casi logran imponerse debido al Cisma de Occidente, donde Europa estaba dividida en la obediencia a tres Papas (en realidad un Papa y dos antipapas). El concilio de Constanza sirvió para solucionar el cisma pero a su vez dio alas a los que sostenían las tesis de la superioridad conciliar sobre la papal. Ironías del destino, cuando el conciliarismo de los rebeldes de Basilea parecía ganar el pulso a Eugenio IV, los orientales aceptaron su autoridad en el concilio de Ferrara, que debería haber servido para la reconciliación plena de toda la Iglesia, cosa que no tuvo lugar debido a la negativa posterior de los ortodoxos a aceptar lo que dicho concilio había determinado. Debe ser por aquello de que la cabra siempre tira para el monte.
El galicanismo, el febronianismo y, significativamente, el josefinismo austriaco (*) son más o menos el mismo perro con distinto collar, y no creo necesario entrar en detalles sobre sus aspectos particulares. La clave sigue siendo la misma: ¿tiene o no tiene el Papa autoridad plena sobre la Iglesia, lo que incluye al resto de los obispos?
La carta de los prelados austriacos tiene, en mi opinión, un claro y nítido aroma a galicanismo “made in Austria". A pesar de que afirman su lealtad al Papa, lo hacen en unos términos que bien podrían firmar los obispos ortodoxos respecto al Patriarca Ecuménico. Pero lo verdaderamente preocupante es cuando analizan la cuestión de los nombramientos de obispos. Tras decir que el sistema actual es bueno si se siguen las normas dispuestas en el derecho canónico, los obispos austriacos salen con esta afirmación:
Nosotros, los obispos, haremos todo esfuerzo posible para apoyar los próximos nombramientos episcopales, en el sentido de monitorear los procedimientos en cercana cooperación con los departamentos vaticanos.
En otras palabras, que Roma sepa que nosotros vamos a estar controlando los futuros nombramientos episcopales para Austria. Y esto lo dicen después de que, por primera vez en ni se sabe la de tiempo, un candidato al episcopado en Europa ha tenido que renunciar por las presiones habidas después de que se hiciera pública su elección. O sea, no sólo apoyan la renuncia del sacerdote elegido sino que avisan de que en el futuro ellos van a monitorear a los candidatos. Y yo pregunto: ¿eso lo dicen tras consultarlo con Roma o de motu proprio? Porque, señores míos, digamos que el Papa decide que va a ser él en persona quien, a partir de mañana mismo, va a monitorear todos y cada uno de los nombramientos de obispos austriacos, sean de archidiócesis importantes o de la más insignificante del país; ¿qué piensan hacer en ese caso? ¿mirar para otro lado ante las presiones del clero disconforme o, como en el caso del arzobispo de Salzburgo, apoyar abiertamente a la disidencia con ínfulas apóstatas? ¿Y si el Papa decide que el padre Wagner debe ser obispo ahora más que nunca, precisamente dada su disposición a rechazar el episcopado para evitar un conflicto interno? ¿le montarán un cirio al Santo Padre?
Tengo para mí que el padre Wagner ha demostrado ser más digno del episcopado que todos los que han firmado esa carta pastoral, cardenal de Viena incluido. Tengo para mí que la Iglesia Católica en Austria ha cruzado una línea muy peligrosa y de difícil retorno. Y tengo para mí que si el Papa no quiere que esto se convierta en una jaula de grillos “monitoreadores” de la autoridad papal, va a ser necesario que haga uso de la misma de forma clara, rotunda y sin dejar lugar a equívocos, tibiezas y quintacolumnismos josefinistas. Porque se puede discutir cuál es el papel de las iglesias locales en la elección de obispos. Pero no se puede hacer un ejercicio de cinismo episcopal conjunto justo en el momento en que al Papa le han dicho NO a su elección de un simple obispo auxiliar. Si Roma se traga ese sapo, que se vaya preparando para tragarse culebras de dimensiones considerables. A decir verdad, prefiero la disidencia abierta y sincera de los obispos lefebvristas que plantean dudas y objeciones al Concilio Vaticano II, que esta falsa comunión de los obispos austriacos, que con la boca pequeña dicen estar con el Papa y luego en la práctica se ponen de lado de quienes acaban de atentar contra la plena potestad del Vicario de Cristo.
Luis Fernando Pérez Bustamante
(*) Josefinismo, versión austriaca de este tipo de heterodoxia.
Más detallado aquí.
33 comentarios
Precisamente, la supuesta disidencia de los lefebvristas, tiene como una de sus causas la colegialidad episcopal que deriva del Concilio. Es decir, que la FSSPX y Mons. Lefebvre, en realidad, se enfrentaron a la máxima autoridad para que esa misma autoridad no cediera a quienes querían dilapidarla.
