Los méritos y deméritos del emérito
Hace años, poco después de que Joseph Ratzinger se sentara en la Cátedra de Pedro en Roma, un sacerdote me contó una escena de la que había sido protagonista directo un buen amigo suyo. Siendo todavía Papa san Juan Pablo II, tuvo lugar un encuentro entre cardenales en Roma. El último en llegar fue el por entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Al entrar en la sala, pasó algo ciertamente signicativo: todos los presentes se pusieron de pie y no pocos hicieron un gesto de respeto con la cabeza.
Aquello era señal de que la autoridad moral de Ratzinger era seguramente muy superior a la que le podría corresponder por el cargo curial que ostentaba e incluso al hecho de que era el decano del colegio cardenalicio. Por si fuera poco, dicha autoridad quedó muy reforzada por su homilía en la Misa pro eligendo pontífice que tuvo lugar justo antes del cónclave donde fue elegido Papa. Cito algunas frases de aquella predicación:
La misericordia de Cristo no es una gracia barata; no implica trivializar el mal.
¡Cuántos vientos de doctrina hemos conocido durante estos últimos decenios!, ¡cuántas corrientes ideológicas!, ¡cuántas modas de pensamiento!… La pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo, etc.
A quien tiene una fe clara, según el Credo de la Iglesia, a menudo se le aplica la etiqueta de fundamentalismo. Mientras que el relativismo, es decir, dejarse «llevar a la deriva por cualquier viento de doctrina», parece ser la única actitud adecuada en los tiempos actuales. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos.
No es «adulta» una fe que sigue las olas de la moda y la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo. Esta amistad nos abre a todo lo que es bueno y nos da el criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad. Debemos madurar esta fe adulta; debemos guiar la grey de Cristo a esta fe.
Como se puede apreciar, el pontífice alemán sabía perfectamente cuál era el mal al que se enfrentaba la Iglesia. El verdadero drama es que hoy, 14 años después, estamos bastante peor.
Ni que decir tiene que la renuncia de Benedicto XVI a seguir siendo Obispo de Roma y Vicario de Cristo supuso un terremoto que hizo temblar los cimientos de la Iglesia. Estábamos ante un hecho prácticamente inédito en la historia -el precedente tuvo un contexto muy diferente-, pero la elección de un nuevo Papa debería haber sido suficiente para devolver todo a la normalidad. No ocurrió así. Buena parte de aquello que en el 2005 Raztinger había denunciado, se instaló en marzo del 2013 para quedarse en la mismísima Roma. ¿Exagero? ¿Qué es el capítulo VIII de Amoris Laeitita sino precisamente aquello que denunció Ratzinger sobre la misericordia como gracia barata y la trivialización del adulterio? Como escribí en enero del 2018:
Donde la Biblia, la Tradición y el Magisterio decían que no hay excepciones al cumplimiento de los mandamientos de Dios, pues Dios mismo nos ayuda a cumplirlos, Amoris Laetitia indica que sí hay excepciones en las que el cristiano no puede hacer lo que Dios le concede hacer.
La autoridad moral e intelectual de Joseph Ratzinger no ha disminuido lo más mínimo duante los años en que ha pasado a ser papa emérito. A pesar de que dijo que se iba a retirar por completo de la vida pública, lo cierto es que ha protagonizado apariciones de forma esporádica, no solo físicamente sino a través de ciertos textos. No hace falta que los indique todos. Baste recordar que Mons. Darío Vigano tuvo que dimitir por manipular una carta del pontífice alemán.
Todo esto explica el gran revuelo creado tras la publicación por parte de Benedicto XVI de una carta de 18 páginas sobre la crisis de la Iglesia, especialmente en lo relacionado con la cuestión de los abusos sexuales del clero y su encubrimiento.
De dicha carta me interesa especialmente todo lo relacionado con su descripción de cómo hemos llegado a la situación actual. Señalo los siguientes puntos:
1- Revolución sexual. Mucho se ha escrito sobre lo que sucedió con aquella auténtica revolución, pero les aseguro que yo nunca leí hasta ahora esto que el papa emérito indica:
Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada.
¿Se inventa eso el papa emérito? Pues no. Cito del artículo en Wikipedia sobre la Revolución sexual:
La generación beat correspondió a un movimiento contracultural de la literatura post-modernista que se caracterizó completamente por su temática transgresora que incluía temas tabú como el sexo premarital, el incesto, la pedofilia, la homosexualidad, la desobediencia civil, el abuso de sustancias y la prostitución.
2. Concilio Vaticano II. Benedicto XVI asegura que “la teología moral católica sufrió un colapso que dejó a la Iglesia indefensa ante estos cambios en la sociedad” y “en la lucha del Concilio por un nuevo entendimiento de la Revelación, la opción por la ley natural fue ampliamente abandonada“. Añade que “prevaleció principalmente la hipótesis de que la moralidad debía ser exclusivamente determinada por los propósitos de la acción humana” y “ya no podía haber nada que constituya un bien absoluto, ni nada que fuera fundamentalmente malo; (podía haber) solo juicios de valor relativos“.
