Charla con un calvinista sobre la seguridad de la salvación
Debate real con un calvinista sobre la seguridad de la salvación propia. No pongo el nombre del hermano separado porque no creo que haga falta. En mis citas de la Escritura uso la Reina Valera del 60, que es la más conocida entre los protestantes de habla española. De hecho, junto con la Nacar Colunga católica, es la Biblia que más fácil me resulta de consultar. Me facilita bastante las cosas cuando hablo con ellos:
Calvinista:
La mayor motivación que tenemos para andar el camino asidos de la mano de Cristo es que Él no nos soltará si nuestros dedos aflojaran.
Yo:
Tan cierto es eso como que “el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1ª Cor 10,12) y “así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1ª Cor 9,26-27). Más quiera Dios que podamos decir que “nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Heb 10,39)
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Calvinista:
La caída puede sobrevenirle al confiado en sí mismo pero nunca por confiar en aquel de cuya fuerte mano va.
La certeza y seguridad de la salvación nos hace avanzar rectamente, y la indecisión e inseguridad provocan el tropezón y el retroceso.
No preservo mi alma sino confío en aquel en quien he creído y es poderoso para guardar mi depósito para aquel día (2Ti 1:12).
Yo:
Precisamente San Pablo dice que los que se crean muy ciertos de su salvación, pueden caer. Pero sí, podemos confiar en que Dios no nos dejará caer fatalmente.
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Calvinista:
Entiendo que hay un válido matiz entre estar ciertos y saberse seguros de la salvación con lo que Pablo sugiere como más bien ufanarse en la propia firmeza.
Yo:
Es que eso de estar cierto y saberse personalmente salvo para la eternidad, como norma general, no aparece por ningún lado en la Escritura. Podemos intuir que estamos entre los elegidos, pero la certeza absoluta, salvo revelación especial de Dios, no es para todos los salvos.
Bien sabes que no pocos que parecían estar totalmente el camino de la salvación, luego ha resultado que se perdieron. Si les hubieran preguntado, podrían haber dicho que tenían la certeza de estar entre los elegidos. Pero luego resultó que no era así, aunque obviamente solo Dios sabe al cien por cien si alguien muere en gracia o no.
No hace falta que me digas que esos en realidad nunca estuvieron entre los elegidos porque ya lo sé. Dios ha decretado desde antes de la fundación del mundo quiénes habrían de salvarse y les ha dado la gracia para que se salven. Y como has dicho en otro comentario, los condenados no se condenan por decreto de Dios -ahí Calvino yerra- sino por sus pecados, falta de arrepentimiento y rechazo de la gracia.
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Calvinista:
Mi apreciación al respecto es que hay más que suficiente y contundente testimonio escritural, principalmente en el NT.
En la teología paulina, relacionando la fe con la salvación.
En las enseñanzas del mismo Jesús, en el creer y tener la vida eterna.
Quien pasa por una auténtica experiencia de conversión no tiene por qué dudar o temer en cuanto a su eterna salvación, pues la gracia que obró desde un principio no cejará en completar la buena obra que Dios empezó en la persona alcanzada y recibida a misericordia.
Esta certeza y seguridad no se fundamenta en la fidelidad de la que se pueda ser capaz, sino en la fidelidad de Dios que no renunciará al botín obtenido al precio de la sangre de su Hijo.
No podemos tampoco adaptar la soteriología a las experiencias de fracasos tan comúnmente alegadas, pues siempre nos surge el pensamiento que quien daba tantas muestras de ser un cristiano auténtico, pudo haberse dejado engañar él mismo, y con su simulación también a otros.
Yo:
O sea, reconoces que uno se puede engañar a sí mismo y con su simulación a otros. Pero no es un engaño necesariamente buscado. Es decir, esa persona pudo realmente creer que se había convertido y el resto creerlo de la misma manera. Sin embargo, al final, se condena. Por eso digo que la certeza absoluta, salvo casos concretos (tal y como indica Trento), no existe.
