¿Haz el amor y no la guerra?
Desde hace ya unos cuantos años, diversos sectores eclesiales, prelados incluidos, están lanzando un mensaje “defensivo” que consiste en asegurar que la Iglesia no quiere imponer nada. Que el evangelio se propone, no se impone. Que debemos ser más la Iglesia del sí que del no. Que nos debemos llevar bien con todos sí o sí. Y que debemos evitar enfrentamientos con las autoridades y con el resto del mundo. O sea, que tenemos que ser la Iglesia chachi-guay, molona y resultona.
Da la sensación de que esos católicos, sean seglares, sacerdotes o incluso obispos, arzobispos y cardenales, han comprado la mercancía averiada del progresismo que nos acusa de querer imponer nuestros valores al resto de la sociedad. Ellos, precisamente ellos, que son los que se han lanzado por la pendiente de la ingeniería social y la cultura de la muerte sin buscar el más mínimo consenso social, nos tiran la piedra que debería de caer sobre sus propias cabezas. Y sin embargo, hay católicos que van por la vida pidiendo perdón por creer lo que creen. “Ay, mira… yo no imponogo, sólo propongo” o “¿enfrentarme yo al gobierno más radical de la democracia en España? Jamás de los jamases. ¡Líbreme Dios de esa tentación!“.
¡¡COBARDES!! A ver, ¿en qué parte del evangelio o del magisterio de la Iglesia aparece la idea de que hay que llevarse bien con cualquier gobierno, sea el que sea? ¿hay que llevarse bien con quienes promueven el aborto, la degeneración social, con quienes atacan la institución familiar equiparándola a uniones contra natura, con quienes quieren adoctrinar a los niños y jóvenes en una ideología contraria a la cristiana? A ver, que me respondan los católicos “buenistas” o directamente vendidos al socialismos gobernante.
Nadie dice que haya que tirarse al campo o hacer barricadas en las puertas de nuestros templos. Pero basta ya de pedir perdón por creer lo que creemos. Basta ya de pretender que “tol mundo es bueno". Basta ya de pasar la mano por el lomo a los nuevos Herodes. Basta ya de cenas, comidas, risas, complaciencias y medias tintas con políticos y gobernantes que no sirven al bien común sino a sus intereses bastardos. Basta ya de pactar con el mal. Basta ya.