Esas palabras de Benedicto XVI han llevado a algunos a asegurar que el papa emérito culpa al CVII de la crisis de los abusos. No creo que sea el caso, aunque ciertamente deja entrever que el concilio no atajó la crisis en la que la Iglesia estaba inmersa. Y desde luego, no se puede echar toda la culpa al posconcilio, De hecho, arremeter contra el posconcilio y pretender salvar por completo el CVII es pretender que tras el concilio llegaron unos extraterrestres y aplicaron algo que no tenía nada que ver con el propio CVII. Pues no. Resulta que los protagonistas del posconcilio fueron precisamente los padres conciliares, que para algo eran los obispos de entonces.
Pero es más, los que protagonizaron el CVII tampoco eran extraterrestres llegados meses antes del gran evento. Alguien les había nombrado obispos. La crisis del posconcilio, que el papa emérito describe tan crudamente, es debida a la crisis ya operante en el concilio, y que sin duda estaba presente en la Iglesia antes del concilio. La Nouvelle Théologie llevaba mucho tiempo haciendo estragos, y a pesar de que Pío XII quiso ponerle coto con la encíclica Humani Generis, resulta que sus más egregios representantes influyeron decisivamente en el CVII. Uno de ellos,el P. Yves Congar OP, incluso presumió de ello y en 1964 llegó a decir que “La Iglesia ha tenido, pacíficamente, su Revolución de Octubre.”
Para entender lo que dice Benedicto XVI sobre el desmadre moral y doctrinal de las últimas décadas, es clave leer el discurso de apertura del CVII por parte de san Juan XXIII. Más que nada porque pretendía marcar, y ciertamente marcó, el sentido del mismo. Es muy importante esta parte del mismo:
Al iniciarse el Concilio Ecuménico Vaticano II, es evidente como nunca que la verdad del Señor permanece para siempre. Vemos, en efecto, al pasar de un tiempo a otro, cómo las opiniones de los hombres se suceden excluyéndose mutuamente y cómo los errores, luego de nacer, se desvanecen como la niebla ante el sol.
Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas.
Ahí tienen ustedes la pistola humeante. ¿Qué ocurrió? Que basándose en un concepto erróneo de la misericordia, dejaron de condenarse a los herejes -o se les aplicó penas menores- y estos creyeron que eran los amos del cortijo e hicieron lo que les vino en gana. La autoridad de la Iglesia dejó de proteger al pueblo de Dios del veneno de la herejía y el pueblo, poco a poco, ha ido pereciendo por falta de conocimiento.
No hay nada explícitamente contrario a la fe en los textos conciliares. No hizo falta. Bastaba con dejar en el aire la idea de que el tiempo de las condenas de los errores se había acabado.
Dar a conocer la doctrina es muy necesario. Condenar el error, tanto o más. Y esto último dejó de hacerse. Ahora están en la fase de pretender cambiar también la doctrina. Eso y no otra cosa es Amoris Laetitia, el cambio del Catecismo en cuanto a la pena de muerte y, en general, todo este pontificado. Francisco es fiel hijo del preconcilio, del concilio y del posconcilio.
Las palabras de Benedicto XVI no dejan lugar a la duda sobre lo que ocurrió:
La crisis de la justificación y la presentación de la moral católica llegaron a proporciones dramáticas al final de la década de 1980 y en la de 1990..
El Papa Juan Pablo II, que conocía muy bien y que seguía de cerca la situación en la que estaba la teología moral, emprendió el trabajo de escribir una encíclica para poner las cosas en claro nuevamente. Se publicó con el título de Veritatis splendor (El esplendor de la verdad) el 6 de agosto de 1993 y generó diversas reacciones vehementes por parte de los teólogos morales.
El gran mérito del Papa emérito es describir lo sucedido y señalar sus verdaderas causas. El gran demérito es la ausencia de autocrítica. Joseph Ratzinger fue el responsable de velar por la sana doctrina durante prácticamente todo el pontificado de san Juan Pablo II y tanto más durante su propio pontificado. ¿Acaso no fue co-responsable con el papa polaco de la dejación de la autoridad de la Iglesia para reprimir los errores que ponían y ponen en peligro millones y millones de almas? Escribir encíclicas como Veritais Splendor o declaraciones como Dominus Iesus para poner las cosas en claro estaba muy bien pero, ¿de qué valía si buena parte de las cátedras de teología, los seminarios y los púlpitos eran herramientas de destrucción masiva de la fe sin que los obispos ni la propia Roma hicieran lo que correspondía para evitarlo? ¿quién creó cardenal a Kasper y le puso al frente del ecumenismo? ¿Quién a Ravasi? ¿quién hizo arzobispo de Milan a Martini? ¿Acaso ahora no sufrimos las consecuencias de esa irresponsabilidad pastoral? ¿quién nos va a escribir ahora las encíclicas para volver a poner las cosas en claro? ¿el autor de Amoris Laetitia y Laudato Sí?