Dicho eso, no es menos cierto que la gracia eficaz, que es previa al acto de la voluntad, no depende en su eficacia del receptor de la misma sino del que la concede. No debe ser confundida con las gracias actuales, que pueden ser rechazadas. Como dice el P. Ch. Baumgartner, s.j: “Si la gracia de Dios es eficaz, la razón última de esta eficacia no puede venir del consentimiento del hombre, sino de la voluntad y del amor de Dios“. San Roberto Belarmino, doctor de la Iglesia, condena como gran error pensar que “la eficacia de la gracia se constituye por el asentimiento y la cooperación humana“. Y San Alfonso María de Ligorio afirma igualmente la existencia de “la gracia intrínsecamente eficaz con la que nosotros infaliblemente, aunque libremente, obramos el bien… No puede negarse que San Agustín y Santo Tomás han enseñado la doctrina de la eficacia de la gracia por sí misma y por su propia naturaleza” (Tratado de la oración… II p., cp. IV).
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Calvinista:
Advertirás que en mi última línea asocio al autoengaño la simulación.
Con esto no me estoy refiriendo a quien se equivoca sinceramente, sino al que se contenta con un convencimiento a medias que le permite pasar por sincero sin estar realmente convencido.
En mi óptica personal, creo que haya sido ese el caso de Simón el mago de quien se dice que también “creyó” (Hch 8:13).
Yo:
Como creer, hasta los demonios creen. Pero hay muchos que se “equivocan” sinceramente.
Te pongo un ejemplo real sin dar nombre. Un hombre, pastor calvinista durante prácticamente toda su vida. No había nada en él que hiciera pensar que no estaba entre los elegidos para la salvación. Sin embargo, en la etapa final de su vida comete y vive en adulterio. No tengo ni idea de si muere en esa condición o no. Pero si muere así, evidentemente se condena. ¿Vas a comparar su caso al de Simón el mago?
Antes de cometer ese pecado de muerte, si hablas con él puedes dar por hecho que tiene la “certeza” de ser salvo.
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Calvinista:
Todos los demonios y muchos hombres creen, pero no para salvación; nunca como nosotros por gracia de Dios hemos creído.
Los hipotéticos casos que se puedan presentar no ayudan mucho a dilucidar la cuestión, ya que solamente Dios y la persona saben lo genuino de su experiencia de conversión, y si su situación actual es una caída transitoria de la que se arrepentirá sinceramente antes de morir.
Especular con lo que pueda realmente acontecer en una u otra eventualidad no está reservado a nuestro juicio por insuficiente evidencia del caso.
Yo:
La persona puede “intuir” lo genuino de su conversión. Pero saberlo, solo lo sabe Dios.
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Calvinista:
Sí, es posible que sea como dices, entendiendo que la intuición puede parecer certera y sin embargo prestarse a equívocos.
Creo que la conversión está relacionada con la forma que se es evangelizado, pues la fidelidad a Dios, a su Palabra y al mismo Evangelio no siempre es la misma.
Yo fui convertido durante una campaña de evangelización en una carpa.
Aquellos evangelistas eran de estilo puritano: primero buscaban que el Espíritu Santo por la predicación de la Palabra produjera en los oyentes convicción de pecado; de ahí la contrición con el sentimiento de culpabilidad por haber ofendido a Dios; entonces nos dirigían a mirar a Cristo en la cruz sufriendo y muriendo por nuestra redención y resucitando luego para nuestra justificación; de ahí seguía la exhortación a dirigirnos a Dios en oración confesándonos pecadores perdidos necesitados de su gracia y ser recibidos por Cristo a misericordia. En fin, teníamos de vez en cuando algún fracaso o recaída pero luego ya no fuimos los mismos.
Otros jóvenes amigos nuestros fueron evangelizados de una manera más light, y ahí sí fueron más inconsistentes y algunos hoy no perseveran.
Yo:
La conversión es siempre obra de Dios. A veces usa predicaciones excelsas, a veces usa una simple puesta de sol que conmueve el alma que empieza a retornar al Señor. Pero es obra suya en cualquier caso.
Como dices, después de la conversión se tienen caídas. Vamos a llamarlas por su nombre. Son pecados. Y sabemos cuál es la paga del pecado. Por eso necesitamos arrepentirnos de nuevo. Lo cual demuestra que la conversión no es solo un hecho puntual -aunque alguna vez empieza- sino un proceso.
