Dios corre a buscar al pecador y le hace volver a Él
Las lecturas de hoy, Miércoles de la Primera Semana de Cuaresma, muestran dos realidades fundamentales para el hombre. A saber:
- Es Dios quien busca al pecador para ofrecerle su perdón. Como enseña san Juan María Vianney “no es el pecador quien vuelve a Dios para pedirle perdón, sino que es el mismo Dios que corre a buscar al pecador y le hace volver a Él".
- Quien rechaza ese ofrecimiento de Dios es merecedor de la condenación eterna.
Leamos:
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos:
“Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré".
Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla. Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño. Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza. Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio:
“Por decreto del rey y de sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor, deberán probar bocado: no pasten ni beban agua; vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos“.
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Jon 3,1-10
Y:
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: “Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás“.
Lucas 11,29-32
Si Nínive iba a ser destruida por sus pecados, ¿qué no cabría decir de Occidente hoy? La degeneración moral es, como mínimo, equiparable a la de los ninivitas, pero con un agravante. A ellos nadie les había predicado el evangelio. No eran, por tanto, apóstatas. El Occidente cristiano sí es apóstata. Es igual o incluso peor que esa generación a la que hablaba el Señor, que teniendo al Mesías delante de sus ojos llevando a cabo su ministerio magisterial y salvífico, le rechazaron.
Nínive es pues, paradigma de la conversión. Un pueblo pagano que da una lección al Israel de tiempos del Señor y al Occidente del siglo XXI.
Por tanto, siendo que la predicación de Jonás dio paso a la conversión de todo un pueblo, no podemos por menos que preguntar: ¿Dónde están hoy las predicaciones que denuncian el pecado de nuestra sociedad, amenazan con el castigo seguro y provocan la conversión?
Necesitamos profetas que sean fieles a la voluntad de Dios de forma que:
- No tengan miedo a ser objeto de burla por aquellos que neciamente desechan la posibilidad de que el Señor intervenga para poner fin a tanta maldad, como de hecho hizo con Sodoma y Gomorra. También de Noé se burlaron los que perecieron en el Diluvio.
- Tengan pasión por las almas y se dejen usar por el Señor como instrumentos de salvación. Ojo con caer en la amargura del profeta Jonás, a quien la ira al contemplar la misericordia de Dios le llevó a una profunda amargura. Como también enseña el Santo Cura de Ars:
El medio para contrarrestar el demonio cuando éste nos suscita pensamientos de ira contra aquellos que nos hacen el mal, es rezar en cuanto antes por ellos. Es así como vencemos el mal con el bien, es así como viven los santos.
Envía, Señor, obreros a tu mies.
Luis Fernando
9 comentarios
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Pero yo creo que no: que el hijo ya cuando cuidaba cerdos tiene dolor de sus pecados y se arrepiente, de forma que musita dentro de sí: Iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti". De esta formael Padre cuando sale a su encuentro espera a que el Hijo le muestre su arrepentimiento, y sólo luego de escucharlo le abraza y colma de besos. Porque,¿qué hubiera pasado si el hijo al encontrarse con el padre le hubiera dicho, como creen esos malos predicadores: "Padre, no vengo arrepentido, sólo vengo a que me des de comer"?
«Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en vano la gracia de Dios. Pues dice: «En tiempo favorable te escuché, en el día de salvación te ayudé». Pues mirad, ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de salvación». (2Cor 6,1-2).
Ese es el problema, los abusos a la divina misericordia, el alma se acostumbra al pecado, pensando que el Señor es misericordioso, se está pecando entonces contra la Divina Misericordia, y entonces, de repente, no se esperaba, que ha perdido la fe, pero seguía pensando en la misericordia de Dios, aunque sin practicarla ya.
Esto que enseña San Pablo, me ha gustado mucho:
Gálatas 2, 17-20)
«Ahora bien, si al buscar ser justificado en Cristo, nosotros somos también considerados pecadores ¿es que Cristo es ministro del pecado? ¡de ninguna manera!