El texto de Benedicto XVI deja otras advertencias importantes. Por ejemplo, en materia litúrgica. También señala la cuestión de la homosexualidad en los seminarios. Por cierto, no habla para nada del clericalismo como causa de la crisis de los abusos. Pero si escribo sobre todo ello, este post se alargaría demasiado.
Acabo con las palabras del papa emérito sobre una realidad que no puede tapar ni el pecado, ni la herejía, ni ningún escándalo. A saber, que existe una Iglesia que permanece fiel a Dios y da testimonio. Y esa Iglesia es indestructible:
Es muy importante oponerse con toda la verdad a las mentiras y las medias verdades del demonio: sí, hay pecado y mal en la Iglesia, pero incluso hoy existe la Santa Iglesia, que es indestructible. Además hoy hay mucha gente que humildemente cree, sufre y ama, en quien el Dios verdadero, el Dios amoroso, se muestra a Sí mismo a nosotros. Dios también tiene hoy sus testigos (martyres) en el mundo. Nosotros solo tenemos que estar vigilantes para verlos y escucharlos.
Laus Deo Virginique Matri
Luis Fernando Pérez Bustamante
43 comentarios
¡¡En cuantos seminarios no se han mantenido textos de formación absolutamente fuera de la doctrina católica por años y años sin atreverse nadie a meter mano a este asunto!!?? Y cuantos profesores se sabia que enseñaban doctrinas erróneas y era mejor mirar para otro lado.....
Y se complacían muchos en la reforma, lo moderno y la novedad. Pues tanta reforma nos ha traído el desconcierto y la oscuridad.
Que Dios nos guarde del mal.
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LF
Si lo sabrás tú lo de los seminarios... je je.
El problema empieza un paso atrás: ¿quién hizo obispo a Kasper después de haber negado la inmutabilidad divina en 1967 [1] y la divinidad de Jesucristo (como la entiende la Iglesia) en 1974 [2]? La pregunta es retórica: fue hecho obispo en 1989.
[1] Ver por ej. pp. 10-13 en
books.google.com/books?id=2FsjkfV9VL4C
[2] Ver por ej. la resención que el profesor Lucas Mateo-Seco hizo del libro "Jesús el Cristo"
dadun.unav.edu/handle/10171/13392
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LF:
Más atrás aún. ¿Quién formó a Kasper para que llegara a esas conclusiones?
Por eso digo que hubo también una crisis preconciliar. El modernismo estuvo agazapado pero operante.
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LF:
No es mi intención abrir el debate sobre la ortodoxia/heterodoxia de los textos conciliares. Ni sobre la famosa hermeneutica de la continuidad.
Mi opinión ya la he dado.
El defecto del CVII es que solo afirma. Sus afirmaciones son maslos abundantes que el resto de Concilios, y en genwral muy oportunas. Pero al limitarse a proponer y rehusar codnenar el error, abrió una pastoral peligrosa.
Lo ideal sería un Papa que aplicara el CVII en lo que tiene de afirmativo, y volviese a condeanr los errores como los Papas preconciliares.
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LF:
Eso lo hacemos en TODAS las Misas. Y debemos hacerlo también en nuestras oraciones privadas.
La fe adulta es rehusar hacerse como un niño en el sentido que nos pide el Señor, lo que equivake a no entrar en el Reino
En ocasión de este oportuno artículo, me permitiré mencionar una idea, o hipótesis, que explicaría según mi entender, las defecciones del Concilio y del post concilio. Hipótesis que no es para nada erudita, como yo no lo soy, pero que me parece útil a la hora de entender un poco más la crisis de la Iglesia.
Pido antes que no la toméis a risa, porque es una idea simple -que algunos considerarán simplona- , pero que no obstante sirve, y mucho, para aventar tantas perplejidades que confunden y angustian.
La idea es ésta: la cúpula de la Iglesia sufrió el así llamado "Síndrome de Estocolmo", mecanismo sicológico que hace que quienes permanecen un cierto tiempo a merced de sus enemigos sin posibilidades de ejercer ninguna defensa activa, terminan por renunciar a las defensas pasivas también, esto es, que de pronto empiezan a colaborar activamente con quien los acosa.
¿Simple, no? Y como simple que es, es eficaz. Sirve para explicarse cómo en un siglo, la Iglesia pasó de un S.PíoX a un Francisco. Cómo luego de que las guerras mundiales las privaran de sus últimos apoyos políticos, empezó a reír las gracias a sus antiguos enemigos. Explica también las ambigüedades conciliares y su antilógico y antiteológico "Discurso Inaugural", joya que es entre las ignominias de la Iglesia, pero harto agradable a los oídos de quienes la odian. Y explica la epidemia de cobardía que afecta a la inmensa mayoría de los obispos, a niveles de apostasía. (La parodia de "beatificación" que si Dios lo permite, se hará en pocos días más en Argentina, será el resultado patético de una serie encadenada de cobardías a alto nivel).
En fin, a mi pobre entender así se explica cómo una buena parte de la Iglesia, en su afán de avergonzarse de ser reciamente católica, está constituyendo algo así como una "falsa iglesia", que finalmente se ha apropiado del gobierno de la sacra institución.