Los católicos tenemos una plegaria eucarística que dice así:
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Si tuviéramos la certeza absoluta de estar entre los elegidos, no se lo pediríamos. Simplemente mostraríamos nuestra gratitud, que por otra parte también lo hacemos. Pero en su divina Providencia, Dios hace que incluso sus elegidos le rueguen ser parte de esa elección, aunque la misma tuvo lugar antes de la fundación del mundo. No es que Dios “necesite” que se lo pidamos, pero quiere que lo hagamos para que nuestra gratitud sea aún mayor si cabe. Al fin y al cabo, el padrenuestro es una oración de petición de cosas que Dios nos concedería incluso aunque no se las pidiéramos, porque es parte de su naturaleza darnos lo mejor. Y sin embargo, Cristo nos la dio como oración fundamental.
Todo esto lo resume bien San Agustín al decir que “el Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti“. Obra en nosotros la obra de la salvación, pero no somos receptores pasivos de ese obrar sino actores del mismo, por pura gracia. Es más, como afirma San Pablo, podemos ser colaboradores con Dios en relación a la salvación del resto de los elegidos. Eso, y no otra cosa, es lo que hacen los que predican el verdadero evangelio. Por eso el apóstol dice “aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio” (1ª Cor 4,15). Cristo, único mediador, hace partícipe de su mediación a la Iglesia. Cosa lógica, porque ella es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. De ahí se derivan otra serie de doctrinas que se escapan al tema de este debate. De hecho, este comentario ya se ha escapado, ;)
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Calvinista:
Estimado Luis Fernando, con la sola excepción de la plegaria eucarística que jamás oraría, todo lo demás que escribes lo comparto con sumo agrado, mayormente lo que viene de Agustín.
Luis Fernando Pérez Bustamante
34 comentarios
La primera que toda religión verdadera ha de cumplir dos criterios: a) un Dios bueno y b) ausencia de pacto. El punto b se entiende como gratuidad absoluta del Don de Dios. El calvinismo cumple el punto 2, no el uno.
Decía también que Dios es, ante todo, Bien supremo, "y es Omnipotente sólo por añadidura". Bye bye Karl Barth.
El problema de Calvino no es que su religión sea el resultado de una vivencia traumática o angustiosa como en Lutero, es ques postula un dios falso, de raíz. Según Aranguren sólo ha habido en la historia dos luteranos genuinos: Lutero y Kierlegaard. La angustia de uno inventó el luteranismo, la del otro lo destruyó.
Sobre Calvino y su dios citemos a Papini: "enseñaba que Dios era un tirano sombrío que a la mayoría de los hombres los IMPULSABA al mal y a los menos los salvaba sin mérito de ellos por una misteriosa predestinación que harto más parecía CAPRICHO DIABÓLICO que sabiduría divina." Sigue: "aquel dios suyo que era la NEGACIÓN de la misma esencia del Evangelio." Sigue: "no querrá perdonarte Aquél que imaginaste LOCO y bárbaro igual que tú."
Y no hac falta recurrir a una judía heterodoxa o a un converso feroz para ilustrar que el dios de Calvino es un ídolo a la medida del miserable que lo inventó. Incluso en el mundo evangélico recelan de él tal y como lo ilustra el libro "What love is this?", en cuya portada aparece Calvino en el infierno.
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LF:
Hay mucho típico tópico sobre Calvino y el calvinismo. Su doble decreto de predestinación es inaceptable y de ahí llega mucha de su mala fama.
Cuando yo fui protestante era arminiano, y por tanto, nada calvinista. Cosas de la vida, como católico soy tomista y no molinista, siendo el molinismo en el catolicismo más o menos lo mismo que el arminianismo en el protestantismo.
Lo primero no escapa a la objeción del posible autoengaño, pues en todo caso, la conversión no es algo inmediatamente evidente, al ser de orden sobrenatural.
Pero aún dejando de lado el tema del autoengaño, y suponiendo que la certeza de la propia conversión es totalmente legítima y fundada, queda el segundo punto, que es propiamente (parte de) la herejía calvinista: la imposibilidad de que el convertido se condene.
