Como ya he adelantado en los comentarios de mis anteriores posts, voy a tratar algunas de las diferencias doctrinales entre el catolicismo y el protestantismo. Como quiera que llevo varios años abordando este asunto, lo que haré básicamente es recuperar material que ya he publicado con anterioridad, retocando aquello que considere oportuno. Algunos temas requerirán más de un post. Lo que sí rogaría es que, a la hora de poner comentarios, se tenga en cuenta la norma de no salirse del tema planteado en cada artículo. Es decir, es posible que a un protestante o a un católico le apetezca mezclar el asunto del “sola fide” con el de la “comunión de los santos” y de paso tratar la doctrina sobre el “bautismo", pero como hay más días que longanizas, ruego paciencia para ir abordando todas las diferencias, que son muchas, según la vaya tratando.
Empiezo con una de las bases fundamentales de la Reforma protestante. El Sola Scriptura y el libre examen. Ni falta hace que diga que están todos invitados a participar y a debatir, siempre que se mantenga el respeto por las posturas ajenas.
Sola Scriptura y libre examen: caos
Y creed que la paciencia del Señor es para nuestra salud, según que nuestro amado hermano Pablo os escribió conforme a la sabiduría que a él le fue concedida. Es lo mismo que hablando de esto enseña en todas sus epístolas, en las cuales hay algunos puntos de difícil inteligencia, que hombres indoctos e inconstantes pervierten, no menos que las demás Escrituras, para su propia perdición.
2ª Pedro 3,15-16
Pero El, conociendo su pensamiento, les dijo: Todo reino dividido contra si mismo será devastado, y caerá casa sobre casa.
Lucas 11,17
El lema “Sola Scriptura” es, junto con el “Sola Fide”, la base principal sobre la que pretende fundarse la Reforma protestante tanto en el siglo XVI, cuando nació, como a principios de este siglo XXI. La definición de dicho lema sería la siguiente: solamente la Palabra de Dios escrita es la autoridad final en materia de fe, doctrina y moral. Únase a eso la aceptación del libre examen, por la cual, se cree que cualquier creyente puede y debe interpretar la Biblia por sí mismo, sin más ayuda que la del Espíritu Santo. De semejante combinación, según el ideal protestante, debería de nacer el fruto de la vuelta a los orígenes del cristianismo. La realidad, sin embargo, ha demostrado ser muy diferente. Veamos el porqué.
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