Vamos, que disidencia lefebvrista como tal, cada día estoy más convencido de que en realidad no ha habido.
www.zenit.org/article-22782?l=spanish
www.caminayven.com/modules.php?name=News&file=article&sid=828
Las palabras de la Conf. Ep. de Polonia, las de Lombardi al explicar, la homilía del cardenal Glemp que le sustituyó en la misma ceremonia que hubiera presidido él, la carta del Santo Padre... son muy expresivas de cómo están las cosas.
Creo que en España estamos en las mismas, y, como dices, no es tanto cuestión de los fieles cuanto de los sacerdotes que presuntamente representan en estos procesos la opinión del pueblo de Dios, los consejos presbiterales o pastorales. Léanse las cartas de muchos de estos "representantes del pueblo" previas o posteriores a las ordenaciones y/o tomas de posesión de los obispados de Mons. Asenjo, Mons. Pérez, Mons. Iceta, Mons. Martínez, Mons. Pérez. Y léanse los cánones 377 y 378, en un contexto de eclesialidad coparticipada etc etc.
En el caso concreto, como en el de Mons. Wielgus, creo que los fieles podemos expresar nuestra opinión, como los arciprestes o similares que han presionado para que dimita o no acepte el nombramiento Mons. Wagner, pero quedando siempre a salvo que la decisión tomada por el Papa es acertada, tanto al nombrarle como al aceptarle la dimisión. El Señor gobierna a la Iglesia, a su providencia no le escapan ni los hechos "buenos" ni los "malos".
¿En tan poco aprecio tienes a Roma?¿Crees que Roma haría una majadería semejante? El que tú puedas imaginar una cosa así -lo que dice mucho de tu fantasiosa imaginación- no significa que los demás asumamos que tal disparate pudiera llegar a suceder.
Pero si sucedira, se acepta. No sería el primer caso. ¿Quieres que demos un repasito a ver cuántos "masiás", cuántos lobos disfrazados de corderitos, se han colado en el corral de las gallinas?
No hace falta ningún repasito, llevo leyendo ReL un tiempo y ya sé que hay muchos obispos, arzobispos y cardenales que no son de vuestro agrado.
Pero parece que vosotros sois los guardianes de la ortodoxia y que sólo vosostros teneis derecho a criticar a los prelados.
La diferencia entre un hereje y un ortodoxo es la firma de un Papa.
Todos los que sostenían la inexistencia del Limbo eran herejes, hasta que el Papa tuvo a bien eliminar esa figura de la teología y mandar al Cielo a los niños no bautizados.
¿Y acaso fue que el Papa se levantó esa mañana y decidió por las buenas cargarse el Limbo? Todos sabemos que hubo todo un trabajo y discusiones previas de muchos teólogos.
No quiero enrrollarme, pero hay que ser prudente antes de poner el grito en el cielo y tachar de hereje a alguien.
En el caso del rev. Wagner, ha sido decisión personal suya renunciar, según él mismo después de haber orado.
Si hubiera decidido continuar y Roma le hubiese respaldado, pues sería obispo; por mucho ruido mediático que se hubiera armado.
Algo le habrá dicho el Espíritu Santo...
Tampoco el Papa "ha eliminado" el limbo o "ha mandado a los niños sin bautizar al Cielo". Simplemente desde Roma se ha ratificado que el limbo es una creencia con fundamento teológico pero, como ya se sabía, no puede ser considerada dogma.
Sin embargo, creo que más que dirigida contra el papa, la carta de los obispos austríacos es el indicio de una desconfianza hacia el Vaticano, hacia quienes rodean al papa y pueden ser determinantes en decisiones importantes.
Y en ese sentido, noto la misma preocupación entre los obispos franceses. El problema no lo tienen tanto con Benedicto XVI como con la curia.
Por fin, no confundamos este debate con el del progresismo en la Iglesia, son dos cosas distintas. La conferencia episcopal francesa, por ejemplo, de progresista no tiene nada, y sin embargo suele ser bastante crítica con la forme de hacer las cosas en Roma, desde la llegada del papa Ratzinger.
"Esto puede asegurar que los obispos sean nombrados no “contra” sino “para” una iglesia local"
Es de una gravedad inaudita insinuar que el Papa nombre obispos CONTRA la Iglesia.
Creo que hay varios que tienen que pasar a cobrar hoy.
Hay treinta monedas de plata disponibles.
Tuvo que llegar Juan Pablo II Magno para desfacer aquellos entuertos y encarrilar la Iglesia con mano firme y conocimiento profundo del material humano con el cual se trabaja, a favor o en contra, rodeándose de un equipo muy eficiente de colaboradores. Navarro Valls por ejemplo.