Pido a Dios que la expurgue como bien se lo tiene merecido, repitiendo, como rezaba el escudo de la Santa (y hoy denostada) Inquisición:
EXSURGE DOMINE,ET JUDICA CAUSA TUAM!
(¡Álzate Señor,y defiende Tu causa!)
De manera indirecta, Benedicto ha calificado como herética a la comunión y absolución de adúlteros atenuados del Capítulo VIII de Amoris laetitia.
En efecto, el adulterio es un acto moral intrínsece malum per se semper et pro semper (Catecismo 1650, Veritatis splendor).
Pues bien, Amoris laetitia, para introducir la herejía, en sus más de 300 notas, no hace ninguna referencia a Veritatis splendor y a las nociones de adulterio contenidos en el Catecismo y que las califica como intrinsece malum. Como las dictaduras, ésta del relativismo, Francisco ha borrado totalmente la verdad.
Así lo dice la carta de Benedicto : •"Veritatis splendor... determinaba que había acciones que siempre y en todas circunstancias podían clasificarse como malas...".
Además, la Iglesia vive en el falso concepto de que la unidad es superior a la verdad.
... editado
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LF:
Recuerda las indicaciones de nuestro editor:
http://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1810210958-title
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LF:
¿Errores tradicionalistas?
Es el propio Benedicto XVI quien afirma lo que afirma sobre el CVII.
Yo ya he dicho que los textos conciliares no contienen ninguna afirmación explícitamente heterodoxa, pero algunos están evidentemente lejos de la claridad doctrinal que siempre ha caracterizado los decretos de los grandes concilios.
1.- Se deben comenzar a elegir obispos de buena doctrina (aquí hubiera sido muy apropiado una auto-crítica).
2.- No se debe ir en contra de Veritatis Splendor (veo aquí una crítica camuflada al capítulo VIII de Amoris Laetitia).
3.- Se deben tomar medidas contra el lobby homosexual en el clero de la Iglesia surgido a partir de seminarios que acogieron seminaristas homosexuales (aquí también hubiera sido apropiada la auto-crítica, pues este problema permaneció en absoluto silencio durante los dos pontificados anteriores, siendo que ya era conocido).
No está mal para un plan de reforma.
Y por supuesto todo lo que nos enseñan.
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LF:
Le veo capaz de acusar a Benedicto XVI de no aceptar completamente el CVII.
Volver a la Iglesia de siempre. Bien, lex orandi lex credendi. Puede ser la Iglesia de siempre un sacerdote que habiendo visto la Misa de siempre, la Santa Misa Tradicional, prefiera seguir celebrando la misa moderna?
Mi razón, mi corazón, mi espíritu, solo me dicen que ahí hay dos credendi diferentes, que en la misa moderna no está la Iglesia de siempre. Y este es un tema capital en todo este asunto.
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LF:
¿Me está usted diciendo que la Misa a la que he acudido toda mi vida no es una misa válida?
Inaceptable.
En todo caso, no es ese el tema del post.
Realmente la pistola humeante del CVII es la misma de Amoris Laetitia o el cambio en el Catecismo sobre la pena de muerte. Recuerdo que tú comentaste hace poco cómo ningún concilio anterior al CVII necesitó de una "hermenéutica de la continuidad" como criterio para interpretarlo. El pontificado actual es la culminación de un proceso que Dios permite para que el trigo termine de madurar y pueda separarse de la cizaña. Yo pienso que tanto Benedicto XVI como San Juan Pablo II fueron diques de contención, cada uno en la medida de sus posibilidades, como pilotos que se ponen a los mandos de un avión en una situación anómala o de emergencia. Un dique se levanta para tratar de contener algo y, en el caso de la Iglesia, son las desviaciones a lo largo de décadas en materia de moral católica que, aunque fueran engendradas de antemano como un virus de laboratorio antes de su propagación, a partir del Concilio Vaticano II se asientan de lleno y conducen a la relegación de la ley natural y al empuje del relativismo: «Ya no había bien (absoluto), sino solo lo relativamente mejor o contingente en el momento y en circunstancias». Además del colapso de la teología moral, el Papa Benedicto XVI hace hincapié en algo que se resaltó en InfoCatólica y que va igualmente ligado al CVII y a la crisis actual y es la referencia a una laxitud «adrede» en la ley penal del Código de Derecho Canónico respecto de los abusos sexuales a menores; con estos mimbres no podía esperarse más que la aparición de una crisis como la que ahora sufrimos.
La parábola del trigo y la cizaña enseña que ésta es obra de un enemigo que la sembró en medio del trigo mientras todos dormían. Yo creo que la Iglesia Católica, como institución de importancia sin igual, se encuentra en el apogeo de un ataque a escala global por parte de una élite financiera mundialista que necesitaba alinearla con sus intereses, igual que lo ha hecho con las naciones, incluso las más poderosas; entiendo que es la "última prueba de la Iglesia" (CIC n. 675). Esto se hace particularmente evidente en el actual pontificado y su "agenda política" en escrupulosa consonancia con postulados de organizaciones supranacionales como la ONU. La disolución del catolicismo, llevado a cabo naturalmente de manera progresiva, forma parte de las metas necesarias para que el establecimiento del gobierno mundial de la élite financiera tenga éxito.