Contra eso, la gracia santificante nos limpia del pecado, pero no nos quita la capacidad de cometerlo en el futuro.
A eso se refiere San Pablo cuando dice: "El que está de pie, mire no caiga" y tantos otros textos algunos de los cuales ha citado Luis Fernando aquí.
El calvinista responderá que el convertido puede volver a caer, pero no puede condenarse. Al final siempre se arrepentirá.
Sin duda que el elegido y predestinado no puede condenarse, en sentido compuesto.
Pero el problema es el auténticamente convertido no tiene porqué ser un elegido y predestinado, aunque toda elección y predestinación implica la fe, aunque sea implícita, en el Salvador.
Esa doctrina simplemente no aparece en la Escritura, si miramos al conjunto de la misma y no solamente a pasajes aislados como "el que crea y se bautice se salvará" o "para que todo el que crea en Él no muera sino que tenga vida eterna".
Porque está también, por ejemplo, el texto de San Pablo diciendo que tiene cuidado de no quedar excluido luego de haber sido heraldo para otros, y sin duda que San Pablo había creído y se había bautizado.
En el Apocalipsis, Jesús le dice a la Iglesia de Éfeso:
" ‘Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio; si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes."
Y a la Iglesia de Sardes, en 3,3:
"Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti."
Y a la de Laodicea, en 3, 16:
"Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca."
Y Mt 24, 12-13:
"Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo."
Estos muchos cuyo amor se enfría han creído, porque sin fe no puede haber caridad. Pero el texto da a entender que no perseveran hasta el fin. Sugiere en efecto que habrá algunos que comenzarán, pero no perseverarán hasta el fin, es decir, hasta la muerte.
Saludos cordiales.
Me parece ese afán de tener seguridad de estar entre los elegidos es algo muy natural cuando no se tienen los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía.
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LF:
Sí, lo has explicado bastante bien.
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LF:
Le cuento que la doctrina de la predestinación a la salvación es católica.
Uno colabora con la gracia porque la gracia le mueve a ello. Dios obra para que colabore. Otro no colabora porque se niega a colaborar, pero sin que Dios haga nada para que se niegue. Eso es catolicismo.
El calvinismo dice "Otro no colabora porque Dios decreta que no colabore". De forma que hace a Dios "culpable" de esa negativa.
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LF:
Cito a Lutero:
«Yo no impugno las malas costumbres, sino las doctrinas impías».
«Yo no impugné las inmoralidades y los abusos, sino la sustancia y la doctrina del Papado».
«Entre nosotros, la vida es mala, como entre los papistas; pero no les acusamos de inmoralidad, sino de errores doctrinales».
Clarito, ¿verdad?
Pues eso.
De todas formas, el post no es de un debate con un luterano. La influencia de Lutero en el protestantismo es infinitamente menor que la de Calvino. Fue Calvino el que dio un armazón teólogico al protestantismo.
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LF:
No entiendo lo que quiere decir.
Añado que el Concilio de Trento sólo menciona la predestinación para rechazar como falsa la creencia en estar predestinado a salvarse, a no ser que se sepa por especial revelación. Que el Catecismo tampoco enseña esa doctrina de que Dios solo salva a sus predestinados (que, insisto, implica como consecuencia que predestina al resto a condenarse). Y que no menciona por ninguna parte lo de "gracia eficaz" o "gracia suficiente", expresiones que han dado pie a infinitas y estériles discusiones.
Resumiendo, que me quedo con esta sencilla doctrina, defendida por los teólogos españoles en Trento: Dios quiere que se salven TODOS y a TODOS da gracia suficiente para ello, pero depende de la libertad humana el aceptar esta gracia (y por ello salvarse) o rechazarla (y por ello, condenarse).
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LF:
Dios da gracias suficientes a todos los hombres, de forma que ninguno podrá decir que se condena sin haber recibido algún tipo de gracia que ha rechazado. Pero Dios solo da gracia eficaz y perseverancia final a los elegidos.
