Sigamos rezando por Asia Bibi
Desde el primer momento estuvo claro que Asia Bibi era inocente de las acusaciones de blasfemia contra el Islam. Desde el primer momento se vio que había contradicciones evidentes en sus acusadores. Pero en muchos jueces de Pakistán había más temor a los fundamentalistas que la querían muerta que respeto por la justicia.
Tras largos años de cautiverio -que esos nadie se los va a devolver- el Supremo del país asiático ha decidido ponerla en libertad. Se cumple aquello de “más vale tarde que nunca", pero nadie piense que ha acabado esta pesadilla para Asia y su familia. Es evidente que la única manera de asegurar su plena libertad es que salga del país. Da un poco igual hacia dónde. España, cualquier país europeo, Estados Unidos o allá donde tenga garantías -que nunca serán totales- de que no será objeto de represalias por el fundamentalismo islámico.
La presión internacional durante todos estos años ha sido importante y parece que ha ayudado a llegar a la situación actual. Pero como Asia hay muchos otros casos de cristianos que son víctimas de una ley que es usada no para proteger la religión islámica sino para perseguir a los que osan ser cristianos en un país como Pakistán.