Aún así, no tengo ninguna duda de que la Iglesia es indestructible y prevalecerá mediante la acción divina y que sabremos identificarla. Por eso me gustaría transmitir a todos ánimo y confianza en el Señor, el sufrimiento de Sus pequeños jamás pasa desapercibido a Sus ojos y convoca una lluvia de bendiciones sobre la Tierra. Un abrazo.
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LF:
Ok.
Sólo que una vez más me pregunto, después de leer el documento del Papa emérito que deja tan a la vista la lucidez y contundencia con la que razona, que le llevó a resignar, Dios lo sabe pero me temo que nosotros no lo vamos a saber.
En tiempos como los que nos toca vivir, siempre viene a mi mente el salmo preferido de mi padre, el 23 " aunque camine por cañadas oscuras nada temo porque Tú vas commigo....."
Creo que estamos atravesando cañadas oscuras por eso le pido a Dios cada dia que no me aparte de su rebaño, que me de la gracia de pertenecer y permanecer en el resto fiel.
Que la Santísima Virgen interceda por nosotros.
Que lo haga un chaval de 20 años o un jóven de 30 de los que piensan que saben de algo con una limitadísima experiencia, es comprensible, ¿quién no lo ha hecho?. Que lo hagan cabezan que peinan canas, se entiende bastante menos.
Hablan Vds. hoy por ejemplo de Bendicto XVI, y por supuesto, de San Juan Pablo II.
Personalmente lo que conozco de los Papas, cardenales y la inmensa mayoría de obispos me llega a través de los medios y mil opiniones de personas presuntamente reputadas que apenas - si es que tienen alguno - tienen algún trato con ellos.
Yo solo alcanzo a ver con claridad los trazos gruesos. Que la Iglesia se ha venido abajo en influencia, miembros y presencia social. Que, sin embargo, en todo ese periodo dónde esa caída ha venido ocurriendo, han venido gobernando Papas santos.
Es más, el número de canonizaciones y beatificaciones ha aumentado de forma exponencial.
Más aún, han surgido innumerables movimientos de todo tipo y color, cuyos miembros han alcanzado cotas de poder social y eclesial nada desdeñables, que se han puesto como ejemplo apostólico y esperanza del resurgir católico. ¿Cómo es que teniendo tantos recursos, nos venimos abajo?
Que depende a quién preguntes, las beatificaciones y canonizaciones de ciertos santos hace escasos 10 años eran dogmas y certificaciones indiscutibles de santidad de la persona, de su familia y de su pueblo si me apuras, algo que no se podía siquiera dudar sin caer en pecado contra la fe, pero que, vaya, años después la cosa cambia cuando de quién se ha venido dudando públicamente incluso de su salvación durante años, resulta beatificado o incluso canonizado también.
Que no hace tanto, una encíclica papal era magisterio, y ponerla en duda era entrar en herejía. Hoy ya no.
Y, en fin, muchas cosas más de ese calibre. El problema más grave no es si tal cardenal o Papa ha hecho esto o lo otro, si lo permitió, si lo fomentó, si se acorbardó, si no lo sabía...El problema no es hilar fino para descubrir los últimos entresijos que jamás nadie podrá saber hasta la parusía.
Desde luego, lo que yo percibo como lo más grave es la continua incoherencia de la Iglesia en sus instituciones y sus miembros. Lo que ayer se decía, hoy ya no vale. No vale porque el Papa me gusta o ya no me gusta. Porque me cambian al obispo o porque he descubierto al grupo tal, que ahora ya, si que si, es el bueno y el que enseña doctrina fiable de verdad.
En la Iglesia, de forma constante, la inmensa mayoría, pero la inmensísima mayoría de los que tienen presencia pública y cierta influencia, no hacen más que contradecirse a la vez que se ponen de voz autorizada. Pero, oye, la doctrina nunca cambia, ellos siempre exponen la doctrina de siempre.
Solo hay que tener cuidado para no caer en la falacia del historiador, sabiendo a posteriori como se desarrollaron las cosas, es fácil concluir que pudieron haberse hecho mejor. Por lo que no hay que olvidar, entre muchas otras, que:
- Cuando prefecto de la fe, enfrentó decididamente a la teología de la liberación, incluyendo a su máximo exponente, Leonardo Boff.
- Algunos de los obispos que nombran los Papas resultan ser buenos, otros no tanto y algunos francamente malos. Aquí no es la excepción.
- Se sabía de abusos sexuales, pero se veía como casos mas o menos aislados, sin relación, aunque un tanto mas frecuentes que en el pasado. Al menos para los fieles creo que se supiera que se había convertido en una mafia. Muchos de ellos se consideraban que no eran verdad, sino un ardid para desprestigiar a buenos sacerdotes: el caso Maciel es un ejemplo muy cercano en México: los resultados de una primera investigación no fueron condenatorios. Me acuso de haber creído con absoluta sinceridad en su inocencia por mucho tiempo, al igual que muchos otros.
