Los obispos no tienen autoridad si no es en comunión con el Papa
Me imagino la cara que se le debió quedar a todos los presentes en el acto de presentación de un libro sobre la Humanae Vitae, cuando Mons. Enrico dal Cavolo, Rector magnífico de la Lateranese, dijo las siguientes palabras:
Un presidente de una conferencia episcopal de una importante nación de América Latina había manifestado en un telegrama a Pablo VI, en nombre del episcopado de aquella nación, ‘una vibrante y clara perplejidad sobre el texto publicado’. El Papa hizo llamar al cardenal a Roma, y una vez aquí le pidió que se pusiera de rodillas y pidiera perdón.
No me negarán ustedes que la imagen debió ser impactante. Todo un príncipe de la Iglesia arrodillándose y pidiendo perdón delante del Vicario de Cristo. Y con él, el episcopado del país en nombre del cual dicho cardenal había enviado el telegrama. Supongo que el purpurado,con casi total seguridad el card. Raúl Silva Henríquez, arzobispo de Santiago de Chile por entonces, debió regresar a su país con el rostro todavía lívido. Y que les transmitiría un mensaje claro a sus compañeros de episcopado: Si me ha hecho eso a mí, imaginad lo que os puede hacer al resto.
La verdad es que este suceso, que difícilmente puede haberse inventado mons. Dal Cavolo, nos ofrece una imagen de Pablo VI un tanto distinta a la que muchos tienen. La firmeza del Papa Montini ante uno de sus cardenales resulta sorprendente.