InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Sobre el autor

9.09.09

A monseñor Uriarte le preocupa que se acabe con Eta policialmente

Monseñor Uriarte sabe ya que sus horas al frente de la diócesis de San Sebastián están contadas. Monseñor Monteiro se encargó de decir que su sustitución está ya encima de la mesa en Roma, ante lo cual es cuestión de semanas que el Papa nombre a su sucesor. Pero mientras tal cosa ocurre, sigue siendo el pastor legítimo de todos los católicos guipuzcoanos. Lástima que, como su antecesor -cuyo nombre prefiero no escribir-, don Juan María sea más pastor de unos que de otros. Cuando se dice que los obispos españoles han sido peones del PP, se suele ignorar que si hay un obispo en España cuyo discurso es calcado al de un partido político, concretamente el PNV, ese es monseñor Uriarte.

Ahora bien, vamos al fondo de lo que plantea este obispo. Habla de dialogar en vez de aplicar sólo la ley. Ocurre que los españoles no tenemos memoria de pez y sabemos ya cuál es el resultado del diálogo con ETA comparado con el uso de todas los instrumentos del estado de derecho. Y, oh la lá, resulta que cuando se ha hablado con los terroristas, no se ha conseguido nada, absolutamente nada para acabar con la lacra que representan. Sin embargo, cuando se ha aplicado la ley, los resultados han sido fabulosos. No como para pensar que Eta va a desaparecer por completo, cosa harto difícil debido a lo sencillo que resulta matar, pero sí como para creer que sus actividades serán mínimas y que sus miembros saben que les espera la cárcel por tal cantidad de años que cuando salgan serán ancianos. A pesar de ello, el obispo habla del diálogo como camino ineludible para la paz. Y, aún más, considera que aplicar sólo la ley es una tentación a evitar. No ha dicho que es pecado de puro milagro, pero yo creo que eso es lo que piensa

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1.09.09

Primeros meses de InfoCatólica: ¡Gracias!

Si soy sincero, cuando InfoCatólica echó a andar el pasado 6 de mayo, tenía serias dudas sobre su viabilidad en todos los sentidos. No era nada fácil salir del paraguas de un medio de comunicación importante, como Libertad Digital, y empezar prácticamente de cero, aunque es cierto que llevábamos en la mochila la esencia pura de todo lo realizado el año anterior, lo cual debería de ayudar a que nuestros lectores habituales nos siguieran tras la mudanza. La labor de nuestro director técnico, Juan José Romero Remos, que consiguió levantar y poner en marcha el portal, no puede ser recibir otro calificativo que el de fantástica. Sin Juanjo, Infocatólica no habría visto la luz. Y sin su trabajo en estos meses, sacado de sus horas de sueño y de ocio, este portal se habría quedado sin pies y manos. Y sin embargo, hoy podemos decir que InfoCatólica corre, salta y casi vuela a todos los niveles: visitas, comentarios, repercusión.

Además de Juanjo, las personas que forman parte del consejo de redacción han desempeñado un papel esencial en la trayectoria que hemos recorrido hasta el día de hoy. Sus ideas, comentarios, sugerencias, críticas, ánimos, decisiones, etc, han sido el verdadero “alma mater” de este nuevo medio de comunicación. Para mí ha sido sencillamente alucinante comprobar el grado de comunión que hemos mantenido en estos meses. Sólo se puede explicar por la Providencia. Si a eso se añade el intercambio de opiniones con varios de nuestros bloggers y, sobre todo, el consejo de sacerdotes muy queridos para mí, además de las oraciones de muchas personas, en especial de la comunidad de Schola Veritatis, la verdad es que puedo decir que lo he tenido facilísimo como director del portal. InfoCatólica está tan rodada que si, Dios no lo quiera, yo desapareciera, el medio seguiría adelante sin mayores problemas.

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24.08.09

He dicho que no, y es que no, que no y que no

“Non serviam” es la frase atribuida a Satanás y sus ángeles como muestra de su rebeldía ante Dios. No pocos hombres han seguido sus pasos. El “no” a Dios es un “no” a la vida y un “sí” a la muerte, pero los hay que han elegido pasar la eternidad separados de la vida a morir a sí mismos para vivir siempre en el Señor. La rebeldía está en la raíz de toda perdición. El aceptar que no tenemos la última palabra o, mejor dicho, que esa última palabra no depende de nuestros deseos sino de la autoridad de alguien por encima de nosotros, es lo que separa al hombre del abismo. Y si eso es cierto para todos, en mayor medida lo es para quienes han sido iluminados por el Espíritu de la verdad. Un pagano incrédulo tiene los ojos cerrados ante la luz que puede conducirle hacia la vida eterna, pero el cristiano tiene ojos para ver, oídos para oír y piernas para andar por el camino de la salvación. No hemos recibido una ley escrita en piedras y pergaminos sino al Espíritu Santo que nos conduce hacia la verdad completa, hacia Cristo nuestro Salvador. Por tanto, no tenemos excusa para rebelarnos contra la autoridad divina.

Cuando Cristo envió a sus apóstoles a predicar el evangelio les dio autoridad para hacer discípulos de entre todas las naciones. Pero esa autoridad no acaba en el mero anuncio de las buenas nuevas. Se extiende también al gobierno y pastoreo de los que por la fe y el bautismo pasan a pertenecer a la Iglesia. Por tanto, el cristiano que se opone a la autoridad que el Señor ha establecido para su Iglesia entra peligrosamente en la misma senda de los que dijeron aquel primer “non serviam". Ya lo dijo Cristo: “… y si a la Iglesia desoye, sea para ti como gentil o publicano” (Mt 18,7). Se equivocan quienes piensan que son Iglesia a la vez que desobedecen a sus legítimos pastores. Como los ángeles rebeldes son expulsados del cielo, así los cristianos rebeldes son expulsados de la Iglesia. Solo que lo de aquéllos no tiene remedio y lo de éstos sí, en caso de que se arrepientan.