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LF:
- ¿Cuántas excomuniones por herejía en los últimos 50 años?
- Es imposible que un Papa conozca a todos los obispos que nombra. Pero de Kasper se sabía todo. De Martini, también. Etc.
- Parece evidente que la TL sobrevivió aunque sí es cierto que fue la más combatida por Roma.
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LF:
En mi opinión estamos aún peor que entonces.
Cardenal Sarah en la entrevista publicada hoy religionenlibertad.com/personajes/139555202/queremos-iglesia-lenguaje-mediático-popular-no-interesa-nadie.html
No hay ninguna discrepancia entre el Papa Francisco, Benedicto y el cardenal Sarah. Todo lo contrario. Pero no así muchos de sus lectores y comentaristas que sufren las consecuencias de su gran oscuridad, Mateo 6:22
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LF:
Hay algo peor que estar ciego: no querer ver.
Más aún que la de los arrianos, que la del repugnante "Siglo de Hierro" y que la del vergonzoso Renacimiento.
Porque esta vez se ven afectadas, y en simultáneo, la filosofía, la teología, la liturgia, la doctrina, la tradición, la moral, la disciplina, las canonizaciones y la autoridad misma de la Iglesia. Y se ciernen amenazas sobre los sacramentos. Vamos, una hecatombe.
Y como consecuencia, una gran parte de los fieles están embarcados en un viaje que terminará estrellándose contra las puertas del Cielo, al que creían poder entrar con con las rebajas que les vendían los embaucadores con capelo.
Dios no nos pone en la responsabilidad de encarrilar esto, que eso sólo Él lo puede hacer, porque es tarea sobrehumana. Pero el hecho de que nos haya dado la luz para ver con cierta claridad ese espectáculo dantesco, es una gracia bastante minoritaria a la que debemos responder adecuadamente.
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LF:
Lo editado es tanto una cita del evangelio como una de TLG. Señal de que usted considera al mismo nivel, o al menos parecido, lo que aparece en la Biblia que lo que cuenta la tal Vassula, que evidentemente no permito que se cite acá.
Y luego va hablando por ahí de cegueras...
Basta recordar que San Juan Pablo vivió bajo el yugo comunista y tenía una opinión muy fuerte al respecto: quizás eso le privó de poder ver todo el conjunto de amenazas, se enfrentó a la que consideraba la peor de todas, visión que siguió el entonces Prefecto de la Fe Joseph Ratzinger.
En América Latina, o al menos en México, se hablaba mucho más de la Teología de la Liberación que de la herejía modernista. Desconozco que tanto se sabía de Kasper, pero para América Latina, se encontraba en la lejana Europa y nos inquietaban mas los obispos amigos de la revolución proletaria: odio disfrazado de cristianismo, muchos de ellos vivían en nuestro continente.
Personalmente creo que la experiencia de vida de San Juan Pablo determinó las prioridades de su pontificado, luchar contra el comunismo y su falsa teología de la liberación y, en consecuencia, omitió la lucha contra el modernismo. ¿Errores? ¿Omisiones? Sin duda, pero entendiendo la circunstancia de sus vidas entendemos mas el motivo de sus decisiones.
Yo no podría lanzar la primera piedra.....
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LF:
Mire usted en el mapa dónde está Polonia. Y dónde está Alemania. Y recuerde que Ratzinger, mano derecha doctrinal del papa polaco, era alemán. Conocia como nadie a Kasper.
Por cierto, TODA la Teología de la Liberación se concibió en las facultades de teologías de centroeuropa. Toda.
Al fin y al cabo uno puede acabar amando aquello que le dan a conocer, bien vestido. Pero no se puede amar lo que no se ha conocido.
Como siempre un gusto conversar contigo.
Cierto, Polonia es vecina de Alemania. Pero hace unos años, Alemania estaba dividida en la parte Occidental y la Oriental. El Cardenal Kasper formaba parte del Occidente y Polonia del Oriente, así que, aunque se encontraban muy cerca geográficamente, existía entre ellos un enorme abismo llamado "Telón de Acero". Terminó la división alrededor de 1990.
Un par de cosas que es importante recordar: la "Veritatis Splendor" fue publicada en 1993, esto es, tan pronto como el marxismo, con su teología de la liberación, quedó fuera de combate, inmediatamente se acelera la batalla contra el modernismo.
También favor de recordar lo que menciona el Papa emérito Benedicto XVI. " Tal vez valga la pena mencionar que en no pocos seminarios, a los estudiantes que los veían leyendo mis libros se les consideraba no aptos para el sacerdocio. Mis libros fueron escondidos, como si fueran mala literatura, y se leyeron solo bajo el escritorio."
Fuente: www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=34634
Sin duda se pudieron haber hecho mas y mejores cosas, pero creo que hoy nos parecen mas graves las cosas a la luz de lo que ha sucedido en los últimos 6 años, y eso es a lo que llamé originalmente la "paradoja del historiador".
Un abrazo.