Tú no tienes un problema conmigo sino con este par de santos:
Santo Tomás de Aquino:
“Porque, si me preguntas en singular por qué Dios da a este y no al otro el don de la perseverancia, no hay otra razón que la divina voluntad” (In 2 Tim 2, lect.3)
San Agustín:
“Por qué, entre dos fieles piadosos, a éste se le da la perseverancia final, y al otro no, es un misterio inescrutable de Dios” (“De dono perseverantiae”, c9, n21)
Ni que decir tiene que también tienes un problema con San Pablo y Romanos 9.
El Concilio de Trento no solo no condena la predestinación sino que la afirma expresamente. Lo que niega es la presunción de saberse predestinado a la salvación. Pero incluso en eso hace una excepción: "a no ser por revelación especial". Así que ya ves...
Yo enseño lo que la Iglesia y dos de sus más grandes doctores enseñan, y tú piensas que eso es darle la razón a Calvino. Pues oye, tú mismo...
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LF:
Tal cual.
Cuando hacemos una buena obra debemos pararnos a pensar si la hemos por amor a Dios y al prójimo, o exclusivamente por amor a nosotros mismos. La mayoría de las veces, claro, hay de las dos entremezcladas, salvo en los grandes santos.
A Dios debemos pedirle que nos purifique las intenciones y nos ilumine la conciencia para hacer el Bien deseando y buscando el Bien; para Su mayor Gloria y beneficio de los demás.
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LF:
Pues su opinión no tiene nada que ver con la fe católica. Es más, pone usted la decisión de la predestinación en los salvados y los condenados.
Eso no es ni siquiera protestantismo calvinista. No es ni siquiera cristiano.
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LF:
No niegan que pecan, pero creen que Dios les perdona con solo pedírselo en oración.
Cualquiera que viera a ese jovencito, de aspecto debilucho, arrodillado en la Iglesia pensaría: ¿Cómo podrá condenarse alguien así?
Pero la realidad es que Dios le da a cada hombre hasta la posibilidad de apartarse de Él y de rechazar su Gracia. Dios no nos salva sin nosotros.
Por eso, hasta el último aliento de nuestra vida debemos rezar esa maravillosa oración del canon romano de la Santa Misa: "atque ab eterna danmatione nos eripi, et in electorum jubeas grege numerari" (líbranos de la condenación eterna, y cuéntanos en el número de tus elegidos"
Y no me cabe la menor duda de que el día en que yo me crea cierta mi salvación, comenzará a reducirse a marchas forzadas las posibilidades de que efectivamente me salve.
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LF:
La certeza de la propia salvación no puede ser absoluta salvo revelación especial. Pero sí hay señales de predestinación a salvación. Pío XII dice que una de ellas es la devoción por la Virgen María (Mediator Dei 220).
Y si la sola fe salva (Lutero), ¿para qué Jesús me manda vigilar y orar para no caer en tentación? Eso supone, no ser impecable, pero sí estar en un estado permanente de combate espiritual contra el pecado, lo que es totalmente contrario al «peca fuerte y cree más fuerte aún» de Lutero.
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LF:
Es que estar salvado no significa no pecar jamás.
El "peca fuerte" de Lutero es solo de Lutero. No se verá a un calvinista decir semejante estupidez.
Vuelvo a decir que Lutero no pinta casi nada al lado de Calvino en la teología protestante posterior al siglo XVI. El anglicanismo siempre ha tenido una rama calvinista. Los bautistas, también. Etc. Pero no hay ramas luteranas fuera del luteranismo. Lutero es importante en cuanto que empezó el jaleo, pero quien le dio base real teológica fue Calvino.
Cuanto más sencillo, más sabio. Mejor.
Gracias
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LF:
No, cuanto más verdadero, más sabio.
Pero desde el punto de vista de la predestinación divina, ¿qué diferencia hay entre el tomismo estricto y el calvinismo? Si, como dice Luis Fernando, quien colabora con la gracia lo hace porque la gracia le mueve a ello, y, añado yo, esta gracia es según Santo Tomás intrínsecamente eficaz; entonces, digo, quien no colabora con la gracia porque se niega es porque a su vez Dios le ha negado la gracia de colaborar con la gracia, de tal suerte, que al menos sensu contrario, puede decirse que es Dios quien le predestina a no colaborar y, por tanto, a condenarse.
