Apadrina a un converso
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo:
Y Jesús se acercó y les dijo: “Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".
Mateo 28,18-20
La Iglesia de Cristo ha sido, es y debe ser misionera. Recibió del Señor el mandato de predicar el evangelio por todo el mundo, haciendo discípulos y bautizándolos. Ahora bien, aunque todos debemos ser testigos del señorío de Cristo allá donde estemos, no todos hemos sido llamados a evangelizar a las naciones. Como bien enseña el apóstol:
Él constituyó a algunos como apóstoles, a otros profetas, a otros evangelizadores, a otros pastores y doctores
Efe 4,11
El P. Federico Highton ha sido constituido sacerdote y misionero por el Señor. Lleva años llevando el evangelio allá donde casi nadie llega. Sigue los pasos de tantos otros que hicieron lo mismo a lo largo de veinte siglos de historia de la Iglesia. Evangeliza y bautiza, aunque ello ponga en peligro su vida. En ocasiones se encuentra un Cornelio o un eunuco etíope a los que el Señor ya ha puesto en el camino de la salvación. En otras él mismo es instrumento de conversión. Y en todas administra el agua bautismal que convierte en hijo de Dios al que la recibe.
Dice el Catecismo de la Santa Madre Iglesia que “en la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza… y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo” (CIC 872).
No todos podemos ser misioneros, pero todos podemos ser padrinos. Todos podemos colaborar con la labor de quienes, como el P. Federico, llevan las almas a los pies de Cristo. Encontrar un padrino allá donde el cristianismo está presente es relativamente fácil. Pero la cosa cambia cuando los que van a bautizarse viven en tierra de misión. Tanto más si lo hacen en aquellos lugares del mundo donde convertirse a Cristo pone en peligro sus vidas. El padrino no es imprescindible para el bautismo, pero si cumple la misión que recibe, puede ayudar mucho en la vida del bautizado.
Es por ello que, de acuerdo con el P. Federico y bajo su dirección, ponemos en marcha “Apadrina un converso". La idea es contar con “un ejército de padrinos y madrinas en lista de espera". Cada vez que produzca fruto la labor misionera del P. Federico, o de otros sacerdotes que puedan unirse a su ministerio, habrá fieles dispuestos a asumir la condición de padrinos de quienes se bauticen. Como será imposible la presencia física en el lugar del bautizo, se intentará retransmitir la ceremonia por internet. Y en todo caso, habrá alguien que ocupe el lugar de la persona que vaya a ejercer de padrino. Aunque la mayor parte de los que se bauticen serán adultos, también habrá familias enteras con niños que lo hagan, tal como ocurrió en los primeros tiempos de la Iglesia (Hch 16,15-33).
¿A qué se compromete el padrino de un converso?
1- A rezar por él. No siempre somos conscientes de la importancia de la oración, pero la Escritura dice que “la oración eficaz del justo puede mucho” (Stg 5,16).
2- A mantener, si ello es posible, algún tipo de contacto a lo largo del tiempo. Ni que decir tiene que no es fácil comunicarse con quienes viven allá donde estas palabras de San Pablo se hacen realidad: “todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos” (2 Tim 3,12). Pero internet facilita las cosas. Y el idioma no tiene por qué ser una barrera, dado que existen cada vez mejores traductores gratuitos a disposición de todos.