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LF:
Que existiera un telón de acero político no implica que no hubiera relación entre los episcopados. Precisamente Polonia era el país donde la jerarquía era más "activa" de todos los países bajo la esfera de la URRSS. E, insisto, cuando San Juan Pablo II crea cardenal a Kasper y le hace responsable del ecumenismo, a su lado estaba Ratzinger, que conocía perfectamente a su compatriota.
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LF:
Ha sido un error mío. Lo siento. Ya está publicado.
ciertamente los marxistas permitían algún nivel de relación entre los episcopados, pero con una fuerte dosis de control. Y con seguridad Ratzinger debió haber conocido Kasper. La ordenación episcopal del último fue meses antes de la caída del muro de Berlín: cuando el modernismo no se consideraba el mayor enemigo de la Iglesia.
La teología de la liberación quizás se gestó en facultades de teología de centroeuropa, pero quienes la popularizaron fueron Boff, Assmann, Alves, Segundo, etc. latinoamericanos. El "continente de la esperanza" era profundamente amenazado por dicha ideología, amén de invasión de sectas protestantes.
Creo que estamos juzgándolos considerando la óptica de lo que ha pasado en el años recientes: simplemente Kasper vio la oportunidad de salir del armario y dejó, en la práctica, de ser católico. Seguramente él participó en la idea de poner una estatua de Lutero en Vaticano.
Visto en retrospectiva, de acuerdo fue un error. Visto desde la óptica del momento, no es tan fácil predecir como actuarán las personas.
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LF:
¿Cómo no se iba a considerar el modernismo como el principal enemigo de la Iglesia en plena crisis modernista posconciliar?
Ordenar obispo, crear cardenal y dar un cargo curial relevante a alguien del que TODO EL MUNDO sabía que era un modernista que, entre otras cosas, negaba la historicidad de los milagros, fue una barbaridad, una puñalada a la fe. Y como esa, otras.
“Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción – y a tu misma alma, una espada la traspasará–, a fin de que sean descubiertos, los pensamientos de muchos corazones”. Lucas 2; 34-35
“En cuantos seminarios no se han mantenido textos de formación absolutamente fuera de la doctrina de la Iglesia”…
“¿Cómo y el por qué se creó y fue elegido este cardenal…
-cuando se sabe de la deriva en su función eclesial, al negar la divinidad de Jesucristo?“
“¿Qué significado o qué ha aportado esta encíclica como puede ser la “Dignitatis humanae” -dicen-, que ya no recuerdo…
“O cualquier documento pontificio, o muchas cosas que hablan del gobierno de la Iglesia y de sus componentes, o del devenir del curso pastoral de la Iglesia y de sus hombres”.
“Hablan de que, a Benedicto XVI, le haya fallado un poco de autocrítica o hacer más de lo que hizo para luchar contra el pecado”.
“Otros hablan de “Apostasía”… ¡Qué fuerte me resulta esto, Señor!
“Una mujer que dice: “¿Qué le llevó -a Benedicto XVI- a resignar?”
Y termino con un comentario totalmente acorde con él; en el que dice: “Me sigue llamando la atención con la que se opina de todo a ciertas edades”,,,
Simplemente, este comentario, es muy elocuente, de lo que sucede cuando de todo se quiere saber y tanta ignorancia se tiene, yo al menos, tengo como bagaje ese desconocimiento.
Lo que sí observo, es que somos muy críticos con ciertos temas, en lo que yo al menos , soy lego total, aunque reconozca que hay otros más ilustrados y pueden saber de algo en lo que yo, sin preparación teológica y filosófica, soy muy cuidadoso en emitir juicios de valor o quiero opinar.
Yo no sé cómo se eligen cardenales, obispos, se ordenan sacerdotes, seminaristas que acceden al sacerdocio estando errados o lejos de la comunión de la Iglesia o de la dignidad papal, y, pasando el tiempo ante actos que ocurren se preguntan…No me interesa algo que descaezco y por supuesto estoy incapacitado para opinar o aconsejar.
Leyendo “Los miserables” de Victor Hugo, el santo obispo de Digne ayuda a un delincuente al que acoge en su casa y le atiende con arreglo al mandato de Dios para con el hermano. Este es detenido por un fiel cumplidor de la LEY y quiere encarcelarle, pero el santo obispo sale en su defensa y miente, porque piensa que es una persona que se puede recuperar, y así, se recupera un alma perdida. Me encanta este obispo, pero…¿por qué se eligen a personas para esa dignidad y luego traicionan? No lo sé. Allá él con su conciencia y si se ha reído de quién le ha dado su confianza, de Dios no se ha de reír. Los tiempos son duros y una prueba para los cristianos.
Con respecto a la mujer que dice de Benedicto XVI: ¿qué le llevó a resignar? Aunque no venga a cuento del tema que nos ocupa, si puede tener su parte de conocimiento de la obediencia debida. Vi un video de cuando Benedicto XVI estuvo en Baviera y como es lógico, estuvieron a recibirle jerarquías de la Conferencia Episcopal Alemana, y al pasar para saludarles, excepto tres o poco más, el resto le negó la mano. Ante eso, ¿qué hacer?