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LF:
Existe una gran diferencia entre que Dios permita algo y que Dios sea el autor de ello. Dios no predestina a nadie a no colaborar con la gracia, de tal forma que el que no colabora, no puede decir que es porque Dios le ha forzado a no colaborar:
“Dios omnipotente quiere que todos los hombres sin excepción se salven (1Tm 2,4), aunque no todos se salvan. Ahora bien, que algunos se salven, es don del que salva; pero que algunos se pierdan, es merecimiento de los que se pierden.”
Denzinger 318
Louis Bouyer, sacerdote oratoriano converso al catolicismo desde el luteranismo, y cofundador con Joseph Ratzinger de la revista Communio:
“La existencia de una predestinación debe ser creída por todo católico como una verdad de fe enseñada formalmente por la Sagrada Escritura y expresamente confirmada por la tradición teológica unánime, apoyada por diferentes actos del Magisterio”...
... “La mejor luz para aclarar en alguna medida este misterio viene de una profunda observación de san Agustín que santo Tomás debía llevar a su desarrollo completo. Y es que Dios, si crea en nosotros el querer y el hacer, según otra expresión de san Pablo (Filip 2, 13), es el autor en nosotros de todo bien, y por encima de todo, de nuestro propio consentimiento a la gracia”...
... “mientras que todo el mal que cometemos, y especialmente nuestra negativa a abrirle nuestros corazones, no es más que una deficiencia en nuestra cooperación a su voluntad y, teniendo sólo una realidad negativa, es exclusivamente de nosotros en cuanto seres limitados y no en absoluto de Él, el Ser y el bien mismo.”
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LF:
Salmo 53,2
Dice el necio en su corazón. «No hay Dios».
En eso consiste esa tercera posibilidad. Pura necedad.
Quien no crea en la existencia de Dios, que no se pase por este post.
Completamente de acuerdo con esta frase: a algunos santos Dios les reveló que serían salvos, pero si hiciera lo mismo con la mayoría de nosotros, al día siguiente ya estaríamos aflojando en nuestro camino de salvación. Ante Dios somos como niños, y Él nos conoce sobradamente para saber con que facilidad nos relajamos a la hora de intentar cumplir Su Voluntad.
La vida cristiana es sencilla, cuando es verdadera. Por eso Cristo se alegra, porque el Padre revela la Verdad a los sencillos.
¡Muchísimas gracias!
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LF:
Que Cristo revele la Verdad a los sencillos no significa que esa Verdad sea siempre muy simple. Más bien es que capacita a los sencillos para conocerla:
...y considerad que la longanimidad de nuestro Señor es nuestra salvación. Así os lo escribió también nuestro querido hermano Pablo según la sabiduría que se le otorgó, y así lo enseña en todas las cartas en las que trata estos temas. En ellas hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente -lo mismo que las demás Escrituras- para su propia perdición.
2ª Pedro 3,15-16
Feliz solemnidad a todos
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LF:
Amén.
¡Viva Cristo Rey!
1- Que es Él quien hace la elección de nosotros, no al revés:
No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.
Jn 15,16
2- Que es Él quien garantiza que de los elegidos para la salvación, ninguno se pierda:
Ésta es la voluntad de Aquel que me ha enviado: que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite en el último día.
Jn 6,39
3- Que los elegidos no pueden ser engañados ni condenados:
Surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, a los elegidos.
Mc 13,22
Y de no acortarse esos días, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos esos días se acortarán.
Mat 24,22
De ahí la necesidad de que recemos "Cuéntanos Señor, entre tus elegidos".
De esa división no podía salir bueno, y la menos aún una doctrina cierta sobre algo tan grave como la salvación. Ese disparate de creernos salvos no sólo contradice explícitamente las Sagradas Escrituras, que afirman rotundamente: "trabajad por vuestra salvación con temor y temblor" (Fil. 2,11) y que esa falsa seguridad lo único que consigue es aflojar la tensión escatológica del cristiano y eliminar los anticuerpos que nos avisan de la presencia del Tentador, y nos aprestan a la lucha.
Como a los católicos se nos ocurra unirnos a los protestantes para celebrar (¿?) el año próximo esta catástrofe de hace cinco siglos, o una de dos: o nos habremos vuelto locos, o la gran apostasía -de la que por cierto se habla en el Evangelio de hoy en la Misa por el Vetus Ordo-, ya la tenemos encima.