Las buenas intenciones de Benedicto XVI son evidentes en los problemas que pretende solucionar. También lo son los errores de procedimiento que a mi juicio comete. Parece no conocer a los bueyes con que ara. De allí derivan los errores de comunicación que son más producto de la candidez que de otra cosa.
El Cardenal SCHÖNBORN le plantea una pulseada al Papa. Seguramente lo presionan con la renuncia en masa de los obispos austriacos, método ampliamente usado por los progresistas para sembrar miedo. También coaccionaron al obispo designado para que renuncie.
El conflicto que le han planteado a Benedicto XVI va en serio. Espero que tenga planes alternativos para ganarlo.
Ls diferencia con Juan Pablo II Magno radica en que evitó guerras, evitó desobediencias del momento y futuras, con mano firme. Todo recordamos cuando bajó del avión en su visita a Nicaragua y cuando un sacerdote rebelde, que con total desfachatez había aceptado un cargo de Ministro en contra de la autorización del Papa polaco, lo quiso saludar y el sumo Pontífice, en una muestra de gran capacidad pastoral e histriónica, cambia el gesto de saludo de su mano por el dedo índice acusador, ante millones de televidentes en todo el planeta. Ese gesto ejemplarizante lo entendieron todos. Lo del sacerdote fue una provocación para medir el talante del Papa. La reacción de éste mostró hasta podía llegar con las desobediencias.
Esta misma película, este mismo guión le plantean hoy los progresistas a Benedicto XVI.
Que Dios lo ilumine para resolver la trama en favor de la Iglesia.
"Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás Apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo se unen entre sí el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los Obispos sucesores de los Apóstoles. Ya la más antigua disciplina, conforme a la cual los Obispos establecidos por todo el mundo comunicaban entre sí y con el Obispo de Roma por el vínculo de la unidad, de la caridad y de la paz, como también los concilios convocados, para resolver en común las cosas más importantes después de haber considerado el parecer de muchos, manifiestan la naturaleza y forma colegial propia del orden episcopal. Forma que claramente demuestran los concilios ecuménicos que a lo largo de los siglos se han celebrado. Esto mismo lo muestra también el uso, introducido de antiguo, de llamar a varios Obispos a tomar parte en el rito de consagración cuando un nuevo elegido ha de ser elevado al ministerio del sumo sacerdocio. Uno es constituido miembro del cuerpo episcopal en virtud de la consagración sacramental y por la comunión jerárquica con la Cabeza y miembros del Colegio.
El Colegio o cuerpo episcopal, por su parte, no tiene autoridad si no se considera incluido el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, como cabeza del mismo, quedando siempre a salvo el poder primacial de éste, tanto sobre los pastores como sobre los fieles. Porque el Pontífice Romano tiene en virtud de su cargo de Vicario de Cristo y Pastor de toda Iglesia potestad plena, suprema y universal sobre la Iglesia, que puede siempre ejercer libremente. En cambio, el orden de los Obispos, que sucede en el magisterio y en el régimen pastoral al Colegio Apostólico, y en quien perdura continuamente el cuerpo apostólico, junto con su Cabeza, el Romano Pontífice, y nunca sin esta Cabeza, es también sujeto de la suprema y plena potestad sobre la universal Iglesia, potestad que no puede ejercitarse sino con el consentimiento del Romano Pontífice. El Señor puso tan sólo a Simón como roca y portador de las llaves de la Iglesia (Mt., 16,18-19), y le constituyó Pastor de toda su grey (cf. Jn., 21,15ss); pero el oficio que dio a Pedro de atar y desatar, consta que lo dio también al Colegio de los Apóstoles unido con su Cabeza (Mt., 18,18; 28,16-20). Este Colegio expresa la variedad y universalidad del Pueblo de Dios en cuanto está compuesto de muchos; y la unidad de la grey de Cristo, en cuanto está agrupado bajo una sola Cabeza. Dentro de este Colegio, los Obispos, actuando fielmente el primado y principado de su Cabeza, gozan de potestad propia en bien no sólo de sus propios fieles, sino incluso de toda la Iglesia, mientras el Espíritu Santo robustece sin cesar su estructura orgánica y su concordia. La potestad suprema que este Colegio posee sobre la Iglesia universal se ejercita de modo solemne en el Concilio Ecuménico. No puede hacer Concilio Ecuménico que no se aprobado o al menos aceptado como tal por el sucesor de Pedro. Y es prerrogativa del Romano Pontífice convocar estos Concilios Ecuménicos, presidirlos y confirmarlos. Esta misma potestad colegial puede ser ejercitada por Obispos dispersos por el mundo a una con el Papa, con tal que la Cabeza del Colegio los llame a una acción colegial, o por lo menos apruebe la acción unida de ellos o la acepte libremente para que sea un verdadero acto colegial."