Para mí es un sensacional Papa y de lo demás, no me importa lo que pudiera suceder para tomar esta decisión si es que no estaba enfermo. Paz y Bien
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LF:
El vídeo del que habla usted no es una falta de respeto. A menos, claro, que consideremos que el cardenal Brandmuller, uno de los firmantes de las dubia sobre Amoris Laetitia y muy cercano a Benedicto XVI, es un irrespetuoso. Él no dio la mano al papa alemán. El cardenal Kasper sí la dio.
En los años 80, el cardenal Ratzinger, entonces recién nombrado Prefecto para la Doctrina de la Fe, fue entrevistado para la revista estadounidense Reader's Digest en la cual narra su conversión, siendo arzobispo de Colonia, de simpatizante de la ideología "modernista" y "liberacionista" a una posición ortodoxa (la revista la llamaba "conservadora").
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LF:
En teología, como en política, los conservadores tienden a conservar los avances de los revolucionarios.
Es posible que en Europa haya sido diferente, pero antes de 1990, hasta donde recuerdo, se hablaba entre los laicos latinoamericanos de "revolución sexual", de "Teología de la liberación", "ecumenismo"..... pero con sinceridad te digo, no recuerdo que se haya mencionado "crisis modernista posconciliar".
De verdad, no recuerdo que se hubiera dicho que la casuística era el camino a seguir, ni que Lutero era testigo del Evangelio, ni había minimizado la homosexualidad.... entre muchos ejemplos. Creo que en lo que diferimos es tu servidor cree que la verdadera crisis modernista es hoy en día, muchos modernistas han decidido salir del closet y destruir a la Iglesia Católica, esto fase inició hace pocos años.
Ciertamente esta herejía ha recorrido un largo camino, pero entiendo que una crisis es una situación aguda, en consecuencia, no puede durar periodos largos y la Encíclica Pasciendi, fue escrita en 1907 y el Concilio Vaticano II terminó hace mas de 50 años.
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LF:
Pues no hay más que leer el informe de la fe del propio Ratzinger de por aquel entonces.
Insisto. Juan Pablo II es corresponsable de la actual crisis gracias a algunos de sus irresponsables nombramientos. Sí pones a los lobos a cuidar del rebaño, pasa lo que pasa.
"Creo que exactamente ésta es la intención de Benedicto. No veo otra. Creo que es su personal encarnar aquel famoso ”Quo vadis?”, que Pedro, huyendo de Roma, le dijo a Jesús cuando se lo cruzó en dirección contraria; y Pedro, volvió sobre sus pasos cuando escuchó: “Voy a Roma a morir de nuevo”. Y Pedro murió crucificado.
El papa Juan Pablo II fue “mártir” desde el primer día: se entregó por entero a su Iglesia hasta su último aliento. Lo vimos. Benedicto va a hacer lo mismo, entregándonos lo que tiene y lo que es: el mejor teólogo que ha dado la Iglesia en los últimos cien años. Y lo sigue siendo. Y lo va a hacer hasta su muerte.
Nosotros sabemos que Dios nos habla en él y con él. Como antes en Juan Pablo II. Sabemos que “el Señor escribe derecho con renglones torcidos”. Y ahora vemos bien el sentido que no veíamos antes: el Señor quiso que Benedicto XVI se quedase, porque la Iglesia no podía quedarse, precisamente ahora, sin él. Por razones obvias: Qui potest capere, capiat!
Laus Deo!
PS: agradezco de corazón al Papa Emérito estas páginas que ha dirigido a toda la Iglesia. Me siento profundamente reconfortado y apoyado en todo lo que llevo escribiendo en estos últimos años en favor del Señor, de su Iglesia, de su Jerarquía y de las almas todas. Lo digo con toda mi poquedad puesta por delante. Y espero, de corazón, que los “negacionistas” -que los hay: no hay peor ciego que el que no quiere ver ni entender-, aunque la mayoría lo han sido con toda su mejor intención, se conviertan: no tengan miedo ni a ver, ni a oír, ni a entender: es lo que nos mandó explícitamente Jesucristo.
Ver el final de la película (que no recordaba): "Quo Vadis?"... Impresiona, comparándolo con lo que comenta el Pater sobre Benedicto..
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LF:
Juan Pablo II fue muchas cosas pero no mártir, aunque estuvo cerca de serlo.
Saludos cordiales.
Las Actas del Concilio Vaticano II son santísimas, decía el Cardenal Siri. Pero el Concilio no quiere condenar. Y es farragoso y ambiguo deliberadanente: esto ya lo decía Don Lamberto de Echeverría, quien recalcaba la dificultad para interpretarlo, aunque el bueno de Don Lamberto lo interpretaba como un intento de escribir los textos en estilo patrístico.
Ciertamente, Benedicto dice la verdad pero no hace autocrítica. Y él es también responsable de la situación que estamos viviendo y que se remonta al Pontificado de Pio XII. E incluso antes. Ya en 1937 llegaban a Roma informes de Obispos alemanes alertando del desmadre que se avecinaba. Y pululaban los nuevos teólogos.
Feliz Pascua de Resurrección.
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