No es ni será la primera vez que pasa. Los médicos pueden equivocarse en el diagnóstico de las enfermedades. El problema llega cuando la equivocación produce efectos mortales. Y es lo que ha ocurrido en Málaga. A una mujer embarazada le dijeron que su hijo venía con malformaciones. Concretamente se suponía que padecía de artrogriposis múltiple congénita. Todos hemos visto a personas que padecen de dicha enfermedad. Obviamente están discapacitados, pero su discapacitación física es un chiste comparada con la discapacitación moral que sufre la sociedad occidental.
¿Qué fue lo que hizo la madre de esa criatura cuando le dijeron que venía enferma? Pues irse a una clínica abortista a que la mataran. Es decir, a lo que se ve, el amor por su hijo desapareció cuando creyó que no venía sano y fuerte. En buena lógica debería ocurrir lo contrario. Es decir, si tienes un hijo enfermo, le das más cariño, más apoyo. Pues no. El instinto materno es ahogado por el egoísmo y la presión social, ya que la ley anima a matar a las criaturas enfermas antes de nacer. En este caso el embarazo iba por el sexto mes de gestación. Es decir, la criatura era viable fuera del seno materno. Yo tengo una hija que nació justo antes de cumplirse ese sexto mes. Pero en una clínica malagueña, un asesino al que me niego a llamar médico usó algún método, que prefiero no saber, para dar muerte a esa vida.
Y entonces llegó la “sopresa". Vieron al niño muerto y resulta que no padecía enfermedad alguna. Y los mismos padres asesinos que decidieron que su hijo no merecía vivir, han denunciado a los médicos que se equivocaron en el diagnóstico. E muy probable que la justicia les dé la razón y encima consigan una indemnización. Será un dinero maldito, obtenido sobre la sangre de su hijo inocente. Un hijo cuya muerte recae sobre sus podridas conciencias. Sólo la gracia de Dios puede reparar el daño moral en esas almas culpables del peor de los asesinatos: el que comete un padre y una madre en un hijo inocente. Quiera el Señor concederles el arrepentimiento.
Este es un ejemplo más de la deriva a la que lleva una legislación anti-humana. La ley de aborto anterior ya permitía estas salvajadas. El mensaje que se lanza a los discapacitados es claro: “No deberíais haber nacido y vamos a acabar con vuestro colectivo permitiendo que se os mate antes de nacer". Nazismo puro y duro sancionado por la legalidad democrática.
Sólo desde la fe cristiana se puede plantar cara a este holocausto continuo. El mensaje de la Iglesia ha de ser claro y persistente. Una sociedad que mata a sus hijos antes de nacer no merece sobrevivir. Merece, muy al contrario, desaparecer por el sumidero de la historia con destino a la peor letrina del infierno. Es hacia donde nos dirigimos si no damos marcha atrás.
Luis Fernando Pérez Bustamante