La Colegialidad no es una mandanga progre,hasta el Vaticano I (1869-70) la Iglesia se gobernó sin que el Papa hubiera de ser declarado infalible en materia de fe y buenas costumbres (¿derrota de qué cosa en qué cisma?).Si entonces se aprueba la declaración sobre la infalibilidad,pues bien venida sea.Que los Obispos de Austria ejerzan indebidamente,lo que resulta discutible dado que manejamos traducciones ("monitorear" es spanglish),no anula su Colegialidad Episcopal.Por cierto la comparación con Lefevbre resulta una "boutade".
Más información en http://es.wikipedia.org/wiki/Concilio_Vaticano_I
¡Buscad al Señor y vivirá vuestro corazón!
http://www.paolorodari.com/2009/02/17/gerhard-wagner-troppo-conservatore-per-essere-vescovo/
La Colegialidad no es una mandanga progre, hasta el Vaticano I (1869-70) la Iglesia se gobernó sin que el Papa hubiera de ser declarado infalible en materia de fe y buenas costumbres
Digo:
Lo cual no significa que no fuera infalible antes, como de hecho Dios era trino antes de que Nicea y Constantinopla lo declararan.
Sabemos que el Espiritu Santo ilumina y que los progres con el "caido" al frente les molesta Benedicto XVI, pero el no esta solo y mas vale un grito a tiempo, que llorar posteriormente o aquel "llora como mujer lo que no pudiste defender como hombre"
Yo prefiero quedarme con la carta pastoral del obispo de Huesca sobre las críticas al Papa.
¿El trasfondo de este recordatorio? La misma carta lo recuerda: "El tema de los nombramientos episcopales es importante, porque desde mediados de los ’80 en Austria, ha sido asociado con un número de problemas".
Recuérdense los casos de los obispos Hans-Hermann Groer y Kurt Krenn, responsables de la archidiócesis de Viena y de la diócesis de St. Polten, respectivamente. El ya fallecido cardenal Groer tuvo que retirarse después de ser acusado de abusos sexuales por discípulos suyos y Krenn dimitió en 2004 por deseo expreso del Papa a raíz de un escándalo de pornografía infantil y sospechas de prácticas homosexuales en un seminario de St. Polten. Fueron obispos nombrados "manu directa" por Roma, desoídos los informes del episcopado, y que causaron además una grave sangría de fieles. No entiendo que los obispos austriacos quieran "teledirigir" la elección de nuevos obispos, sino que simplemente recuerdan que "cuando pasa algo, por algo pasa".
http://www.religionenlibertad.com/opiniones/galicanismo-a-austriaca-o-josefinismo-redivivo
Es que el sistema que tenemos para los blogs y las noticias y artículos de opinión en ReL es distinto.
También se dice que el Vaticano todavía no ha tomado ninguna decisión al respecto, y que entre los vaticanistas hay serias dudas de que revisar el nombramiento de Wagner como obispo auxiliar de Linz sea posible. Un canonista cita el canon 189 § 2 CIC y el 188 para apoyar esta tesis.
Los medios progres alemanes (iguales o peores que los españoles) ya están dando por hecho que el Vaticano ha aceptado la renuncia. Pero es una de tantas manipulaciones.
Para los que puedan leer alemán:
http://www.kath.net/detail.php?id=22143
Un saludo muy cordial.
Ni galicanismo, ni josefinismo, simplemente señalan algo que ha sido una regla al nombrar obispo, y es consultar a la comunidad, si el Padre Wagner no era del agrado de la comunidad, y provocaba escandalo y división, lo correcto fue lo que el hizo, renunciar a ese cargo por el bien de la Iglesia.
Lo incorrecto es lo que Luis Fernando haría repartiendo excomuniones por doquiera y quitando capelos
En la Curia hay muchos grupos de poder que le quieren poner zancadillas al San Padre. El levantamiento de las excomuniones a los lefebvrianos ha movilizado a muchos que estaban demasiado cómodos. No sólo heterodoxos. También ortodoxos templados que no quieren embarcarse con el Papa en la restauración plena de la Tradición (como el Opus Dei), ya que habían ganado un importante status en el intermedio de los últimos años de Juan Pablo Magno.
JPII y BXVI, cada uno con su personalidad, tienen como fin devolver a la Ilgesia la fortaleza en sus pilares. Oremos por el Papa porque se debe sentir realmente solo en esta situación, con tantos ataques del exterior y tantos enemigos internos.
Otro caso es que Benedicto XVI sea sensible con los que sienten nostalgia por el latin
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