En un lugar de Extremadura, de cuyo nombre no quiero acordarme
En un lugar de Extremadura, de cuyo nombre no quiero acordarme, nació un personaje peculiar que, cámara fotográfica en mano, hizo de la provocación, el mal gusto y la zafiedad su modo de ganarse la vida. Dado que vivió en una era donde la estupidez humana había alcanzado tal grado de ignominia que a la basura llamaban arte, nuestro "caballero de la cámara obscena" logró que el material nacido de sus excrecencias mentales fuera expuesto en museos y objeto de estudio en universidades. Por ejemplo, el servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura (Uex) editó un trabajo de investigación, realizado por una licenciada en Historia del Arte, que versaba sobre los contenidos y la estética de la fotografía del pornofotógrafo. Dicho trabajo, que era la memoria de licenciatura de su autora, había sido dirigido por la catedrática de Historia del Arte de la Uex. La autora, chica cabal donde las haya, decía de la obra del envilecido que "…. sus contenidos fuertes, provocadores e impactantes hacen que muchas personas no vean lo que hay detrás de sus fotografías. Por ello se pretende que quien lea esta obra entienda todo lo que esconde la imagen. Su trabajo no tiene nada gratuito, todo tiene su sentido".
Pero, lógicamente, muchos contemporáneos no tenían tal amplitud de miras. Y así, se produjo una reacción popular cuando esa Universidad y la consejería de Cultura de la Junta de Extremadura publicaron sendos libros del fotógrafo indigno, en los cuales aparecían fotografías pornográficas que pretendían representar a Jesucristo, su Madre María y el arcángel San Gabriel. Para más inri, el candidato socialista a una de las capitales extremeñas había prologado el libro blasfemo.