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LF:
Cardenal Koch sobre el V Centenario de la Reforma: «no podemos celebrar un pecado»
El cardenal Koch insiste en que no hay nada que celebrar respecto a la reforma protestante
¿Significa eso que no vamos a unirnos a ellos para celebrar eso?
Pues no lo tengo nada claro. Me espero cualquier cosa. Cualquier barbaridad. Pero vamos, a los miles y miles de fieles que salimos del protestantismo para volver al catolicismo, una celebración así sería una puñalada trapera y miserable por la espalda. Lo voy avisando por si acaso.
... “La mejor luz para aclarar en alguna medida este misterio viene de una profunda observación de san Agustín que santo Tomás debía llevar a su desarrollo completo. Y es que Dios, si crea en nosotros el querer y el hacer, según otra expresión de san Pablo (Filip 2, 13), es el autor en nosotros de todo bien, y por encima de todo, de nuestro propio consentimiento a la gracia”...
... “mientras que todo el mal que cometemos, y especialmente nuestra negativa a abrirle nuestros corazones, no es más que una deficiencia en nuestra cooperación a su voluntad y, teniendo sólo una realidad negativa, es exclusivamente de nosotros en cuanto seres limitados y no en absoluto de Él, el Ser y el bien mismo.”
Aquí se recuerda que la gracia actúa por si misma y que el hombre es capaz de resistirse a ella, que es lo que pasa, por ejemplo, con Adán que vivía en estado de gracia y en un momento dado se aleja de este estado dejándose tentar. No veo en ninguna cita bíblica reflejada la idea de que solo unos pocos son lo que reciben la gracia suficiente para salvarse.
Decir que una persona ha recibido la gracia necesaria para salvarse pero que en el camino de la vida puede volver a caer en el pecado, resultando de ello su condenación, no puede significar que la caída se deba a la la retirada de la acción efectiva de la gracia porque entonces el problema sigue siendo el mismo. Entonces se entiende que un calvinista esté de acuerdo con este planteamiento. Lo único que ejemplifica es que uno no puede estar seguro de ser salvo. Eso es normal, es lo esperable, de hecho pensar lo contrario no puede ser mas que un pecado de soberbia.
La cuestión es que si fulanito recibe la gracia necesaria para salvarse se salva. Si menganito no la recibe no se salva. Si menganito recibe la gracia se salva. Si fulanito no la recibe no se salva. Eso es doble predestinación se mire por donde se mire.
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LF:
Eso no es doble predestinación por mucho que te empeñes en lo contrario. Eso es lo que enseña la Iglesia. Y la Iglesia rechaza el doble decreto de predestinación de Calvino. Y si tú no aceptas ni lo que la Iglesia enseña ni lo que ella indica sobre la predestinación positiva (fe católica) y la predestinación a condenación (herejía calvinista), pues tienes un problema...
LF:
Sí, muchos papas y concilios han enseñado sobre el tema.
En este blog hay mucho material al respecto. Por ejemplo, estos posts de Alonso Gracián:
Predestinación I: En que se introduce informalmente el Misterio
Predestinación II: Doctrina de la Iglesia I
Predestinación III: Doctrina de la Iglesia II
Predestinación IV: Releyendo un artículo de Louis Bouyer
Predestinación V: El gran don de la perseverancia final
Predestinación VI: Diez detalles imponentes del Misterio
Y estos del profesor Edudaldo Forment
XXV. Existencia y naturaleza de la predestinación
XXVIII. Predestinación, reprobación y salvación
Ser, conocer y querer divinos
Néstor Martínez también ha escrito al respecto:
Gracia y libertad: Visión de conjunto (I)
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LF:
Las cosas son como son. Romanos 9 dice lo que dice.
Y ya he citado a los dos más grandes santos advirtiendo que eso es un misterio. Los misterios, nosotros los católicos, los aceptamos aunque no los comprendamos del todo.
Se asemejan a los musulmanes, que niegan el libre abeldrío; la sumisión solamente a Dios.