»Pues si lo que he destruido lo vuelvo a edificar, me manifiesto como transgresor. Porque yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado: vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. No anulo la Gracia de Dios…»
El Papa Emérito Benedicto XVI, en una catequesis nos enseñaba:
La concepción paulina del apostolado
Audiencia General: Miércoles 10 de septiembre de 2008
• «San Pablo no podía seguir viviendo como antes; desde entonces era consciente de que el Señor le había dado el encargo de anunciar su Evangelio en calidad de apóstol. Hoy quiero hablaros precisamente de esa nueva condición de vida de san Pablo, es decir, de su ser apóstol de Cristo. »
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También para nosotros es válido, cuando el Señor ha venido a buscarnos, a romper las cadenas que teníamos con la esclavitud del pecado y con el mundo, y las pasiones impuras, una vez que nos hemos purificado, nuestra vida no debe ser como la del hombre viejo. Pues la fe nos lleva a transformarnos en la imagen de Jesucristo, por lo que debemos vigilar, guardar para que las tentaciones no destruya lo que avanzamos en la fe y el amor a Dios y a los hermanos.
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LF:
Lea el final del libro de dicho profeta.
"¿Qué no cabría decir de Occidente hoy?" Creo que el juicio a esta generación será mucho más severo que todos los anteriores conocidos porque esta generación cuenta con más de 20 siglos de luz, la que nos trajo Aquel que es más que Jonás, luz que ha sido ratificada por el testimonio de tantos mártires. Y si algo atenúa su condena será que efectivamente no se está predicando como es debido, intentando convencer a la gente de que todos se van a salvar, que Dios perdona siempre incluso aunque nosotros no perdonemos al hermano como escuché hace dos domingos, etc.
Y después está el otro tema, a lo largo de la historia Dios se ha manifestado a diferentes profetas como a Jonás para que llamasen a la conversión a pueblos enteros bajo amenaza de castigo, pero hoy esto es algo como prohibido, no se puede hablar de castigos, no se pueden anunciar calamidades, -no sé que calamidad será mayor que la de condenarse para siempre-, y cuando esto sucede se da carpetazo al asunto sin intentar ni siquiera hacer una investigación seria del asunto ( estoy pensando en cierta supuesta aparición mariana). Y si se trata de otras "supuestas" revelaciones privadas , entonces es mucho peor pues prácticamente nadie quiere saber nada del asunto siquiera sea para discernir si es algo que viene de Dios, de uno mismo, o del demonio. Y esto creo que no es seguir la Palabra de Dios "No extingáis el Espíritu, ni despreciéis las profecías; sino examinad todas las cosas, retened lo bueno y apartaos de toda clase de mal" 1 Tesalonicenses 19-21.
Por todo ello creo que ahora más que nunca debemos hacer realidad esta Palabra de Jonás 3: "clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos. Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos“.
Pues también ahora los castigos están anunciados aunque se prefiera no hacer caso de ellos.
Un saludo.
"- Es Dios quien busca al pecador para ofrecerle su perdón.
- Quien rechaza ese ofrecimiento de Dios es merecedor de la condenación eterna."
"Por tanto, siendo que la predicación de Jonás dio paso a la conversión de todo un pueblo, no podemos por menos que preguntar: ¿Dónde están hoy las predicaciones que denuncian el pecado de nuestra sociedad, amenazan con el castigo seguro y provocan la conversión?"
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Cuánta necesidad tenemos de que se nos enseñe la Palabra, de que se nos recuerde y se nos estimule a incorporarla en nuestra vida, cuánto necesitamos ese alimento por parte de nuestros pastores mientras esperamos el regreso del Hijo de Dios... Mil gracias LF, por proclamar la Palabra, por insistir a tiempo y a destiempo. Gracias Rexjhs, tus comentarios están llenos de la luz del Espíritu.
Con frecuencia, cuando se habla innecesariamente en la iglesia, no se da mucha importancia, pero no es una virtud, pues el tentador nos hace creer otra cosa. Aunque Dios siempre viene en nuestra ayuda, eso sí, si con el corazón deseamos que venga, y nos salve. Pero si pedimos al Señor que nos ayude, y luego, tras haber recibido su perdón mediante el sacramento de la confesión, nos dejamos arrastrar por las malas y feas costumbres, vamos perdiendo de vista la luz del Señor. Él nos ama, pero nuestros pecados, son rechazos al amor de Dios. Aunque somos pobres pecadores, debemos guardar nuestra alma, de aquellas tentaciones, que son todas las que nos quieren separar de la vida de Gracia. No existe motivo alguno para ofender al Señor que tanto nos ama y quiere que seamos felices. El pecado, aunque sea venial, ya nos ensombrece. Y cuánto más unidos estemos con el Señor, y no es por escrúpulo ahora, más sentiremos una carga espantosa del pecado venial. Porque queremos alcanzar con la ayuda de Dios, la perfección y santidad que nos pide.
Recomiendo esta edificante enseñanza del P. José María Iraburu
(337) Pecado –8. Pecados mortales y veniales
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