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23.08.09

Una reforma necesaria

El anuncio de una posible reforma de la reforma litúrgica llevada a cabo tras el Concilio Vaticano II está poniendo de los nervios a no pocos católicos practicantes. Surgen los típicos tópicos y el temor a la vuelta a la misa en latín, con el cura “de espaldas” al pueblo, etc. Por otra parte, somos muchos los que vemos con buenos ojos aquello que empieza a anunciarse, aunque todavía no sabemos bien todos los detalles del documento que supuestamente ha aprobado el Papa. De hecho, esa es la primera queja que cabría hacer: ¿Por qué algo que ha aprobado el Papa en abril tiene que filtrarse a medias, a un vaticanista, a finales del mes de agosto? ¿cuándo se van a concienciar en el Vaticano que en la era de los medios de comunicación modernos, sobre todo de internet, los documentos no se pueden mantener durante meses en la nevera? Ahora asistiremos a unos días o semanas de rumores, presunciones, dudas, inquietudes, etc. Cuanto antes se publique el documento, mejor. Y si no hay tal texto o no hay tal aprobación papal, que lo desmientan inmediatamente.

Sea como sea, no hay que ser muy perspicaz para intuir que en este pontificado vamos a asistir a la anunciada “reforma de la reforma". Quienes hemos conocido las opiniones del Papa sobre la liturgia tanto durante su etapa como cardenal como en sus alocuciones como Vicario de Cristo, esperábamos que antes o después se pasara de las palabras a los hechos. Y aun así, he de decir que, antes que implementar la reforma, es más importante acabar con las incorrecciones y abusos litúrgicos actuales. Resultará cuanto menos peculiar que se pida a los fieles que tomen la comunión en la boca y de rodillas mientras se permite que en Entrevías se comulgue con rosquillas, en las Romaxes se produzcan bacanales litúrgicas inaceptables y en Austria se pasen el canon por el arco del triunfo. En ese sentido, por mucho que desde Roma se den indicaciones, mientras los obispos no se conciencien de una vez por todas de que entre sus responsabilidades está el acabar con dichos abusos, no avanzaremos gran cosa en el camino hacia la recuperación del sentido de lo sagrado, cuya ausencia tanto mal ha causado a tantos católicos, siendo que la mayoría de ellos ni siquiera son conscientes de lo que se les ha hurtado. No hace falta que diga que esto que digo no se aplica a los muchos sacerdotes que celebran dignísimamente el Novus Ordo.

Respecto a la vuelta del latín, lo que debemos preguntarnos no es el por qué ha de regresar sino por qué se fue. Porque, señores míos, el concilio fue muy claro al respecto. Cito de la Sacrosanctum concilium:

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22.08.09

A por la medalla

Desde la semana pasada están teniendo lugar en Berlín los mundiales de atletismo, que tantos titulares están dando a los medios de comunicación por causa de ese jamaicano fuera de serie llamado Usain Bolt y por esa sudafricana, que lo mismo resulta ser un sudafricano, llamada Caster Semenya. Pero esto del atletismo viene de lejos. El mismísimo san Pablo lo usó en su primera epístola a los corintios, animándoles a entrar en esa carrera espiritual que tiene como destino la salvación:

1ª Cor 9,24-25
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos corren, pero uno sólo alcanza el premio? Corred, pues, de modo que lo alcancéis. Y quien se prepara para la lucha, de todo se abstiene, y eso para alcanzar una corona corruptible; mas nosotros para alcanzar una incorruptible.

Ocurre que para el maratón espiritual que corremos en este mundo con destino al estadio olímpico de la Jerusalén celestial, no nos basta con nuestras fuerzas. Al menos a mí no me vale. Sin la ayuda de la gracia de Dios, no podría correr más allá de cien metros. Para empezar, soy torpísimo y me caigo con mucha frecuencia. Para continuar, me gusta el esfuerzo menos que a un crío estudiar en vacaciones. Para finalizar, tengo una tendencia a bajar los brazos y abandonar la carrera ciertamente peligrosa. Menos mal que ahí está Cristo para levantarme cuando caigo, el Espíritu Santo para transformar mi desidia en coraje cristiano y la Iglesia para animarme cuando creo que no puedo más. Sin duda el Padre me ama mucho, pues de lo contrario no me habría dado todo lo que necesito para llegar a Él. Y lo que vale para mí, vale para todos.

Ahora bien, toda carrera tiene sus normas, que no pueden ser burladas si no se quiere caer en la descalificación. La pelea contra el dopaje en todos los deportes es bien conocida. En las carreras largas no se pueden tomar atajos. En las carreras de obstáculos, no se puede rodear los mismos para llegar antes. En longitud no se puede pisar más allá de donde está la marca desde la que se mide el salto. En pértiga no vale evitar derribar el listón saltando por debajo del mismo. Pero sobre todo, quienes usan sustancias prohibidas para aumentar su rendimiento suelen acabar siendo expulsados de la práctica del deporte profesional.

Pues bien, quien quiere recibir el premio al final de su carrera espiritual no puede hacer trampas tampoco. Para empezar, Dios no puede ser burlado. Quien escudriña el corazón sabe más sobre nosotros que nosotros mismos y no hay nada que se le pueda esconder. El camino hasta la meta tiene un solo nombre: Cristo. Y hay tres reglas fundamentales contra las que no se puede atentar: la fe, la esperanza y la caridad. Sin fe, no hay premio. Sin esperanza, no hay energías para acabar la carrera. Y sin caridad, es mejor ni salir de tacos. Analicemos brevemente las tres:

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