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LF:
Lo de la sumisión solamente a Dios yo lo suscribo.
No entiendo por qué llevar una vida coherente con el Evangelio si no tengo ninguna responsabilidad ni tampoco hay consecuencias. No sé por qué pedir perdón a Dios de algo que no tiene ninguna repercusión en la salvación que Él me ha dado-asegurado, aunque los pecados no sean signos de salvación.
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LF:
Hombre, es que finalmente procuran hacer caso a San Pablo:
Entonces, ¿qué? ¿Pecaremos, ya que no estamos bajo la Ley sino bajo la gracia? De ninguna manera.
Romanos 6,15
"Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de "predestinación" incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia"
Por ello la predestinación divina a la salvación no debe entenderse como una acción previa a la respuesta libre del hombre a su gracia. Desde toda la eternidad Dios "sabe" que esa persona concreta se va a salvar porque también "sabe" cual va a ser su respuesta libre a la gracia.
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LF:
La respuesta libre de cada hombre a su gracia, si estamos hablando de una respuesta positiva, solo puede entenderse y darse como fruto de la propia gracia. Es decir, como dice el propio Cristo:
"Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres"
Jn 8,36
En otras palabras. Dios es siempre la causa primera de nuestra voluntad en cuanto esta sea de carácter salvífico. Por supuesto, se incluye nuestra respuesta, porque si no, caeríamos en el solafideísmo.
Cuando la respuesta es negativa, la causa primera y segunda de dicha acción es solo el hombre.
Resumiendo:
1- Predestinación (o elección) positiva. Dios es causa primera, el hombre causa segunda. Fe católica.
2- Predestinación negativa (a condenación). Dios es causa primera, el hombre causa segunda. Herejía calvinista.
3- Reprobación. El hombre es causa. Fe católica.
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LF:
Esa que cuentas es la tesis molinista. La tomista me parece más de acuerdo con la fe católica.
Está mucho más difundida la tesis molinista que la tomista, a pesar de que Santo Tomás es el más grande de los doctores de la Iglesia y Molina fue un teólogo al que sus propios compañeros jesuitas tuvieron que enmendar para que su teología no fuera condenada como herética.
Dios elige a algunos y a otros no. A los que elige, les da la gracia de la perseverancia final, y a los que no ha elegido, no. De tal modo que la causa de la salvación es siempre la gracia de Dios que mueve al hombre libremente a colaborar con ella. Hasta ahí, más o menos explicado, todo bien, ¿cierto?
Ahora, el problema resulta en el hecho de que el hombre es absolutamente incapaz de alcanzar la salvación por sí mismo, de modo que si Dios no le da la gracia de la perseverancia final, el hombre simple y sencillamente no podrá salvarse. Hasta ahí también, todo bien, ¿cierto?
El problema surge cuando hablamos de la responsabilidad del hombre por su condenación. Porque si: a) El hombre no puede salvarse si no es por gracia de Dios y b) Dios no da la gracia de la perseverancia final a los que no elige, entonces ¿cómo puede ser el hombre responsable de su propia condenación si Dios no le está dando lo único que lo puede salvar? Otra cosa sería que Dios le dé la gracia al hombre y éste la rechace, pero según lo que entiendo es que la gracia eficaz no depende de la voluntad del hombre (y por tanto no puede ser rechazada), de modo que vuelvo al principio. Si Dios no le da la gracia eficaz al hombre, y si el hombre sin gracia eficaz es capaz únicamente de condenarse, ¿dónde queda la responsabilidad del hombre?
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LF:
La responsabilidad del hombre queda en que él y sólo él, es culpable de haber pecado gravemente de forma que su condenación es merecida. Es decir, Dios no fuerza al hombre a pecar.
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LF:
En realidad Dios da gracias a todos para que puedan creer en su existencia, paso previo a la conversión. Y la ley natural está inscrita en todos los corazones de los hombres. Por eso, como dice san Pablo en Romanos 1:20, los que se condenan no tienen excusa.
Dios tenga Misericordia de nosotros y nos cuente entre sus elegidos. Me parece una oración preciosa, que creo es agradable a Dios. No sé por qué no la rezan.
Agradecida. Inmensa labor desde hace años de esta página.
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